A propósito de una señalética, en una avenida de Windhoek, con el nombre de Fidel, en la República de Namibia.
Por José Alberto Zayas Pérez, colaborador cubano en Namibia
La hermosa capital de Namibia, la ciudad de Windhoek, es un conglomerado urbano de sólo 250 000 habitantes, en un país de poco mas de 2 millones y medio de habitantes.
Se observa un dinámico ritmo constructivo en las los nuevos espacios urbanos. Muchas zonas de las ciudad presentan numerosos solares yermos en espera ser edificados, en un desarrollo extensivo, caracterizado por edificaciones de una sola planta, en su zona residencial y algunas edificaciones en alturas, en su centro de servicio, que todos identificamos por su nombre en Inglés y simplemente nos referimos al “Town”, cuando deseamos señalar un punto notable de la ciudad.
En su espacio parecen convivir la modernidad, con algunos patrones, en sus edificaciones, que se corresponden a códigos de las culturas de sus antiguos colonizadores, en especial Alemania y Sudáfrica.
Su suelo arenoso, de un color beis, a veces con tonalidades rosadas, queda al descubierto, en su entramado edificado, donde es posible apreciar sus acatadas regulaciones urbanas, que separan las edificaciones, a más de 4 metros de las vías, corriendo a cargo del propietario del terreno la edificación del espacio empedrado, que no siempre se cumple con la prontitud requerida.
Lo que le da una imagen, tal vez, ruralizada, contrastando con los sobrios diseños arquitectónicos, en sus numerosas moles de servicios, que parecen atender a una población mucho mayor que la que realmente dispone.
Un índice importante de motorización, presiona la edificación de numerosas avenidas para aliviar los embotellamientos en las horas pico. Algunas de ellas tienen nombres emblemáticos y reconocidos por los pueblos del Mundo: Sam Nujoma, líder histórico del pueblo namibio y su primer Presidente, Nelson Mandela, Fidel Castro Ruz…
Para un cubano representa un raro sentimiento poder contemplar el nombre del líder histórico de la revolución Cubana.
Por eso, cuando escribía un artículo de denuncia sobre la permanencia de Cuba en la “Lista de Estado Patrocinadores del Terrorismo”, que cada años emite el Departamento de Estado norteamericano, recordaba una frase de Malcom X que expresa, “si no estás prevenido contra los Medios de Comunicación, te harán amar al opresor y odiar al oprimido”
Tenía el propósito de demostrar, tal vez, para algún confundido de buena fe, lo absurdo de tal planteamiento que sólo lesiona la credibilidad de quien sostiene tan endebles argumentos, que sólo sirven de justificación a la política de bloqueo contra la Isla y están en consonancia con intereses de la política doméstica del país norteño, y añadía, en todo caso, sólo puedo brindar una mínima parte de las sin razones que tiene Estados Unidos para etiquetar a Cuba con tan desacertado calificativo.
Realmente no le dije a mis interlocutores, con los que dialogaba sobre el tema cubano, todo lo que pensaba, nada le expresé de la profunda impresión que me causó la señalética con el nombre de Fidel en la esquina de una importante avenida local o el nombre de una escuela que lleva el nombre del líder del la Revolución Cubana y que los colaboradores cubanos apadrinamos de forma solidaria.
Algo totalmente inusual en nuestro país, donde se comprende el valor relativo del papel de las personalidades en la historia y es principio Martiano, expresado reiteradamente por Fidel, de que “toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”.
Nada dije, que para el pueblo nativo, conocedor de la discriminación racial y la pobreza extrema en el pasado, ese hito, en una esquina de Windhoek, es su forma de homenajear a un pueblo, en que Fidel es su digno representante, reconociendo el importante papel jugado por Cuba en la liberación de muchos pueblos africanos y su contribución al fin del Apartheid, al costo de enormes sacrificios en defensa de las causas justa de este Continente.
(Publicado en su blog)
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