Es otro fin de semana cálido en la playa de Nápoles. En las rocas, una pareja toma el sol del sur de Italia. A pocos metros de distancia, tapados con unas toallas con los pies al aire, se encuentran los cadáveres de dos niñas gitanas rumanas ahogadas.
Las muchachas, Cristina, de 16 años, y Violeta, de 14, fueron enterradas ayer en la noche, mientras las consecuencias y circunstancias de sus muertes repercutían en toda Italia.
Es una imagen que ha cristalizado la inquietud creciente en el país por el trato dado a los rumanos, cuyos campamentos han sido quemados, además de que el gobierno se dedicó a tomar las huellas dactilares a todos los miembros de la minoría.
Dos jóvenes hermanas rumanas se ahogaron en la playa de Torregaveta después de tomar un baño en las aguas traicioneras. Sus cadáveres fueron recuperados del mar y permanecieron en la orilla de la playa durante horas mientras que los turistas siguieron tomando el sol y haciendo picnic alrededor de ellos, como si nada.
Habían llegado a la playa en las afueras de Nápoles el sábado, para hacer un poco de dinero vendiendo baratijas a los bañistas. Pero el dia estaba muy caliente y, sobre las 14:00 horas, las chicas se rindieron a la tentación de darse un chapuzón. Aparentemente no sabían nadar.
Informes dicen que salvavidas de las cercanas playas privadas trataron de rescatarlas, sin éxito. Cuando los cuerpos reaparecieron, ya las muchachas estaban muertas.
Es el tipo de tragedia que puede ocurrir en cualquier playa. Pero lo que sucedió después ha sorprendido a Italia. Los cuerpos de las dos niñas fueron puestos sobre la arena, su hermana y su primo fueron detenidos por la policía para identificar y contactar a los padres. Algún alma piadosa donó un par de toallas para preservarles la decencia más básica. Luego la vida de la playa se reanudó como si nada.
La indiferencia se ha tomado como una prueba sorprendente de que muchos italianos ya no tienen sentimientos humanos por los gitanos, a pesar de que estas comunidades han convivido con ellos durante generaciones.
El cardenal de Napoles, Crescenzo Sepe, se apresuró a señalar el endurecimiento de los sentimientos humanos, representado por el comportamiento de los italianos en la playa. Sin embargo, el alcalde de Monte di Procida, la ciudad donde se encuentra la playa Torregaveta, defendió el comportamiento de sus ciudadanos.
(Tomado de The Independent, Traducción de Aporrea.org)
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