viernes, 30 de enero de 2015

Puertorriqueño liberado: “O los yanquis se van o los sacamos”

Norberto
CANDIDA COTTO / CLARIDAD / Puerto Rico – Rodeado de su compañera Elda Santiago, sus hijos, nietos, hermanos y amigos, con quienes aun en las circunstancias y riesgos del clandestinaje, y durante el proceso de arresto y encarcelamiento, mantuvo los lazos afectivos, un sonriente y sencillo Norberto González Claudio se reintegra ya, de cara al sol, a la lucha diaria por la liberación de su Patria.
El miembro del Partido Revolucionario de los Trabajadores Puertorriqueños-Macheteros (PRTP- Macheteros) quien estuvo25 años clandestino aquí en Puerto Rico, fue capturado en mayo del 2011 y acusado por participar en la apropiación de $7.8 millones de la Wells Fargo, en Hartford, Connecticut. Esa acción fue reconocida por el Gobierno de Estados Unidos en todos los procesos que llevó ante los tribunales como un acto político de la organización independentista.
A pocos días de su regreso a la Patria, Claridad conversó en exclusiva con Norberto, en medio de una celebración llena de regocijo y sentimiento de triunfo.
¿Alguna vez pensaste que del grupo tú ibas a ser el que se iría al clandestinaje por más tiempo? Entre inocencia y suspicacia, Norberto contesta con una amplia sonrisa:
“Yo no tenía idea. Ése es el proceso revolucionario que se da. Aparte de las intenciones de uno, el proceso revolucionario casi corre independiente. Uno no sabe de los avatares de la vida, y cuando llegan, llegan.”
¿Hay preparación para eso?
“No, nosotros estamos preparados para todo. En la lucha revolucionaria, principalmente en la lucha revolucionaria clandestina, uno sabe que puede estar clandestino mucho tiempo si la organización es clandestina. Aunque uno esté trabajando abiertamente, sabe que de momento somos humanos y uno puede cometer error y el enemigo nos puede perseguir… Que pasen trabajo, uno no se va a entregar, ellos son los que están en territorio enemigo.”
¿Qué fue lo más que te sorprendió del proceso del clandestinaje?
“Yo creo que ésa es una etapa normal de vida. Como dije en una entrevista, yo realmente estaba caminando por ahí como cualquier ciudadano de Puerto Rico. Lo peor de la vida clandestina realmente es la familia, porque nosotros, principalmente los boricuas, somos familiares, nos encanta estar con la familia y eso es lo peor. Pero como todo el mundo sabe, la novia mía es una militante de toda la vida, los hijos míos me quieren prácticamente porque ella les enseñó y eso es maravilloso. Eso es un agradecimiento que yo le tengo que hacer a ella por esa situación particular y que siga conmigo después de pasar ese camino.”
El combatiente confirmó que para el PRTP-Macheteros, confiaba en lograr, como un reto histórico y objetivo político, que él estuviese en el clandestinaje por más años.
“Nadie espera que arresten a uno cuando como un mes antes de mi arresto se hizo una actividad en mi honor. Pero lo maravilloso de nosotros es que todos esos 26 años estuvimos aquí. El enemigo buscando por aquí, buscando por acá, nunca tropezó, y yo viví tan cerca como Manatí o Vega Baja. O sea, que estamos bien cerquita del territorio. Yo estaba clandestino, pero toda la gente de nosotros iba y venía. El enemigo sabe quién está aquí, quién esta allá. Todo el tiempo sangre fría y más, sin ningún problema. Ése es un proceso de aprendizaje que me duró casi 26 años y todavía, porque como dice la canción, ‘la vida te da sorpresas’. La lucha no se ha finalizado, o los yanquis se van o los sacamos.”
¿Qué significa para ti el apoyo del pueblo?
“Ese es un apoyo grande. Antes de llegar aquí recibí abrazos tan gigantes de todos los compañeros, muy cálidos, bien solidarios. Cuando llegué al aeropuerto fue una emoción bonita, ese calor humano que tiene el boricua, esos abrazos casi rompe hueso que me daban cada uno que me abrazaba, era una cosa única. En ese sentido llegué con la Loto ganada.”
Se refiere en primera instancia a los saludos de despedida de la prisión que le dieron los confinados boricuas con los cuales pudo compartir, así como los saludos que recibió en el Terminal del Aeropuerto en la Isla, antes de salir para encontrarse con el público que le esperaba fuera.
¿Cómo es tu relación con tus hermanos militantes Avelino y Orlando, quienes también estuvieron implicados en los mismos hechos?
“En mi familia somos siete hermanos, dos hermanas y cinco hermanos. Entonces estaban los mayores y los menores. Esto no lo sabe nadie, (y baja la voz), yo de primero a noveno grado no estudiaba y sacaba efes. Me salí un año, pero ya me sentía comprometido con la independencia y dije ‘si mis hermanos salieron por el mismo boquetito que salí yo, yo puedo tener la misma inteligencia, porque ellos pueden pasar las clases’. Entonces me puse a estudiar y de F comencé a sacar A y B. Intenté entrar a la Universidad de lleno, no lo logré (pone cara de resignación). Estudié en Junior College y en seguida me pasé, porque yo no quería estudiar, yo lo que quería era ser de la FUPI (Federación de Universitarios Pro Independencia) revolucionario. Eso fue un error de juventud (se refiere a no querer estudiar) pero me fajé, estudié y estoy muy contento con la vida que seguí. Le digo a mis hijos y se lo digo a todo el mundo, el requisito uno de los Macheteros es ‘ponte a estudiar si tú quieres estar aquí.”
