lunes, 6 de agosto de 2012

Aniversario del mayor acto de terrorismo de estado del siglo XX: las dos bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki



 67º Aniversario del mayor acto de terrorismo de estado del siglo XX: las dos bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki
Esas mismas bombas atómicas con las que asesinaron entonces y que actualmente utilizan para amedrentar a los que no se someten a sus designios, son las mantienen en las bases militares impuestas a nuestro país por el ocupante español.
El 6 de agosto de 1945, el ejército estadounidense arrojaba la primera bomba atómica de la historia sobre la población japonesa de Hiroshima, asesinando a 140.000 de sus habitantes. Tres días después, el día 9, con pleno conocimiento  del daño que se iba a producir, ya que contaba con la experiencia de las consecuencias de la anterior, los Estados Unidos arrojará otra sobre la cercana ciudad de Nagasaki, asesinando con ello, a otras 80.000 mil personas. Cerca de un cuarto de millón de seres humanos masacrados, en su mayoría ancianos, mujeres y niños,  cifra que se incrementaría posteriormente en ciento de miles más como consecuencia de las muertes producidas por las radiaciones padecidas durante o tras las explosiones. Ésta acción no poseía ningún valor militar, ya que ambos lugares carecían de grandes industrias estratégicas o de bases militares de importancia, lo que patentiza el que la masacre premeditada e indiscriminada era el objetivo único, el fin era provocar el terror colectivo la población japonesa para lograr la victoria, por lo que estos hechos constituyen el mayor y el más atroz acto de terrorismo de estado perpetrado a lo largo del siglo XX, calificativo que le es aplicable no sólo en un sentido cuantitativo sino, sobre todo, en el cualitativo.

Pasados sesenta y siete años de los hechos, los norteamericanos jamás han pedido perdón por su actuación, por el contrario, se enorgullecen de ella públicamente y la justifican. Todavía siguen defendiéndola e incluso se jactan de ella. Pasados sesenta y siete años, aún los Estados Unidos tampoco han sido acusados de crímenes contra la humanidad ni los que llevaron adelante la acción han sido juzgados y condenados. Por el contrario, todavía en Norteamérica los hechos son recordados como positivos y sus autores e inductores son considerados y homenajeados como a héroes de la nación.

Este mismo Estado criminal confeso, que no se arrepiente e incluso se vanagloria del asesinato de cientos de miles de inocentes, es el que se permite juzgar a otros por su grado de respeto a los derechos humanos. Este mismo estado, el único del que hay pruebas de que han fabricado y utilizado la energía nuclear para cometer crímenes en masa, de ser el mayor almacenador de dicho armamento y de que lo sigue usando como forma de amenaza latente y de amparar su poder sobre los demás, es el que se arroba el cínico papel de lucha contra su utilización y se permite juzgar a otros porque, a lo mejor, pudiesen llegar a tenerlo o a usarlo con fines defensivos y disuasorios.

Esas mismas bombas atómicas con las que asesinaron entonces y que actualmente utilizan para amedrentar a los que no se someten a sus designios, son las mantienen en las bases militares impuestas a nuestro país por el ocupante español y que están siendo aumentadas gracias a su acuerdo con el gobierno del Estado impuesto, dentro del proyecto llamado “escudo antimisiles”, que, tras apariencias defensivas, esconde un sentido eminentemente agresor y amenazador. Si la misma presencia de estas instalaciones con armamento nuclear ya suponen en sí una amenaza permanente a la seguridad de los andaluces, como quedó demostrado con la caída en Almería de una de esas bombas y los accidentes sufridos por naves impulsadas por dicha energía, el que ahora se las incluya como parte primordial del programa de extorsión permanente y como puntos de posibles ataque hacia otros pueblos, nos coloca en una situación de riesgo perpetuo como posibles objetivos de respuesta a los mismos por parte de estos.

Son ellos, por tanto, los Estados Unidos de América y sus fieles lacayos occidentales, como el Estado Español, los que constituyen el mayor riesgo para la humanidad y el peligro más palpable contra la paz mundial. El imperialismo occidental y su OTAN, no es nuestro defensor  contra el terrorismo internacional, son el  terrorismo internacional que nos amenaza a todos los seres humanos, también al Pueblo Trabajador Andaluz. Las bases extranjeras en nuestra patria no nos protegen, por el contrario, son ellas el único peligro real al que nos enfrentamos como consecuencia de su misma existencia.

Por ello, los andaluces conscientes no podemos mirar hacia otro lado ni minusvalorar esta espada de Damocles que pende sobre nuestro presente y futuro, el que suponen dichas bases. Unas instalaciones que, además, nos convierten en cómplices obligados de las guerras encubiertas que contra los pueblos hermanos mediterráneos mantiene el imperialismo, como los casos de Libia y Siria. Consecuentemente, y por todas estas razones, ahora más que nunca debemos redoblar nuestros esfuerzos contra las bases extranjeras en suelo andaluz y contra su utilización para agredir a otros pueblos. En este deleznable aniversario del asesina de cientos de miles de seres humanos por parte de los Estados Unidos, un crimen contra la humanidad que aún permanece impune, sobre el que la hipocresía de la ONU o el Tribunal de la Haya callan, hacemos un llamamiento a la conformación de una amplia plataforma unitaria contra las bases, el imperialismo y sus guerras encubiertas, que, además, no puede ni debe limitarse a actuaciones esporádicas, sino llegar a instituirse en un amplio movimiento popular de rechazo a la utilización de nuestra tierra para la práctica por el imperialismo, a través de su OTAN, del terror y la extorsión permanente contra los pueblos y las naciones.
¡Contra el imperialismo y por la paz, ahora y siempre: OTAN no, bases fuera!
¡Por Andalucía libre y socialista!
¡Por la libertad y el socialismo para todos los pueblos!
Nación Andaluza – Comisión Permanente

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