x Concepción Cruz Rojo La expansión del consumismo y alienación ante el fetichismo –adoración- de la mercancía, tiene enormes implicaciones para la salud y la felicidad de las personas
Al sistema de producción capitalista le interesa que vivamos continuamente atrapados en este círculo vicioso de querer y no tener lo suficiente, llámese el último modelo de iPod o de teléfono móvil, llámese eterna juventud y delgadez, principalmente en las mujeres, o, poder y seguridad afectiva, sobre todo en los hombres (aunque la igualdad artificiosa de géneros está llegando también a estos clichés de comercialización). No es de extrañar el aumento de enfermedades directamente relacionadas con las adicciones de todo tipo; a la ludopatía y cleptomanía se le ha añadido la adicción a las nuevas tecnologías, o la anorexia nerviosa, que se salda con la muerte de mujeres muy jóvenes y que solo es la punta del iceberg de otros problemas físicos, psicológicos y afectivos de mucha mayor magnitud.
Cuando nos centramos en el consumo alimentario, la importancia para nuestra salud adquiere una dimensión nueva porque se asienta en un elemento básico de nuestra propia supervivencia como seres humanos, la pervivencia de los pueblos y que a su vez tiene graves consecuencias para el medio ambiente y la naturaleza en todo el planeta. En este sentido tiene pleno significado el concepto de soberanía alimentaria que reclama el movimiento campesino a nivel mundial.
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