jueves, 13 de junio de 2013

Tensión en Estambul: Manifestantes de pie sobre Barricadas esperando la ultima batalla depuesta de lucha hasta el final

De pie sobre barricadas y flameando banderas con la imagen del Che Guevara, jóvenes turcos que protestan contra el Gobierno esperaban hoy, con máscaras y cascos, la inminente entrada de la policía en el ocupado parque Gezi de Estambul tras el ultimátum del primer ministro del país, Recep Tayyip Erdogan.








Sin embargo, cuando caía la noche, en medio de la tensa calma, un llamado de la oficina del primer ministro sorprendió a los manifestantes con una invitación a una reunión en Ankara, a la que finalmente asistieron a última hora un grupo de artistas en representación de la llamada Plataforma de Solidaridad por Taksim.


“Era algo que no esperábamos por la retórica dura que viene manteniendo Erdogan", explicó a Télam Ismail Surucuglu, miembro de la mencionada plataforma, llamada así por la plaza Taksim, adyacente a Gezi y lugar de inicio de los 16 días de protestas que desataron los planes del gobierno de demoler el parque.

"De todas formas, tendremos que esperar a mañana para evaluar y tomar alguna decisión sobre la reunión”, prosiguió Surucuglu.

“Tampoco descartamos una maniobra de engaño y que la policía entre al parque en cualquier momento. No confiamos en ellos, ya tenemos varios muertos y miles de heridos” remarcó Ismail, mientras una multitud con cascos y máscaras para protegerse de los gases se paseaba por el parque y la plaza Taksim, lo que hacía pensar que una intervención era improbable.  

En el parque Gezi se vivió una jornada de ambiente festivo, pero por la amenaza de la intervención, los miles de manifestantes que acampan allí, en su mayoría jóvenes, independientes y activistas de grupos ecologistas, feministas y anticapitalistas, se preparaban para lo peor.


“No tenemos miedo”, gritaban desafiantes y sonrientes unos jóvenes posicionados en el principal acceso al parque, colindante con la emblemática plaza Taksim, que desde ayer está bajo control de la policía después de dos semanas de violentos enfrentamientos.

En sus banderas, debajo de la cara del Che, la inscripción “Özgür Lise” (Libertad en los colegios), “el reclamo de una nueva generación que no quiere aceptar que el gobierno dirija sus vidas”, afirmó Sinan Koymen, estudiante de 21 años.

Desde Ankara, Erdogan ya había dado su último aviso a quienes se alzaron contra un proyecto urbanístico de su gobierno y que lo acusan de autoritarismo, de querer avanzar con su agenda islamista y de aplicar políticas neoliberales injustas.

De hecho, no es menor que el epicentro del conflicto sea Taksim, el mismísimo corazón de la capital financiera y económica de Turquía y todo un emblema del país, que aspira a entrar a la Unión Europea de la mano de un gobierno islamista considerado modelo a imitar en los países árabes en proceso de democratización.

"Hemos llegado al final de nuestra paciencia. Hago esta advertencia una última vez. Insto a los padres: ocúpense de sus hijos", dijo el primer ministro en una reunión con representantes de su Partido de Desarrollo y Justicia (AKP), islamista moderado.

"Déjennos solos con aquellos que se alinean con organizaciones extremistas y terroristas”, añadió.

“No nos vamos a mover de acá, y ya sabemos lo que nos espera”, dio a Télam Emirhan Liman, un estudiante de 19 años, también de la Plataforma de Solidaridad, que reúne a más de 80 organizaciones.

“A Erdogan no le creemos nada sobre el referendo, además la oferta no es oficial, y las personas que se reunieron con él no representaban a nadie”, añadió este joven.

La represión de una pequeña protesta en Gezi el pasado 31 de mayo en rechazo al proyecto gubernamental de demoler esta zona verde del centro de Estambul para construir un centro comercial fue el detonante de la que se convirtió en la mayor manifestación en Turquía en la última década.

“Protegeremos los árboles porque si destruyen este lugar sería un desastre, aunque esto va más allá, Erdogan tiene que dimitir porque está entregando nuestros recursos”, insistió Emirhan, que ve el proyecto urbanístico gubernamental como un claro ejemplo de capitalismo salvaje.

Los ocupantes del parque, a quienes Erdogan llamó despectivamente “çapulcu” (vagabundos) al inicio del conflicto, insisten en que el premier no comprende que la protesta no es solo por Gezi sino una respuesta a su deriva autoritaria y a sus políticas económicas, a pesar del crecimiento que experimentó Turquía durante su mandato.

“Después de las últimas elecciones de 2011, el primer ministro –con el 50% de los votos- comenzó a avanzar con políticas islamistas y con proyectos como la ley antiaborto o restringe el consumo de alcohol sin contar con ningún consenso”, argumentó Ozguir, un editor de 33 años que prefirió no dar su apellido.

“En los últimos meses la represión se incrementó contra activistas de izquierda, y la gota que rebalsó el vaso fue la violencia aquí en el parque”, añadió este hombre, que está acampando desde el primer día.

“Pero creo que la gente se dio cuenta que podía decir no, que podía luchar para cambiar las cosas, y el gran logro que hemos conseguido es que el gobierno retiró una ley que iba a abrir los suelos de los bosques a las constructoras”, sostuvo Ozguir, miembro de la plataforma Muçterekler.

“Aquí está principalmente la clase media, secular y laica que no estaba feliz con el gobierno de Erdogan y se sumaron otros grupos como anarquistas, feministas, y gays y lesbianas”, señaló.

“Hay gente que pide la renuncia de Erdogan, pero yo prefiero que él se haga responsable de esta situación”, reflexionó Ozguir.
Al menos cuatro personas murieron desde el inicio de la protestas, mientras que miles resultaron heridos y otros cientos fueron detenidos por la policía turca.

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