El terror desatado en el este y sur de Ucrania vio su punto más álgido el pasado viernes, cuando en la región de Odessa un grupo de extrema derecha, bajo la mirada de los cuerpos de seguridad, atacó un edificio en el que se encontraban decenas de personas. El hecho terminó con 46 personas muertas y alrededor de 200 heridas.
A pesar de las contundentes evidencias de terrorismo y represión, para Estados Unidos, la operación militar criminal que se desarrolla en Ucrania es “proporcionada y razonable”, tal como expresó la embajadora estadounidense Samantha Power.
Represión y persecución
Tras el golpe de Estado, las primeras medidas tomadas por los complotados fueron la derogación de la constitución nacional, el acercamiento inmediato a los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea y el regreso a las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional.
El Parlamento ucraniano aprobó la decisión del autoproclamado presidente del país de admitir la presencia de tropas militares extranjeras en su territorio, con la entrada, este año, de 7 mil efectivos militares de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan).
Sin embargo, el gobierno impuesto por Estados Unidos carece del apoyo de muchos sectores, como se ha hecho evidente en localidades donde la población ha decidido romper el silencio que intenta imponer el régimen de terror.
Crimea y Sebastapol convocaron a un referendo en el que se aprobó la adhesión de estos territorios a la Federación Rusa. En Donetsk, Jarkov y Odessa sus ciudadanos proclamaron a estas regiones como Repúblicas Populares y anunciaron la convocatoria a referendo para consultar a la población el cambio de estatus.
En estas regiones, a las que se suma Lugansk, se registran protestas que han sido violentamente reprimidas por el gobierno golpista, con tropas militares y bandas terroristas.
En Kramatorsk, en la región de Donetsk, la resistencia ha sido atacada por los órganos de represión , dejando al menos 10 muertos y decenas de heridos.
Bandas ultraderechistas, totalmenta armadas y organizadas, han arremetido contra quienes desde la resistencia luchan por la democracia y por retomar el hilo constitucional.
Mirada cómplice
A diferencia de las llamadas protestas iniciadas en noviembre de 2013, para los medios de comunicación no existe el envío de tropas militares por parte de Kiev y sus aliados paramilitares contra la población civil en el sureste del país.
El ejemplo más reciente es el de Odessa, donde la extrema derecha incendió un edificio, tomado por la población que se opone al régimen de facto, causando la muerte de 46 personas.
Las empresas internacionales de comunicación, lejos de informar sobre el crimen cometido por grupos neonazis en la Casa de los Sindicatos de Odessa, esconden la responsabilidad de los autores de la masacre, tal como reseña un informe presentado por RT.
Estas cadenas de “información” se dedicaron sólo a difundir la versión ofrecida por integrantes de la tropa de choque neofascista.
La noticia fue abordada de manera que el público pudiera interpretar “que el edificio se incendió solo”.
Fox News reportó que “el choque entre manifestantes nacionalistas y los anti Kiev provocó un fuego en el que murieron al menos 31 personas (que aumentó a 46)”, sin aclarar cómo se generó el incendio ni mencionar que el grupo de extrema derecha bloqueó las salidas de emergencia para que las personas no pudieran salir del edificio en llamas.
El artículo de ‘El País’, el diario de mayor difusión de España, reseñó que un foco de violencia “arrasó un edificio en Odessa”.
En el portal de CNN, la muerte de estas 46 personas fue sustituida por otra información acerca de “la liberación de los observadores militares de la Osce (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa)”.
Preludio violento
La violencia en Ucrania comenzó en noviembre de 2013, cuando el gobierno de Yanukóvich decidiera soberanamente no firmar un acuerdo de asociación parcial con la Unión Europea (UE).
La “toma de las calles”, convocadas por grupos de ultraderecha organizados, financiados y protegidos por EEUU y sus aliados, se intensificó en diciembre y enero. El motivo de las acciones ya era otro: los llamados manifestantes pacíficos no reclamaban la firma del acuerdo con la UE, sino que denunciaban la supuesta represión por parte del gobierno de Yanukóvich, utilizando un esquema evidentemente similar al que aplica la ultraderecha en Venezuela.
Las jornadas violentas de los fascistas ucranianos se caracterizaron por ataques con petardos, piedras, botellas incendiarias -bombas molotov- y neumáticos en llamas contra los agentes antidisturbios, que dejaron centenares de heridos. Asimismo, se evidenció la presencia de francotiradores, que posteriormente se conoció que fueron contratados por los opositores para generar caos y justificar un golpe de Estado.
Pese a la magnitud de los actos terroristas de la ultraderecha de Ucrania, los medios de comunicación internacionales acusaban al Gobierno de Yanukóvich de represor y tirano.
A finales de enero, el Parlamento aprobó una ley de amnistía para los detenidos en actos terroristas, que entró en vigor el 17 de febrero. Cinco días después se perpetró el golpe.
Desde la puesta en vigencia de la ley de amnistía hasta el 21 de febrero, la ultraderecha asesinó a más de 80 personas. El golpe de Estado se concretó el 22 de febrero.
Guión ucraniano en Venezuela
Luego del golpe de Estado contra el pueblo ucraniano, la ultraderecha venezolana hizo público que aplicaba ese mismo modelo para intentar derrocar al Presidente Nicolás Maduro.
Desde el inicio de la Revolución Bolivariana, Estados Unidos ha dirigido y financiado todos los intentos de la derecha para derogar la constitución, minar la soberanía y recuperar su control sobre el petróleo venezolano.
El guión que EEUU y la UE pusieron en marcha en Ucrania también se ejecuta en Venezuela, donde grupos terroristas han perpetrado actos que han provocado el asesinato de 41 personas, cientos de heridos y cuantiosas pérdidas a instalaciones públicas y privadas.
El pasado 2 de mayo, el ministro para las Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Miguel Rodríguez Torres, informó que han sido apresadas en el país 58 personas de otras nacionalidades, por estar involucradas en actos terroristas. ”El método de lucha implica la contratación de mercenarios”, dijo; una cuestión que se asemeja a la contratación de francotiradores en Ucrania.
Los medios de comunicación internacionales, al igual que en Ucrania, omiten informar sobre actos violentos y terroristas cometidos por la ultraderecha, mientras atizan una campaña de descrédito para minar la decidida actuación en favor de la paz que ha caracterizado el accionar del Gobierno venezolano.
AVN
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