LEANDRO ALBANI / AVN.- La inestabilidad política y social se extiende como un reguero de pólvora en Libia. Poco queda de las promesas realizadas por el Consejo Nacional de Transición (CNT), que el 20 de octubre del año pasado asesinó al líder Muammar Al Gaddafi, con el apoyo militar de la Organización del Tratado para el Atlántico Norte (Otan), que durante ocho meses bombardeó de forma masiva el país del norte de África.
La crisis en Libia se profundizó todavía más con el asesinato del embajador estadounidense, Chris Stevens, durante un ataque armado al consulado norteamericano en la ciudad de Bengasi sobre el cual han quedado muchas dudas.
Con la muerte del diplomático, que fue uno de los principales impulsores de los grupos mercenarios que derrocaron a Gaddafi, los enfrentamientos se potenciaron en varias ciudades libias, mostrando que la supuesta paz prometida por el CNT está muy lejos de llegar.
En los últimos días las miradas se han posado sobre Bani Walid, localidad que se convirtió en uno de los bastiones de la resistencia gaddafista durante los bombardeos de la Otan.
La ciudad se encuentra sitiada por las fuerzas armadas del gobierno de transición tras una sucesión de combates, que han dejado como saldo decenas de muertos. Ayer, medios libios señalaron que Bani Walid fue sometida a fuego de artillería, lo que ocasionó 11 muertos y varios heridos.
La presencia en todo el país de milicias armadas, muchas de ellas conformadas por mercenarios y miembros de Al Qaeda que combatieron contra el Ejército libio, es uno de los detonantes de la actual crisis. Hasta el momento, la dirigencia del CNT y del gobierno no han logrado desmantelar a esos grupos, que operan con total autonomía y aplican sus propias leyes en las zonas que controlan, sometiendo a la población.
Frente a esta situación, el titular del Congreso Nacional libio (organismo que en la actualidad se desempeña como gobierno de facto), Mohamed Megarief, viajó a Bani Walid para negociar el cese del fuego, aunque no se han reportado informaciones sobre los resultados obtenidos. Un despacho de Prensa Latina refirió que Salem Al Waer, dirigente del Concejo de la ciudad, expresó dudas sobre la posibilidad de que Megarief cumpla su cometido debido a los intensos combates.
En ciudades como Bengasi, Zilten y Misrata las escaramuzas, protestas y combates se han multiplicado con el transcurso de los meses.
A esto se suma la reciente denuncia publicada en el diario italiano Corriere della Sera, sobre la participación de un agente del servicio secreto francés en el asesinato de Gaddafi. Con esta noticia se da una nueva confirmación de la presencia en Libia de agentes de inteligencia extranjeros, principalmente de Estados Unidos y Francia, como fue revelado en diferentes medios de prensa el año pasado.
Francia recibe el 35% del petróleo bruto que produce Libia, según el acuerdo del entonces mandatario francés Nicolás Zarkozy firmado con los rebeldes y mercenarios que desestabilizaron al gobierno de la República Árabe Jamahiriya Socialista, reportado por Publico.es el 1/9/2011.
Otro punto que genera grandes tensiones, es Saif Al Islam, hijo del líder libio, que se encuentra detenido en el país, esperando a ser juzgado, aunque un proceso judicial en su contra podría desembocar en nueva revelaciones sobre las relaciones que mantenía su padre con los gobernantes europeos, algo que tampoco se ha profundizado en las investigaciones.
En medio de la crisis en Libia, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) o las potencias que invadieron el país, encabezadas por la Casa Blanca, no han arriesgado la posibilidad de efectuar una investigación completa por el asesinato de Gaddafi, que se produjo sin juicio previo, como tampoco rastrear el destino de las reservas internacionales del país, confiscadas por los gobiernos europeos y norteamericano, y que asciende a cientos de millones de dólares.
El silencio sobre Libia es un telón pesado construido a base de bombardeos, aunque en esas tierras más de 20 mil civiles fueron asesinados por la Otan y los mercenarios, quienes conformaron una coalición perfecta y respaldada con la impunidad otorgada por Washington y sus aliados.
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