domingo, 19 de mayo de 2013

La nota de EE UU en Derechos Humanos permanece muy baja: El imperio espía, monta bases militares, tortura e invade países

por Emilio Marín

Con Obama, la nota de EE UU en Derechos Humanos permanece muy baja: El imperio espía, monta bases militares, tortura e invade países
El presidente norteamericano afrontó cuestionamientos por escándalos de espionaje y manipulación de los medios. La famosa “primera democracia del mundo” no es tal. La Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) metió la pata hasta en Moscú.
Estados Unidos se considera el mejor ejemplo de respeto a los derechos humanos y la libertad de expresión. Barack Obama fue distinguido en 2009 con el inmerecido premio de Nobel de la Paz y luego reelecto. Sin embargo la realidad de ese país, para no hablar de las cosas que ese gobierno hace en el mundo, contrasta con aquellos supuestos lauros.
El presidente y su secretario de Justicia, Eric Holder, se vieron en aprietos por tres graves hechos de su responsabilidad.
Por un lado la administración manipuló la información sobre el ataque al consulado estadounidense en Benghazi, Libia, donde murieron su embajador y tres custodios. La manipulación “apretó” al Capitolio para que votara más fondos para reforzar la seguridad de las legaciones diplomáticas. Estas gozan de un sistema de protección de los países donde están radicadas, pero se ve que las estadounidenses requieren de una custodia muy especial. Puede ser por las maldades que la Casa Blanca y el Pentágono hacen por todo el planeta...
Obama también tuvo que dar la cara por el monitoreo que la IRS (suerte de AFIP) había realizado sobre centenares de entidades relacionadas con el partido republicano, de oposición. Trescientos de estos grupos habían pedido exención de impuestos y la lupa de la IRS se posó sobre ellos, por su color político. El responsable de la agencia, Steven Miller, pagó con su alejamiento del cargo, como si el excesivo escrutinio hubiera sido una ocurrencia suya.
No se salvó ni la agencia AP
El tercer caso de conducta antidemocrática fue el espionaje contra la agencia Associated Press, en sus oficinas de las ciudades de Washington, Nueva York y Hartford, incluyendo la interceptación de unos veinte teléfonos de la empresa y de números privados de sus periodistas.
La excusa fue que el secretario de Justicia quería descubrir una filtración en el seno del gobierno por la cual aquella agencia había publicado sobre la prevención de un atentado en 2002 en un vuelo desde Yemen a EE UU. Holder quería averiguar sobre esa filtración y no tuvo mejor idea que intervenir los teléfonos de la agencia. Al descubrirse, Gary Pruit, titular de AP, envió una carta a Justicia el 13 de mayo, calificando lo sucedido como “una intromisión masiva y sin precedentes en el trabajo de los periodistas; no hay justificación posible para una recolección tan amplia de las comunicaciones de AP y sus reporteros”.
Ese reclamo periodístico no ablandó al presidente, quien el jueves declaró: “no me disculpo por preocuparme por información que podría comprometer sus misiones o hacer que los maten” (a los hombres y mujeres a los que he enviado al campo de batalla).
Esa forma de razonar unifica a Obama con George Bush y su vicepresidente Dick Cheney, quienes justificaban las torturas en la “guerra antiterrorista”, donde todo valía. Genocidas argentinos ya fallecidos como Ramón Camps y Jorge R. Videla expusieron argumentos similares: era legítimo torturar a un “subversivo” para evitar un atentado. Lo que torna más injusto el argumento de Obama es que -si había habido una filtración en el gobierno- debían investigar al propio gobierno y no a la agencia AP. Y hacerlo respetando sus propias leyes, sin violarlas tan alevosamente con esas reminiscencias videlistas...
Todos bajo control
A raíz de ese espionaje, medio centenar de entidades avaló la protesta de Gary Pruit y envió otra carta a Holder y su segundo, James Cole, quien estuvo personalmente a cargo del operativo de intrusión y grabación de las telecomunicaciones. La misiva decía que “el alcance de esta acción pone en tela de juicio la integridad de las políticas del Departamento de Justicia hacia la prensa”.
El Departamento de Estado colecta informaciones de gobiernos del mundo y las clasifica y valora a su modo, emitiendo una vez al año un reporte sobre cómo respetan o no tales gobiernos los derechos humanos. Hay países con pésimas notas, antes de rendir examen. China, Cuba, Irán, Venezuela, Ecuador, Rusia, etc, salen siempre aplazados.
Con buen criterio, China ha tomado la costumbre de reunir información sobre cómo se violan tales derechos en EE UU y difundir un informe anual, lo que viene a llenar una gran vacío pues el imperio examina a los demás pero no a sí mismo.
