En los mejores momentos de la noche, donde vibraron jóvenes talentos de Brasil, España y Cuba, los televidentes no extrañamos para nada los fastos tecnológicos ni los caderazos Shakirianos
Ernesto Gonzalez | Estados Unidos
Tengo los lagos, tengo los ríos, tengo mis dientes pa’ cuando me sonríoEl espectáculo abrió en SÍ-BEMOL-MAYOR, con Calle 13 y la Orquesta Sinfónica de Venezuela, en un gran ensamble interpretando Latinoamérica. Sabor junto a letras que retratan el mundo. Con camisetas que hablan de lo actual. Con declaraciones de solidaridad. La juventud musical ocupaba el lugar que le correspondía, y todo parecía fluir.
No importa que no nos pongan en la radio, dijo un Calle 13 al recibir uno de los premios, ¡que viva la música verdadera!
Y tenía razón, porque detrás empezaron los esperados Te-quiero-me-dejaste, ¿Por-qué-eres-así de mala? y Me-vas-a-matar-de-dolor.
Pronto, también, actuaron las (¿mega?) estrellas de larga data escénica, que ya no pueden colocar la voz o simplemente desgranan gallitos tapados o abiertamente reconocibles/insufribles. El retiro es una ocasión muy creativa, les diría. Quien ya no pueda cantar pero sí componer, puede disfrutar del acto creativo, aunque a un nivel público menos expuesto y menos disfrutable para el nombre propio. Actitud muy recomendable para dejar un legado.
Entre los jóvenes hubo de todo, pero predominó lo bueno.
Los fastos de la tecnología eran incapaces de cubrir las fórmulas gastadas, muy entendiblemente rítmicas y funcionale$. Los entresijos vitales, la improvisación, las mezclas y los juegos perennes de la timba cubana, por ejemplo, no hubieran provocado sino confusión bailadora en aquel auditorio de música-que-ponen-por-radio.
Los traseros femeninos abundaron detrás de la música de un Pitbull que está a unos cortos pasos del desgaste, aunque anoche en buen dúo reformulado con Mac Anthony. Y un Usher gozador, en otro buen dúo.
Pero en los mejores momentos de la noche, donde vibraron jóvenes talentos de Brasil, España y Cuba (Lena Burque estuvo exquisita con sus dos compañeros de trío), los televidentes no extrañamos para nada los fastos tecnológicos ni los caderazos Shakirianos por muy atractivos que fueran.
Esas preciosas voces que le cantaron al amor de la pareja, en el hermoso idioma portugués o en nuestro español, no necesitaron más que abrir la boca para brillar con la luz propia del talento verdadero.
Como lo hizo Calle 13 (alzado con 8 Grammys) y su ensamble, demostrando además que el amor des-enconchado, reflejo y reafirmación de la realidad, es más libre por lo incluyente y más sabroso por eso mismo.
Latinoamérica
Soy, soy lo que dejaron, soy las sobras de lo que te robaron.
Un pueblo escondido en la cima, mi piel de cuero por eso aguanta
cualquier clima.
Soy una fábrica de humo, mano de obra campesina para tu consumo,
en el medio del verano, el amor en los tiempos de cólera, ¡mi hermano!
Soy el que nace y el día que muere, con los mejores atardeceres,
soy el desarrollo en carne viva, un discurso sin saliva,
las caras más bonitas que he conocido, soy la fotografía de un desaparecido, la sangre dentro de tus venas, soy un pedazo de tierra que vale la pena, una canasta con frijoles.
Soy Maradona contra Inglaterra, anotándoles dos goles.
Soy lo que sostiene mi bandera, la espina dorsal de mi planeta es
mi cordillera.
Soy lo que me enseñó mi padre, el que no quiere a su patria no quiere a su madre.
Soy América Latina, un pueblo sin piernas pero que camina.
Tú no puedes comprar el viento
Tú no puedes comprar al sol
Tú no puedes comprar la lluvia
Tú no puedes comprar al calor
Tú no puedes comprar las nubes
Tú no puedes comprar mi alegría
Tú no puedes comprar mis dolores
Tengo los lagos, tengo los ríos, tengo mis dientes pa' cuando me sonrío
La nieve que maquilla mis montañas, tengo el sol que me seca y la lluvia
que me baña,
Un desierto embriagado de pellotes, un trago de pulque para cantar con
los coyotes
¡Todo lo que necesito!
Tengo a mis pulmones respirando azul clarito,
la altura que sofoca, soy las muelas de mi boca mascando coca,
el otoño con sus hojas desmayadas, los versos escritos bajo las noches
estrelladas.
Una viña repleta de uvas, un cañaveral bajo el sol de Cuba,
soy el Mar Caribe que vigila las casitas, haciendo rituales de agua bendita.
El viento que peina mi cabello, soy todos los santos que cuelgan en mi cuello, el jugo de mi lucha no es artificial porque el abono de mi tierra
es natural.
¡Vamos caminando, vamos dibujando el camino!
Trabajo bruto pero con orgullo, aquí se comparte, lo mío es tuyo,
este pueblo no se ahoga ni con marullos, y si se derrumba yo lo reconstruyo.
Tampoco pestañeo cuando te miro, para que te recuerdes de mi apellido,
la Operación Cóndor invadiendo mi nido, perdono pero nunca olvido,
¡oye!
Vamos caminando, aquí se respira lucha.
Vamos caminando, yo canto porque se escucha.
Vamos caminando, aquí estamos de pie,
¡Que viva Latinoamérica!
¡No puedes comprar mi vida!
0 comentarios:
Publicar un comentario