martes, 14 de enero de 2014

Demonizando a la disidencia: la nueva era Bachelet


Bachelet era la candidata de la clase dominante. Fue traída desde su cómodo puesto en ONU Mujeres para neutralizar el creciente malestar expresado por los movimientos sociales.

El programa de Michelle Bachelet no cambiará las estructuras económicas neoliberales. No va a nacionalizar el cobre ni a eliminar el sistema de AFPs. 

El Grupo Luksic – a través de un informe del Banco de Chile – le dio el visto bueno al programa de la Nueva Mayoría. Agentes del grupo Luksic como el nefasto René Cortázar y Alberto Arenas formaron parte del comando de Bachelet. JP Morgan – el banco de inversión más grande del mundo – aplaudió el programa de Bachelet, afirmando en un documento que tiene “muchas ideas pro-mercado”

Jorge Awad, presidente de la Asociación de Bancos, dio su apoyo al programa de Bachelet afirmando que simpatiza con su “capitalismo inclusivo”. Tiempo atrás, Horst Paullman criticó a Piñera por “no apoyar lo suficiente a los empresarios”, como sí lo habían hecho los gobiernos “socialistas” de Lagos y Bachelet.

Tanto la Concertación – metamorfoseada en Nueva Mayoría – como la Alianza están en mínimos históricos de popularidad. Sin embargo, en el balotaje, Michelle Bachelet resultó vencedora con un 62%.

El triunfo de Bachelet no obedece a su programa sino a las expectativas que generó. Nuevamente, los votantes encargaron la responsabilidad de los cambios a los mismos de siempre esperando esta vez un resultado diferente.

El liderazgo carismático de Bachelet es de origen irracional, va más allá de lo político. El sociólogo Alberto Mayol la define como una “figura cristológica”. “El fenómeno escapa del ámbito de lo político. Es un fenómeno que podríamos llamar de sociología de la religión”, dijo a CNN. 


“Es la emoción, ella es algo mucho más profundo, no tiene contenido, por eso no necesita los contenidos, ella está detrás de eso. Todos los líderes están parados en la dominación, pero ella está parada en la legitimación, no en la dominación, por tanto ella tiene una existencia espiritual”, explicó.

Ese es el principal capital que la clase dominante ve en Bachelet: la posibilidad de realizar reformas que mantengan la esencia neoliberal del sistema, y el apoyo popular de Bachelet y la integración del Partido Comunista como dique de contención de los movimientos sociales y garantía de la mantención de la gobernabilidad.

"Reformas con estabilidad", dicen en la Nueva Mayoría. 

Mientras tanto, ya se ha comenzado a atacar a los enemigos del poder.

Demonizar a la disidencia

En un desarrollo particularmente peligroso, los medios de comunicación, y en especial el periódico La Segunda – que pareciera ser el portavoz oficial de la ANI – se han lanzado a una feroz campaña propagandística con objeto de instalar nuevamente al “anarquismo” como el último enemigo público, luego del bochorno del “Caso Bombas”. 

Así, el “anarquismo” se volvió el nuevo comodín después de la “ultra” en las movilizaciones 2011-2013.

Las portadas de La Segunda abundan en titulares sobre la creciente “amenaza” anarquista y el peligro que representaría el desarrollo de tipos de disidencia mucho más críticas con el sistema, en circunstancias que la clase dominante busca absorber parte del malestar con el programa de reformas de Bachelet.

El triunfo de Melissa Sepúlveda en la FECh es sin duda sintomático del avance de las posturas más críticas en ciertos sectores de la población, y es por esta razón que el poder – a través de sus medios – se ha abocado a deformar las posturas de la vocera universitaria y de lo que significa realmente el anarquismo.

Valgan de ejemplo las siguientes portadas de La Segunda:



El miedo a la disidencia crítica no sólo se manifiesta desde el poder; su principal objetivo es causar la repulsa de la opinión pública y cuadrarla en la defensa de quien hoy es el salvavidas de la clase dominante: Michelle Bachelet. 

Cuando la dirigente de la CONFECH remarcó la necesidad de continuar las movilizaciones este 2014, esta fue la respuesta de algunos seguidores de la presidenta electa:



Este tipo de comentarios podrían considerarse anecdóticos, de no ser porque los ataques irracionales de los partidarios de Bachelet contra cualquiera que expresase una opinión crítica fueron la tónica de su campaña.

En junio de 2013, un grupo de estudiantes en Chillán se manifestó contra la entonces candidata para recordarle su responsabilidad política en los asesinatos de comuneros y activistas mapuches durante su mandato.

Es necesario recordar que durante el gobierno de Bachelet fueron asesinados por el Estado más mapuches que en cualquier otro gobierno desde el retorno a la democracia. Michelle Bachelet reforzó la militarización de la Araucanía y es políticamente responsable por los asesinatos de Juan Collihuín (2006), Matías Catrileo (2008), Johnny Cariqueo (2008) y Jaime Mendoza Collío (2009).

Sin embargo, el peso de los argumentos no fue suficiente para los partidarios de Bachelet, que atacaron a los estudiantes acusándolos de “piñeristas”. 


En septiembre, el activista Joel Gonzáles intervino en un acto de campaña de Michelle Bachelet para expresar su malestar por el avance de la Ley Monsanto – que la propia Bachelet ingresó al parlamento durante su primer mandato – y también fue agredido por los bacheletistas. 


Con el nuevo gobierno de Bachelet, la clase dominante se apresta a truncar el avance de los movimientos sociales y de las posiciones que abogan por las transformaciones radicales que necesita Chile. Para ello van a recurrir a todos los medios que tengan a su disposición.

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