Ha habido tantos robos, tanta corrupción y tanta injusticia en este país que necesitamos una revolución para corregir la situación"
Burkina Faso vivió ayer un paso más en su lento caminar hacia la expulsión de Blaise Compaoré, que lleva en el poder 27 años. Su intención de perpetuarse en el poder reformando el artículo 37 de la Constitución ha provocado una revuelta popular que bien le puede costar la presidencia.
La disolución del Parlamento y del Gobierno, seguido de la toma del poder por parte de las Fuerzas Armadas marcan un antes y un después en “la tierra de los hombres integros”.
La pregunta clave es ¿Qué va a pasar ahora? El pasado nos puede dar algunas claves. Muchos son los nombres que suenan y sonarán los próximos días, pero hay uno que destaca y es el de Boukari Kaboré, el León de Boulkiemdé.
Boukari Kaboré fue amigo del presidente y general Thomas Sankara y uno de sus compañeros más leales. Kaboré estaba a la cabeza de la brigada aérea en Koudogou, al oeste de Uagadugú, donde se enteró de los dramáticos acontecimientos del 15 de Octubre de 1987 y la consecuente muerte de su amigo Sankara. Fue allí, en la ciudad de Koudougou y su región, Boulkiemdé, donde opuso una férrea resistencia al nuevo régimen de Blaise Compaoré, lo que le valió su valeroso título.
No tardó en proclamar que el asesinato del presidente “no quedaría sin castigo” y afirmó rotundamente que “hay testigos vivos que están dispuestos a hablar”. Sin darse cuenta él se iba a convertir en ese testigo del pasado, defendiendo su memoria.
Sin embargo Blaise Compaoré fue proclamado presidente y a pesar de su férrea resistencia el León tuvo que marchar al exilio en Ghana. De hecho no pudo volver a su tierra hasta 1991, cuando le garantizaron que no sería procesado. Desde entonces Kaboré se dedicó a defender con palabras al héroe burkinabé y volvió rápidamente a la política. Convertido en miembro de la oposición Sankarista, Boukari Kaboré fundó el Partido de Unidad Nacional y Desarrollo (PUND), partido que en las últimas elecciones fue perdiendo su brillo, obteniendo tan sólo el 2,31% de los votos en la elección presidencial de 2010. Finalmente en 2011 fue rehabilitado en el ejército y ascendido al grado de coronel.
Pero a lo largo de todos esos años el León de Boulkiemdé no bajó la voz en contra del régimen de Blaise Compaoré sino que la elevó hasta hacerse oír en cada esquina de Burkina Faso. No tuvo problemas en declarar en una entrevista para el 'Courrier Confidentiel' el 10 de julio de 2013 que “todo el mundo sabe que las elecciones han sido manipuladas en Burkina Faso, el gobierno ha robado y la corrupción ha plagado el sistema” para más tarde lamentarse preguntando “¿Dónde está la democracia?”.
Pero lo más impactante no fueron las acusaciones al gobierno, sino que en esta misma entrevista anunció la necesidad de evolucionar afirmando que los cambios estaban en todas partes y Burkina Faso no escaparía a la alternancia. De hecho argumentó la necesidad de cambio a través de la destitución del presidente alegando que Compaoré no era la única persona en Burkina capaz de dirigir el país. Y a la pregunta del periodista “¿Crees que sin Revolución, el país puede realmente despegar?” contestó rotundamente “Ha habido tantos robos, tanta corrupción y tanta injusticia en este país que necesitamos una revolución para corregir la situación. El estado ha sido robado y los bienes robadas deben ser devueltos. Para ello, es necesario una revolución”.
¿Quizás estaba esperando el momento justo para esa revolución que los hombres íntegros tanto han ansiado? Lo cierto es que para el dictador Compaoré un levantamiento en el que el León ha sido una de las voces cantantes -ayer se le escuchó por la radio nacional tomada diciendo que el régimen de Compaoré había terminado-, no puede presagiar nada bueno.
Lo que este jueves estalló como una revuelta popular acabó con el apoyo de las fuerzas armadas en contra de un régimen que ha durado casi tres décadas. Está claro que el papel de Boukari Kaboré va a ser esencial. Él es el último de los supervivientes del círculo de Sankara y encarna la tradición de una revolución asesinada. Una revolución que él mismo había presagiado y que parece cumplirse. Tal vez Kaboré contaba con más información de la que él mismo dijo que disponía, o tal vez el cambio constitucional de Compaoré aceleró los hechos. Sea como fuere, los burkinabeses quieren un cambio, pero no del artículo 37 precisamente.
Guin Guin Bali. Extractado por La Haine
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