jueves, 6 de marzo de 2014

¿ALBOROTADORES VIOLENTOS O MANIFESTANTES PACÍFICOS?, ¿CÓMO LOS CALIFICA UD.?


Algunos líderes de la oposición y los grupos especialmente radicales recurren a ellas y empiezan a exigir la renuncia del presidente Maduro y que dimita por violación a los Derechos Humanos.


Todo depende de quién los catalogue

Entre noviembre y diciembre de 2010, más de 50 mil estudiantes protestaron en Londres. Muchos fueron arrestados y denunciaron la brutalidad policial y la represión.

Menos de un año después, en agosto de 2011, las protestas y los disturbios estallaron en todo Londres.

Según la BBC, el 15 de agosto del 2011, cerca de 3.100 personas habían sido detenidas, de las cuales más de 1.000 habían sido acusadas. Se contabilizó un total de 3.443 delitos en Londres que estaban vinculados a los disturbios. Las llamadas de emergencia en la noche del lunes experimentaron un incremento de 300%, de 5.400 llamadas a 20.800. Hubo algunas muertes, y muchos más resultaron heridos como consecuencia directa de actos violentos relacionados. Las pérdidas por daños a la propiedad alcanzaron unos 200 millones de libras esterlinas, y la actividad económica local resultó comprometida significativamente.

En los dos casos, el movimiento social rápido y violento estaba encendido y se promovía a través de las redes sociales. El malestar civil se contagia eficientemente y el movimiento de masas se dinamiza gracias a las tecnologías facilitadoras.

La forma más general en el que estos episodios enteros fueron descritos por el gobierno británico, junto con la mayoría de los medios occidentales, fue de la siguiente manera: “terroristas, vándalos, personas que exceden claramente su derecho a protestar”. The Daily Telegraph, uno de los principales periódicos británicos, llegó incluso a calificar a Twitter como un medio para la promoción de la violencia pandillera…

La acción represiva por parte del Estado no se hizo esperar, y desde luego el número de arrestos dan fe de un enfoque de tolerancia cero para restablecer el orden en la ciudad. ¿Por qué dejar que una minoría de 50.000 personas se apodere de Londres y paralice a todos los demás?

Pase a Caracas, Venezuela, 2014

Violentas protestas toman las calles durante varios días consecutivos. El número de manifestantes violentos seguramente ni siquiera llega a 50.000. Construyen barricadas de basura y fuego para bloquear calles y detener el libre tránsito de la ciudad de 6 millones de habitantes. Incluso instalan alambre de púas por encima de las calles entre los árboles. Van tan lejos como para tuitear que los alambres deben ser instalados a la altura adecuada para las detener a las motos. Algunos motorizados, sin saber de estas guillotinas casi invisibles, conducen hacia un terrible degollamiento.

Estas violentas protestas parecen no tener un objetivo ni exigencias. Algunos líderes de la oposición y los grupos especialmente radicales recurren a ellas y empiezan a exigir la renuncia del presidente Maduro y que dimita por violación a los Derechos Humanos.

En este caso, la mayoría de los gobiernos y medios occidentales se ponen del lado de los alborotadores (¿manifestantes?). Los medios de comunicación occidentales asumen ampliamente que el Gobierno de Venezuela está de hecho violando los derechos humanos, y que la “mayoría oprimida” sólo ha salido a las calles para exigir la libertad y el cambio de régimen. Esto no sólo es justo, es una especie de “primavera venezolana”.

Nada está más alejado de la verdad. La narrativa de los medios occidentales es una fantasía.

Es cierto que Venezuela es un ambiente polarizado políticamente donde sin duda hay una porción importante y relevante de la población que se opone al gobierno de Maduro. También hay una parte relevante y considerable de la población que apoya al gobierno de Maduro. Una elección hace apenas unos meses, le dio al gobierno más de 56% del voto popular en todo el país. Históricamente, desde que Maduro ganó la presidencia en abril de 2013, todos los encuestadores han medido sus niveles de aprobación entre el 45% y el 60%. Así que incluso si estuviese en estos momentos en el nivel más bajo de en términos de aceptación, estaría muy por encima del índice de aprobación actual de Obama, por ejemplo.

¿Debemos entonces consentir que un grupito que representa una minoría (o incluso si representara una mayoría) salga a las calles de Washington DC y exija un cambio de régimen? ¿Obama go home?

Por supuesto que no.

Así que, ¿cómo es que el mundo progresista lo justifica para otros países?

¿Qué haría Washington si hipotéticos disturbios en DC exigieran a Obama que renuncie, digamos que con 50 mil manifestantes violentos, aunado a la “autoridad moral” de aprobación de Obama que se encuentra actualmente por debajo de 42%? ¿Qué sucedería si, además, la NSA interceptara comunicaciones de un gobierno extranjero y algunas multinacionales extranjeras estuviesen financiando a los alborotadores violentos, (tal como Venezuela afirma que los disturbios están siendo financiados)?

La respuesta es obvia, y sería obvia para cualquier gobierno del mundo, ya sea en Turquía, Estados Unidos, Ucrania, el Reino Unido, China o Venezuela. También sería obvia para los medios occidentales de justicia propia que se han autoproclamados guardianes de la democracia. Estos medios están obligados a defender gobiernos constitucionalmente elegidos, y definitivamente apoyarían el cambio de régimen de la única manera que la democracia lo permite: a través de métodos constitucionales, como en las próximas elecciones generales.

¿Por qué no pensamos en derrocar gobiernos impopulares a través de protestas violentas en el G8? Después de todo, este parece ser el método de elección para el resto del mundo, sobre todo si el líder en cuestión no es uno de los “chicos buenos” según la matriz de los principales medios.

¿Quién está convocando a un cambio de régimen en Arabia Saudita, a pesar del hecho de que es una clara dictadura desde hace muchas décadas? Nadie, porque están con los “chicos buenos”.

Pero si se trata del presidente de Ucrania, Viktor Yanukovich, entonces vamos a sacarlo del poder. La democracia puede irse al infierno en ese caso. Él es pro-ruso y lo peor, amigo de Putin, un delito muy claro e imperdonable. Apoyemos el golpe y saquémoslo del poder.

La diferencia entre los alborotadores violentos y los manifestantes pacíficos parece estar en el ojo del espectador. Pero eso ya lo sabíamos. Lo que en Occidente parecen olvidar es que deberíamos aplicar los mismos estándares a todos los países. Invadir Irak, apoyar un golpe en Egipto, o forzar un cambio de régimen de un gobierno constitucionalmente elegido no es un acto de democracia, pues no contribuirá a la paz, y sólo empañará la reputación de Europa, EE.UU. y sus medios en el resto del mundo. En cambio, esto podría se utilizado por extremistas para justificar nuevos ataques al estilo 9/11 en Occidente, y el círculo vicioso comenzará a rodar de nuevo.

(cubadebate.cu)

0 comentarios:

Publicar un comentario