miércoles, 27 de noviembre de 2013

En Chile no ganó Bachelet, en Chile ganó la abstención


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ANIBAL GARZON BAEZA – Más del 50% de chilenos y chilenas no acudieron a las urnas en las primeras elecciones presidenciales voluntarias desde la dictadura de Pinochet. Mientras, el Partido Comunista de Chile pasó de 3 a 6 parlamentarios siendo uno de ellos la exlíder estudiantil Camila Vallejo
 Los resultados de los comicios presidenciales chilenos del pasado domingo 17 de noviembre anunciaron la victoria de la candidata, y expresidenta entre 2006 y 2010, de la coalición Nueva Mayoría, Michelle Bachelet. La líder del Partido Socialista (PS) obtuvo el 46,67% de los votos, superando a la principal rival de la coalición conservadora gobernante del actual Presidente Sebastián Piñera, la Alianza por Chile, Evelyn Matthei, quien fue la segunda con mayor votación adquiriendo el 25,01%. Seguidamente entre los candidatos y candidatas que no pasaron a la segunda vuelta, la cual será celebrada el próximo 15 de diciembre, quedaron por orden de nivel de votos; el líder, primeramente, del centroizquierda Partido Progresista (PRO) y exmiembro del Partido Socialista además de hijo sanguíneo del ex líder Miguel Enríquez del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) asesinado en 1974 por la dictadura Pinochet, Marco Enríquez Ominami (MEO) con 10,91% de los votos. A continuación el neoliberal independiente Franco Parisi con 10,11%, seguido del líder del Partido Humanista con un programa identificado con los proyectos nacionales soberanistas de los países del ALBA-TCP como Bolivia, Marcel Claude con 2,81% de los votos. Claude fue pisado por el candidato del Partido Verde Alfredo Sfeir que obtuvo 2,31% del escrutinio total, a quien le persiguió la dirigenta social de izquierdas Roxana Miranda, mujer y pobladora de clase popular, con el Partido Igualdad adquiriendo 1,27% del plebiscito. Y finalmente los dos candidatos que no superaron el 1% fueron el líder regionalista conservador, contrario al modelo centralista del estado chileno al igual que del aborto terapéutico, Ricardo Israel con el 0,57%, y el independiente y exmiembro del Partido Demócrata Cristiano (DC), Tomas Jocelyn con el insignificante 0,19% de votos.
Además de la votación presidencial entre estos 9 aspirantes, también se celebraron elecciones legislativas para elegir los 120 diputados y 20 senadores del total de 38, y por primera vez en Chile se escogieron las autoridades de los Gobiernos Regionales (GOREs). Nueva Mayoría obtuvo 68 diputados y 12 senadores, mientras que la Alianza 48 diputados y 7 senadores, respectivamente, y finalmente en candidatos independientes surgieron electos 3 diputados y un senador.
Más allá de este scanner político chileno surge como pregunta inicial que ocurrirá en la segunda vuelta electoral del 15 de diciembre. Y como respuesta evidente, pasando de hipótesis a axioma, todo indica una victoria categórica de Bachelet. No solamente porque su resultado estuvo cerca de obtener la mayoría absoluta en la primera vuelta sino que el tercer candidato, MEO, al provenir del Partido Socialista acerca a su votante a Bachelet y no a Matthei. También, a pesar de estar más ideológicamente cercano el neoliberalismo extremo de Matthei que a la Economía Social de Mercado de Bachelet, Parisi anunció en una rueda de prensa que no se posiciona para la segunda vuelta pero que “Bachelet que es una dama y una señora de la política, será la próxima presidenta y la felicito por eso. En cambio la señora Matthei es una persona muy mala”  [1]. Palabras que se pueden interpretar de dos maneras; que Parisi busque una cercanía con Bachelet para entrar en algún cargo de su gobierno, vinculada con su formación de ingeniero comercial, o que vaya creando prestigio propio y liderazgo en las filas de la reformista derecha chilena para las próximas elecciones de 2017 enfrentándose a los sectores más arcaicos y pinochetistas que presenta Matthei. Sabiendo con ello Parisi que si diera en la segunda vuelta apoyo oficial a Matthei su carrera política podía desprestigiarse al ser evidente la derrota de la líder conservadora. Y en último grado, los sectores de la izquierda alternativa, no con gran apoyo electoral, como Miranda y Claude, no se posicionaron ni a favor de Bachelet ni de Matthei, a pesar de la demanda de la joven diputada comunista Karol Cariola [2]. Un voto que hará crecer la abstención en la segunda vuelta.
