...Y ese argentino por accidente y latinoamericano por vocación, que en 1966, después de haber estado en ninguna parte, un hombre preparaba la memoria y la esperanza para que la vida volviera a América.
Ramón era entonces su nombre de guerra.
En uno de los muchos rincones de la realidad americana, este hombre recordaba, y en sus recuerdos vivían de nuevo todos los hombres y mujeres que vivieron y murieron por la vida de América.
Su nombre y su recuerdo fueron enterrados por los sepultureros reiterados de la historia. Para algunos se llamó Ernesto y se apellidó Guevara de la Serna.
Para nosotros fue y es el Che.
En Punta del Este denunció la política del poder que, desde las oficinas del Banco Mundial, proponía la construcción de letrinas como solución a las graves condiciones de miseria de los países de América.
Desde entonces, la pobreza de América se ha desarrollado en la misma proporción en que sus riquezas han sido saqueadas por los ricos de siempre.
La "letrinocracia" también evolucionó pero sólo en el nombre.
En uno de los países de América tomó el paradójico nombre de "solidaridad".
Sin embargo, a pesar de los espejismos nominales, el funcionamiento básico de la "letrinocracia" sigue siendo el mismo: hoy, como ayer, a los pobres les toca estar en el fondo de la letrina, y a los ricos les toca sentarse en ella.
Ciudadano del mundo, Che recuerda lo que ya sabíamos desde Espartaco y que a veces olvidamos: la humanidad encuentra en la lucha contra la injusticia un escalón que la eleva, que la hace mejor, que la convierte en más humana.
Hace unos años el Che soñaba y repetía el sueño de una realidad transformada, nueva, mejor.
EL SUEÑO DE LA REBELDÍA.
Para nosotros fue y es el Che.
En Punta del Este denunció la política del poder que, desde las oficinas del Banco Mundial, proponía la construcción de letrinas como solución a las graves condiciones de miseria de los países de América.
Desde entonces, la pobreza de América se ha desarrollado en la misma proporción en que sus riquezas han sido saqueadas por los ricos de siempre.
La "letrinocracia" también evolucionó pero sólo en el nombre.
En uno de los países de América tomó el paradójico nombre de "solidaridad".
Sin embargo, a pesar de los espejismos nominales, el funcionamiento básico de la "letrinocracia" sigue siendo el mismo: hoy, como ayer, a los pobres les toca estar en el fondo de la letrina, y a los ricos les toca sentarse en ella.
Ciudadano del mundo, Che recuerda lo que ya sabíamos desde Espartaco y que a veces olvidamos: la humanidad encuentra en la lucha contra la injusticia un escalón que la eleva, que la hace mejor, que la convierte en más humana.
Hace unos años el Che soñaba y repetía el sueño de una realidad transformada, nueva, mejor.
EL SUEÑO DE LA REBELDÍA.
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