x Max J. Castro Escuelas en ruinas plagadas de tuberías que gotean, la pintura desconchada, aires acondicionados descompuestos, edificios antiguos y pocos efectivos
No, esa no es la situación de las escuelas públicas en Ruanda o Burundi, las dos naciones más pobres del mundo. Es una descripción del estado actual de escuelas en Estados Unidos, la autoproclamada “nación más rica del mundo”, y específicamente de las escuelas públicas del Sur de la Florida, una región donde residen muchos de los ricos y famosos del país, una zona salpicada de miles de mansiones colosales y marinas repletas de yates fabulosos.
Miami-Dade, el cuarto en tamaño de los distritos escolares del país, está arruinado en términos de dólares de capital, según su principal funcionario de finanzas, y tiene en sus libros de contabilidad al menos $1,7 mil millones de dólares de necesidades no resueltas de capital y mantenimiento aplazado para las escuelas e instalaciones. “¿Cómo se sostienen las cosas? Principalmente con cinta adhesiva. Hemos estado haciendo todas las chapucerías que hemos podido para poder seguir funcionando”, dijo un director de escuela.
La mitad de las áreas escolares tiene al menos cuarenta años. Este es un asunto de seguridad personal, no es solo que va a ser incómodo…”, dice el funcionario de instalaciones escolares Jaime Torrens. “No, no se puede impartir clases en una escuela sin ventanas y sin aire acondicionado”. Para empeorar las cosas, la Florida ha suspendido a las escuelas tradicionales el flujo de fondos para la construcción y mantenimiento que proviene del gasto capital de educación pública del estado (PECO), mientras continúa financiando el PECO de las escuelas semiautónomas.
Por tanto, realmente no sorprende a nadie que las escuelas públicas de Miami-Dade estén buscando fuentes estables de ingresos, incluyendo la propuesta de un recargo al impuesto sobre las ventas con el fin de financiar la construcción y mantenimiento de escuelas. Desde 2007-2008, el capital primordial global de Miami-Dade, incluyendo el dinero para construcciones de importancia y el mantenimiento regular, ha disminuido en 43 por ciento. El principal candidato como fuente de nuevos ingresos para las escuelas es un recargo al impuesto sobre las ventas. Pero los impuestos sobre las ventas son regresivos. Golpean más fuertemente a los pobres y a la clase media que a los ricos. Cualquier incremento de ese tipo necesitaría la aprobación de la legislatura, el mismo órgano que durante años se ha dedicado a recortar alegremente los impuestos. Así que buena suerte con eso. Por otra parte, quizás los proponentes de un incremente del impuesto sobre las ventas sean conscientes de que hay un tipo de impuesto que les gusta a los republicanos: los impuestos regresivos, como el impuesto sobre las ventas, y el impuesto de seguridad social sobre las nóminas.
Mientras tanto en Tallahassee, la capital del estado, los legisladores recortan impuestos y le pasan la cuenta a las ciudades. A medida que la legislatura aprueba recortes de impuestos favorables a los negocios, los gobiernos locales deben recortar sus gastos –o incrementar los impuestos para financiarlos. En total, la legislatura ha fomentado nuevos recortes de impuestos no financiados por valor de varios miles de millones de dólares que, si se aprueban, tendrán que salir de los fondos de las ciudades y condados de todo el estado. Los legisladores estatales iniciaron el año pasado gran parte de su movimiento a favor de los recortes de impuestos, reduciendo los impuestos corporativos y aprobando una disminución del impuesto a la propiedad que se espera que los electores aprueben en las elecciones de noviembre. El costo para los gobiernos locales será de $616 millones anuales.
El pasado año, los desesperados comisionados del condado de Hernando hasta consideraron terminar con el control de mosquitos, cerrar parques y recortar los beneficios para los empleados públicos.
Mientras tanto, los legisladores favorables a los negocios y al gobierno reducido continúan avanzando con un plan de recortes de impuestos. Cuando los legisladores estatales no están haciendo lo imposible por inventar la forma de reducir los impuestos de los que tienen, han estado ocupados en realizar una guerra poco disimulada contra los que no tienen. O como dice Dorene Barker, la directora legislativa del Servicio Legal de la Florida, la legislatura está realizando un “ataque sin precedentes contra los pobres” –desde exigir a los que reciben dinero de la Seguridad Social que pasen una prueba de drogas, a desviar a los pacientes de Medicare hacia los seguros de salud privados y hacer más difícil que la gente mantenga sus beneficios de desempleo.
En Miami, algunos residentes se han indignado debido al aumento de casas abandonadas y de edificios en proceso de ejecución de hipotecas. Sin mantenimiento, muchos se han deteriorado hasta niveles peligrosos o se han convertido en guaridas de drogadictos y prostitutas. La solución preferida por la que se ha decidido la Ciudad de Miami –en medio de una epidemia de gente sin hogar y carencia de espacio para refugios– es la demolición.
Curiosamente, la más alta tasa de demoliciones es la del distrito más rico de la ciudad, Coconut Grove. La respuesta al acertijo es que en el área de Coconut Grove que se conoce como Black Grove residen algunos de los más pobres de la ciudad. No es de extrañar que algunos residentes negros consideren que las demoliciones son otro paso hacia el aburguesamiento. “Debieran reparar los edificios en vez de declararlos inhabitables y demolerlos”, dijo uno de los residentes de la zona. “Hacer eso y construir viviendas más económicas en vez de tiendas como CocoWalk.”
Los datos mencionados provienen directamente –en muchos casos literales aunque sin comillas– de recientes artículos publicados en The Miami Herald, en especial en la edición del domingo 12 de febrero de 2012. Por tanto, doy crédito al periódico por todo el material que he extraído de sus páginas, así como de buenos reportajes acerca de: la especulación con las escuelas semiautónomas, la organización del plan de la Legislatura por parte de una ideología abiertamente a favor de los negocios y afincada por corporaciones, su dinero y sus ejércitos de cabilderos; la guerra contra los pobres realizadas por sucesivas legislaturas republicanas e intensificada bajo el gobernador Rick Scott; y las fatales consecuencias para las necesidades locales, desde las escuelas a las implicaciones de salud pública por la carencia del control de mosquitos.
La razón por la que he omitido las comillas es para demostrar que, a pesar de los buenos reporteros y del hecho de que la información está ahí para los lectores exigentes, hay algo ausente y vacío en el periodismo, especialmente el periodismo norteamericano con sus promesas de fidelidad a los falsos dioses de la “objetividad” y “balance”, conceptos que en última instancia se hacen polvo ante el capricho del editor de un medio o los intereses políticos o económicos de los caciques corporativos ante los que responden los editores.
Ese vacío es la ausencia de juicio crítico y de una narrativa coherente en medio de la valiosa pero deshilvanada información contenida en artículos inconexos. Es más, hay un prejuicio en contra de la narrativa y verdad desnuda del tipo de “según la Sociedad de la Tierra Plana tal cosa, según sus críticos tal otra” que quiere hacerse pasar por objetividad y balance en la prensa corporativa.
Al agregar el contexto y el comentario y al conectar por la línea de puntos, mi propósito fue demostrar que existe un patrón, el de una guerra de clases multifacética de arriba hacia abajo realizada por los republicanos en un estado que, lejos de ser una anomalía, es un modelo de lo que está sucediendo en muchos otros estados, así como el microcosmos del plan que el Partido Republicano tiene para la nación.
Progreso Semanal
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