¿Cómo surge entre los hermanos ese amor tan destacado por la Patria?
“Yo no sé porque la viejita mía era Popular, pero no intervenía nunca con nosotros. Ella era muy religiosa, pero nunca nos obligó a ir a la iglesia. Ella nos regaló lo más importante… (se le quiebra la voz y deja asomar las lágrimas). En los tres mayores eran los genios. Pero Avelino me dejaba caer cositas en el cuarto, y no cositas conocidas, sino ‘underground’, ya estaba empezando con eso. En ese sentido me fui puliendo e ingresé al MPI con unos amigos míos. Cuando ya comenzaba a entrenar en el otro lado, vi más posibilidades por el otro lado. Era mejor estar como frío pero haciendo muchas cosas calientes…”
¿Cuál es tu evaluación de la lucha actual después de esa experiencia tan fuerte del clandestinaje?
“Creo que nosotros, –cuando hablo de nosotros hablo del PRT Macheteros–, nunca dejamos de ser unitarios. Nosotros, con cualquiera que quisiera sentarse a hablar con nosotros, ahí vamos. Todavía tenemos ese espíritu, ése es el espíritu que nosotros necesitamos. No es que haya 20 organizaciones, sino que las 20 organizaciones se puedan reunir coordinadamente, porque tenemos cinco dedos y los cinco dedos son diferentes. La madre naturaleza es la diversidad, que es lo que impera en la madre naturaleza, por lo tanto entre nosotros también. Pero eso no quiere decir que nosotros no podamos estar en conjunto. Realmente estamos en un bajón increíble. Yo creo que llegamos al piso, de tan bajito que estamos, y hablo de todo el movimiento independentista. Nuestra situación es real. Hay que ver el espíritu de solidaridad, ver cómo echar para adelante.”
¿Consideras que el hecho de que hayas estado tanto tiempo en el clandestinaje te convierte en una especie de símbolo para los jóvenes?
“Eso no cabe duda. Ojalá me hubiesen arrestado primero, porque yo soy un organizador natural. Incluso llegué a reunirme con compañeros que no sabían quién yo era. Muchas veces me tenía que mudar porque me sospechaba y dejaba la cosa ‘montá’. Ahora tengo la ventaja de que puedo seguir mi trabajo de organizador.”
Háblanos de tu experiencia en prisión y si tuviste oportunidad de compartir con otros confinados sobre tu caso.
“La última vez que me llevaron al hoyo llegaron los jefes donde estaba, se sentaron conmigo en una oficina, yo esposado, me miran mal y se van, no me dicen nada. Yo me río por dentro, ‘qué ridículos son’. Cuando llegué a la cárcel me tuvieron seis meses en el hoyo. Si no es por la presión de Jan Susler me dejan allí. Cuando salgo no me llevaron a la población general. Cuando me meten en el hoyo, todo era de aluminio, tenía un baño de aluminio con agua caliente, una cosa absurda y la gente lo veía como normal. El aire acondicionado estaba a nivel de nevera y no te daban abrigo. Ya en noviembre en la prisión te dan el abrigo pero cuando estás en el hoyo no te dan el abrigo. Me preguntaba cómo la gente puede ver esto como normal.
“Algunas veces cuando salíamos a población general la grama estaba ‘congelá’. En el hoyo hasta la comida cambia. La última vez me movieron tres veces en 15 días, hasta que dije ‘mira yo no me voy a mover de aquí’. Ahí me dijeron ‘mira, es que ahora vas a estar con los boricuas’. La ventana en el hoyo tiene un huequito por abajo y un boquetito por arriba, los hoyos en casi todas las cárceles son así. Pero yo soy bien sosegado y me reía.”
En una situación que parece absurda aun cuando se supone que se encuentra en “probatoria” por los próximos tres años, al final de los cuales ya habrá cumplido con todo el proceso judicial, Norberto relató que desde que regresó a la Isla ha tenido que hacer múltiples gestiones para obtener tarjetas de identificación.
“Todo el mundo me conoce menos el enemigo. No me pueden dar una identificación, no servía el certificado de nacimiento. Fuimos al CESCO, de ahí me enviaron al Seguro Social, del Seguro Social me enviaron a CESCO, de CESCO me enviaron a un médico. En prisión hacen esos trámites, pero en el hoyo no quisieron bregar con eso.”
Para concluir, Norberto habla sobre el encarcelamiento de 33 años del prisionero político puertorriqueño Oscar López Rivera.
“Lo más importante ahora no es mi salida sino la lucha para que Oscar salga. Eso es lo más fundamental ahora. Yo estuve seis meses en el hoyo, Oscar estuvo 12 años. Eso es un abuso. Que él esté tan lindo, tan claro, tan rebosante de salud, eso es increíble. 33 años es un abuso. Y después se preguntan, se cuestionan, por qué nosotros queremos la libertad…”.

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