Ocultar o absorber a los indignados
Chile fue, y sigue siendo, en los años 80 el patio trasero de Estados Unidos como laboratorio de implementación de las políticas neoliberales de la Escuela de Chicago liderada por el, más que discutido, Premio Nobel de Economía Milton Friedman en 1976. Al padecer el país sudamericano una cruenta dictadura militar que se impuso por fuerza contra el gobierno democrático y socialista de Salvador Allende, asesinando a miles de dirigentes de izquierda y exiliándose en el exterior muchos más, hacía que el terror fuera la raíz para poder ejecutar el experimento.
Desde la modificación de la dictadura militar al sistema político actual en 1990, manteniéndose incluso la Constitución pinochetista de 1980 moldeada por el jurista Jaime Guzmán, existió lo que se llama el voto obligatorio. Durante más de 22 años se ocultó una acción política electoral que también era considerable, la abstención. Los anteriores comicios municipales en Chile, en octubre de 2012, fue el primer plebiscito con voto voluntario y la media no superó el 40% de participación. Hoy, en estas elecciones presidenciales y legislativas los datos no obtuvieron una sólida modificación ya que la abstención sumó el 50,7%, es decir de 13.573.143 inscritos solamente votaron 6.691.840. Una cifra que superó el doble de los resultados de Bachelet con 3.070.012 votos, e incluso la suma de las dos candidatas juntas, Bachelet y Matthei, que pasan a la segunda vuelta con una sumatoria de 4.715.283 votos.
Si los sistemas políticos de molde occidentalizado, como el chileno, fuesen lo democráticos que dicen ser posiblemente en Chile debería haber un vacío de poder, dada la victoria de la abstención. Una suma de población que, definitivamente, no cree en el sistema político chileno, sumándose desde el arquetipo del actor pasivo que hace simplemente caso omiso a todas las instituciones porque no se siente representado hasta el sujeto activamente politizado que busca otras estrategias alternativas constructivas más allá del voto, como sujetos de los movimientos sociales.
A todo esto, lo más chocante es cómo con ese 50,7% de abstención el sistema chileno siga teniendo una legitimidad política a nivel nacional e internacional. Algo que no es solamente propio de Chile, ya que países como Estados Unidos presenta una abstención elevada constante en los últimos años, teniendo un dato del 52,8% en 1988, 51,6% en 1996, o un poco menos en 2012, 41,8%. Aquí es donde juega espacio el concepto de hegemonía cultural gramsciana, siendo los medios de comunicación oficialistas una herramienta estratégica para crear y reproducir como sentido común que la abstención no sea considerada como una repulsa al sistema en sí sino simplemente una parsimonia social e incluso una aceptación directa de la estructura política.
Hay que recordar que durante la misma jornada electoral, jóvenes de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES) tomaron pacíficamente la sede del comando de Bachelet como símbolo de protesta afirmando en un comunicado que “no tenemos ni la menor duda de que la actual institucionalidad no dará el ancho para solucionar a los problemas que aquejan a nuestro pueblo” [3], una acción que tuvo apoyo de la Federación de Estudiantes de Chile (FECH), estudiantes mayores de 18 años con derecho a voto y que muchos de ellos, posiblemente, se abstuvieron. Aún así, el mismo sistema político chileno intenta absorber a muchos de estos actores alternativos para que justamente sigan reproduciendo los mecanismos existentes. Los casos más emblemáticos de la transformación de jóvenes rebeldes a diputados del sistema son las comunistas y líderes de las movilizaciones universitarias de 2011 como Camila Vallejo que ganó con el 43,6% de los votos en la comuna santiaguina de La Florida, y la líder de las Juventudes Comunistas de Chile Karol Cariola. Además del independiente Giorgio Jackson del Movimiento Revolución Democrática y el expresidente de la FECH Gabriel Boric, actualmente de Izquierda Autónoma. En el caso de Jackson y Boric son dos jóvenes que pueden sentarse en sus escaños siendo independientes y utilizando ese mecanismo como oposición a Bachelet desde la izquierda alternativa, pero lo complejo es la situación de Vallejo y Cariola donde el PCCh hará coalición con el gobierno de Bachelet, y estar en el gobierno y ser referencias de los movimientos sociales alternativos chilenos es una contradicción alarmante.
