Luego de tres años de políticas neoliberales impuestas por la Troika -Unión Europea, Banco Central Europeo (BCE) y Fondo Monetario Internacional (FMI)-, el equivalente a la huida del ex presidente argentino Fernando de la Rúa en helicóptero desde la Casa Rosada el 20 de diciembre de 2001 representa un bálsamo en el horizonte del imaginario de los griegos, que vuelven a estar en pie de guerra.
Es plena temporada turística y al mediodía el termómetro supera los 34 grados en la capital griega. Los principales diarios del país informan sobre una noticia esperada desde hace días, la “suspensión” de miles de trabajadores del sector público, lo que para muchos de ellos equivale al despido.
El diario Eleftherotypia anuncia que se trata de 9.820 trabajadores, entre docentes, personal de limpieza, policías, empleados del servicio de ayuda social, de aeropuertos, sanitario y hasta arqueólogos, mientras el periódico Eleftheros Tipos eleva el número de despidos públicos a 10.092.
Al margen del baile de cifras en la “prensa libre” -como se hacen llamar estos diarios-, quedó claro que el gobierno del primer ministro conservador, Antonis Samaras, está decidido a cumplir con los compromisos adquiridos con la Troika de dejar en la calle a 25.000 empleados públicos antes de fin de año.
Ante la confirmación de la decisión, unos tres mil trabajadores griegos, convocados por la Confederación de Sindicatos de Empleados Públicos de Grecia (ADEDY), se congregaron el pasado viernes frente al Ministerio de Finanzas y marcharon hasta el Parlamento, frente a la emblemática plaza Syntagma, epicentro de las protestas antigubernamentales de los últimos años de crisis.
“Estamos aquí para demostrar la furia y la desesperación de todos los empleados públicos por los miles de despidos anunciados en estos días. El gobierno publicó una lista con los nombres de las personas que pasarán a reserva lo que supone una sentencia de despido”, dijo a Télam Grigoris Kalomoiris, ex presidente de la Federación de profesores de escuelas secundarias OLME.
Kalomoiris explicó que el gobierno se comprometió a reducir el sector público “en 60.000 empleados antes de 2015, con lo que los despidos sumarán 150.000 desde que se aprobó el rescate y el memorando”, en referencia al acuerdo que condicionó la ayuda europea a la aplicación de recetas neoliberales como la reducción del gasto público.
Los despidos son la contrapartida a los millones de euros de ayuda financiera recibidos desde inicios de 2010, cuando Grecia fue intervenida por la UE y el FMI.
La economía griega está estancada desde hace seis años y el desempleo alcanzó la cifra récord del 27 por ciento, el doble del promedio de la Unión Europea.
Lejos de mejorar, los recortes que Atenas está implementando no hicieron más que empeorar la situación, algo que es perceptible en las calles de la capital griega.
Samaras dio una muestra de hasta donde está dispuesto a llegar cuando el pasado 11 de junio anunció el cierre fulminante de la Radiotelevisión Pública Griega (ERT), que implica el despido de sus más de 2.600 trabajadores, en una decisión inédita en democracia y sin precedentes en Europa.
“Lo que está sucediendo es una barbaridad sin precedente para este país, incluso para Europa”, sostiene Kalomoiris en el marco de una protesta que no fue multitudinaria pero que anticipa que el verano puede ser muy caliente.
Su compañero y actual líder del sindicato OLME, Themis Kotsifakis, de 55 años, es uno de los afectados por los despidos: “Esta decisión no es sólo del gobierno, también de la Troika”.
“Nuestra demanda es que salgan de nuestro país, queremos que se cambien estas políticas que son un fraude, queremos un nuevo gobierno y políticas que apoyen a los profesores y al pueblo”, afirma ante Télam.
“En septiembre será el mes en el que las escuelas reabran y vamos a hacer un paro general, porque sin el paro y movilización seguirán despidiendo a los profesores”, dice Kotsifakis, quien tras 30 años en la educación pública figura en la lista de 2.122 empleados que pasan a reserva.
“Lo primero es el derecho de nuestro pueblo y no el derecho de los bancos y los especuladores”, subraya Kotsifakis, luego de explicar que con la austeridad el presupuesto de educación sufrió un recorte del 50%, lo que está destruyendo la calidad de la educación y condenará a muchos niños pobres a la exclusión.
Otro trabajador estatal, Kriton Orfanos, psicólogo del servicio de salud de Atenas, advierte que la situación en los hospitales públicos también es crítica: “No hay medicinas suficientes, ni algodón, ni guantes, falta personal y por lo tanto, hay que esperar mucho para una operación o simplemente para una consulta”.
“Muchos hospitales tendrán que cerrar porque van a despedir a mil personas más”, agrega premonitoriamente.
“Estas políticas de ajuste están destruyendo el sistema de salud …Enriquecen a los más poderosos, empujan los salarios hacia abajo, empeoran la economía, y si no hay un cambio terminaremos estallando como en Argentina”, enfatiza.
Los trabajadores griegos fueron a la huelga en reiteradas ocasiones en los últimos años para rechazar las políticas de austeridad y ahora se prepararan para una nueva batalla.
Es por eso que en medio de la temporada turística, el sector que apuntala la economía en Grecia y en el que están depositadas todas las esperanzas de recuperación, el sindicato OSYPA, que representa a los trabajadores civiles de los aeropuertos, anunció un paro de 24 horas para el 9 y 11 de agosto.
Telam
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