Entre 1970 y 2010, el Índice Planeta Vivo (IPV), que mide la evolución de 10.380 poblaciones de 3.038 especies se redujo un 52% contando mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces.
La acción del ser humano implicó la desaparición entre 1970 y 2010 de más de la mitad de los animales salvajes del planeta, indica el informe Planeta Vivo 2014 de la ONG WWF publicado este 29 de septiembre. Esta es la última evaluación de la situación en una Tierra sobreexplotada.
“Las diferentes formas de vida son a la vez la matriz de los ecosistemas que permiten la vida en la tierra y el barómetro de lo que hacemos a nuestro planeta”, escribe el director general del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF International), Marco Lambertini.
Entre 1970 y 2010, el Índice Planeta Vivo (IPV), que mide la evolución de 10.380 poblaciones de 3.038 especies se redujo un 52% contando mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces.
“Esta fuerte tendencia no da signos de disminuir su velocidad”, según la décima edición del informe, cuyos autores señalan que aún es posible actuar para invertir esta caída, así como combinar desarrollo y protección del medio ambiente.
Las zonas más afectadas son América Latina (-83%), seguida de la región de Asia-Pacífico. Las especies de agua dulce pagaron el mayor precio, con una reducción del 76%, mientras que un 39% de las terrestres y marinas disminuyeron.
La bajada anunciada del 52% es mayor que en los informes precedentes, ya que se afinó el modelo de cálculo para llevar a cabo una representación más fiel de la repartición mundial de las especies de vertebrados, precisa esta ONG especializada en la protección de animales en peligro.
En su anterior informe bienal (2012), WWF señalaba una reducción del 28% de las especies salvajes entre 1970 y 2008. El índice sólo incluía entonces 2.699 especies.
Las causas de este declive: la pérdida y degradación de los hábitat (a causa de la agricultura, urbanización, deforestación, riego, represas hidroeléctricas…), la caza y la sobreexplotación pesquera (incluso, las capturas accidentales) y el cambio climático.
La humanidad sobreexplota la Tierra, consume recursos naturales por encima de las capacidad del planeta para reconstituirlos: más peces que nacen, los bosques y océanos no pueden absorber todo el CO2 emitido.
“Para disponer de los servicios ecológicos que aprovechamos cada año, requerimos actualmente la capacidad generadora equivalente a una Tierra y media”, recuerda WWF.
Y la “biocapacidad”, es decir, la superficie disponible para garantizar estos bienes y servicios no para de contraerse con la explosión demográfica mundial.
¿De quién es la culpa? Los países más ricos son globalmente aquellos donde la huella ecológica por habitante es la más elevada.
En 2010, Kuwait estaba en cabeza, seguida de Catar, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Dinamarca, Bélgica, Trinidad y Tobago, Singapur, EE.UU., Bahréin y Suecia.
“El uso de los recursos y de los servicios ecológicos de los países con ingresos altos es por cabeza cinco veces más elevado que en los países con bajos ingresos” y, por tanto, para mantener su nivel de vida, los países ricos recurren ampliamente a la biocapacidad de los otros.
(AFP)
La acción del ser humano implicó la desaparición entre 1970 y 2010 de más de la mitad de los animales salvajes del planeta, indica el informe Planeta Vivo 2014 de la ONG WWF publicado este 29 de septiembre. Esta es la última evaluación de la situación en una Tierra sobreexplotada.
“Las diferentes formas de vida son a la vez la matriz de los ecosistemas que permiten la vida en la tierra y el barómetro de lo que hacemos a nuestro planeta”, escribe el director general del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF International), Marco Lambertini.
Entre 1970 y 2010, el Índice Planeta Vivo (IPV), que mide la evolución de 10.380 poblaciones de 3.038 especies se redujo un 52% contando mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces.
“Esta fuerte tendencia no da signos de disminuir su velocidad”, según la décima edición del informe, cuyos autores señalan que aún es posible actuar para invertir esta caída, así como combinar desarrollo y protección del medio ambiente.
Las zonas más afectadas son América Latina (-83%), seguida de la región de Asia-Pacífico. Las especies de agua dulce pagaron el mayor precio, con una reducción del 76%, mientras que un 39% de las terrestres y marinas disminuyeron.
La bajada anunciada del 52% es mayor que en los informes precedentes, ya que se afinó el modelo de cálculo para llevar a cabo una representación más fiel de la repartición mundial de las especies de vertebrados, precisa esta ONG especializada en la protección de animales en peligro.
En su anterior informe bienal (2012), WWF señalaba una reducción del 28% de las especies salvajes entre 1970 y 2008. El índice sólo incluía entonces 2.699 especies.
Las causas de este declive: la pérdida y degradación de los hábitat (a causa de la agricultura, urbanización, deforestación, riego, represas hidroeléctricas…), la caza y la sobreexplotación pesquera (incluso, las capturas accidentales) y el cambio climático.
La humanidad sobreexplota la Tierra, consume recursos naturales por encima de las capacidad del planeta para reconstituirlos: más peces que nacen, los bosques y océanos no pueden absorber todo el CO2 emitido.
“Para disponer de los servicios ecológicos que aprovechamos cada año, requerimos actualmente la capacidad generadora equivalente a una Tierra y media”, recuerda WWF.
Y la “biocapacidad”, es decir, la superficie disponible para garantizar estos bienes y servicios no para de contraerse con la explosión demográfica mundial.
¿De quién es la culpa? Los países más ricos son globalmente aquellos donde la huella ecológica por habitante es la más elevada.
En 2010, Kuwait estaba en cabeza, seguida de Catar, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Dinamarca, Bélgica, Trinidad y Tobago, Singapur, EE.UU., Bahréin y Suecia.
“El uso de los recursos y de los servicios ecológicos de los países con ingresos altos es por cabeza cinco veces más elevado que en los países con bajos ingresos” y, por tanto, para mantener su nivel de vida, los países ricos recurren ampliamente a la biocapacidad de los otros.
(AFP)
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