Partido Comunista de Chile, en las calles o en las bancas
Una vez se corrobore matemáticamente la victoria de Bachelet en la segunda vuelta electoral se iniciaran las negociaciones entre los 7 partidos que conforman Nueva Mayoría, entre ellos los dos principales pilares, el Partido Socialista y el Partido Demócrata Cristiano. El PCCh, el primer partido comunista fundado en Latinoamérica que celebró su centenario de fundación el 2012, buscará el máximo de espacios estratégicos dentro del gobierno para pujar a favor de sus demandas políticas, además de usar su creciente representación al pasar de 3 a 6 parlamentarios en el Congreso. La táctica del PCCh será realizar presión institucional al gobierno de Bachelet para hacer cumplir el programa político [4] que la misma futura Presidenta presentó como Nueva Mayoría, con propuestas pilares como Reforma Educativa, Nueva Constitución, y Reforma Tributaria. Pero no dejan de crecer cuestiones que esperan sus respuestas pragmáticamente, como ¿el PCCh también escuchará a los movimientos sociales cuando Bachelet posiblemente no cumpla sus promesas a fondo y crezcan las protestas de base? Pongamos que movimientos sociales, como los estudiantes, demandan una Asamblea Constituyente y la mayoría del gobierno de Bachelet, como ya ha anunciado, se decanta por una simple reforma constitucional. ¿Hacia donde irá el PCCh, hacia las bases o la élite? Pongamos que los movimientos sociales son reprimidos duramente por los Carabineros chilenos ya que Chile ha sido denunciado por Amnistía Internacional por exceso de represión ¿Hacia dónde irá el PCCh, hacia el pueblo o el gobierno? O supongamos que se aplica la ley Antiterrorista a la Nación Mapuche que lucha por sus derechos indígenas, ¿Hacia donde irá el PCCh, hacia los oprimidos o los opresores? Si el gobierno de Bachelet sigue su política neoliberal internacional vinculada a los Tratados de Libre Comercio (TLC) y la Alianza del Pacífico, ¿Hacía donde se decantará el PCCh, en solidaridad con los países del ALBA-TCP y el latinoamericanismo, defendiendo la demanda soberana marítima del Bolivia, o hacia el mercantilismo de la globalización?
Hay muchas dudas de cómo se iniciaría y se ejecutará la partida política de ajedrez en la nueva gestión gubernamental 2014-2018. ¿Cómo actuará Bachelet sobre sus promesas? ¿Cual será el rol del PCCh? ¿Qué proceso llevarán los movimientos sociales en Chile y las izquierdas alternativas frente a demandas al gobierno? Respuestas que irán surgiendo en la práctica, pero lo que si que es nítido hasta el momento es que más de medio Chile se siente fuera de esas reglas del juego.



  1. http://www.adnradio.cl/noticias/politica/parisi-bachelet-es-una-dama-y-la-proxima-presidenta-la-senora-matthei-una-persona-muy-mala/20131117/nota/2017666.aspx
  2. http://www.lanacion.cl/karol-cariola-llama-a-claude-meo-y-roxana-miranda-a-impulsar-cambios/noticias/2013-11-19/163443.html
  3. Ver noticia de Toma de los estudiantes: http://radio.uchile.cl/2013/11/17/estudiantes-de-la-aces-se-toman-comando-de-la-nueva-mayoria
  4. Ver programa político de Bachelet en: http://michellebachelet.cl/programa

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