El 21 de abril pasado Beijing dio a conocer ese reporte y allí se denuncia que la vigilancia e interceptaciones telefónicas, de correos electrónicos, internet, etc, afecta a muchísimas personas, no solamente a los cronistas.
“El gobierno de EE UU sigue intensificando la vigilancia de los ciudadanos comunes y corrientes, restringiendo y reduciendo la esfera de libertad de la sociedad y violando gravemente la libertad de los ciudadanos. El presidente Obama firmó el 30 de diciembre de 2012 un proyecto de ley que ampliaba cinco años los programas de intervención de las telecomunicaciones. Este proyecto de ley facilita la violación del derecho de los ciudadanos a la privacidad, ya que permite intervenir y monitorizar sus comunicaciones electrónicas sin contar con una orden judicial”, se lee en uno de los capítulos.
Beijing añade: “según una noticia publicada el 4 de mayo de 2012 en la página web CNET, la oficina del abogado general del FBI ha elaborado una propuesta de ley que exige a las redes sociales y a los proveedores de servicios de telefonía IP (VoIP), mensajería instantánea y correo electrónico que alteren su código para garantizar que sus productos permiten la intervención de las comunicaciones (news.cnet.com, 4 de mayo de 2012)”.
A veces el gobierno y otras las empresas
El espionaje a Associated Press y la extensión mencionada de la Patriot Act que venía de tiempos de Bush, claro que el autor es la Casa Blanca.
La Unión Estadounidense por las Libertades Civiles alertó en septiembre de 2012 que las agencias federales “están monitoreando cada vez más las comunicaciones electrónicas de los ciudadanos; las órdenes únicas emitidas por el Departamento de Justicia para la instalación de dispositivos de registro de llamadas salientes y detección y seguimiento de señales de comunicación utilizadas para intervenir las comunicaciones realizadas a través de teléfonos móviles aumentó un 60 por ciento entre 2009 y 2011, pasando de 23.535 a 37.616 en 2011”.
Eric Holder fue autorizado para emplear esos dispositivos en el correo electrónico y datos en red con un aumento de los casos del 361 por ciento entre 2009 y 2011. La Agencia de Seguridad Nacional de EE UU almacena cada día 1.700 millones de correos electrónicos, llamadas y otros tipos de comunicaciones de su propia población, sin contar con las que también recopila de los datos de la población de otros países. En Utah está construyendo un gran centro para tal fin.
El gobierno pide a las empresas que colaboren con el espionaje. Twitter informó que entre julio y diciembre del año pasado recibió peticiones de gobiernos del mundo para acceder a información de sus usuarios. “Recibió un total de 1.009 peticiones con EE UU liderando la tabla con un total de 815” (La Arena, 18/2).
Otras veces son las multinacionales las que espían a fin de obtener datos que mejoren sus negocios y ganancias, y/o negociar con el gobierno.  Google tuvo que pagar una multa de 7 millones de dólares en EE UU “por recopilar sin autorización datos personales de gente al recorrer sus barrios para recoger imágenes de su servicios Street View”, especialmente de los correos electrónicos,  informó Página/12, el 13 de marzo pasado.
Drones para espiar y matar
El informe de los chinos citaba a la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles y su advertencia de fines de 2011, de que el imperio podía llegar a utilizar drones militares para espiar a sus ciudadanos.
Esa alerta se quedó muy corta pues esos aviones no tripulados no sólo fueron empleados para el espionaje sino también para descargar certeras bombas que matan gente, incluyendo ciudadanos norteamericanos.
Esos drones han causado muchos centenares de muertes en Pakistán, Afganistán y Somalía, sin discriminar entre combatientes y población civil, pero más recientemente se conoció que incluso abatieron a estadounidenses. “Ni sus compatriotas se salvan de Obama” fue el título de la columna de Juan Gelman (Página/12, 17/2), comentando que el presidente había reivindicado una orden suya para que un dron matara a un ciudadano norteamericano en Yemen, quien había instado a luchar contra Washington. En el atentado también murieron un hijo adolescente y un amigo de éste, que Obama minimizó como “daño colateral” exactamente igual a su antecesor.
Otro caso, patético, de continuidad entre el texano bruto y el Nobel de la “Paz”.
La última metida de pata de la CIA fue en Moscú, donde su agente y tercer secretario de la embajada, Ryan Fogle, fue detenido con las manos en la masa cuando trataba de reclutar a un funcionario de los servicios secretos rusos. Fogle fue apresado por el Servicio de Seguridad Federal, con lo que la ex KGB se anotaba una victoria sobre la CIA. Para Hollywood el resultado habría sido al revés.

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