martes, 24 de marzo de 2015

Comunistas afganos anuncian que atacarán a la OTAN y a ISIS

El partido comunista (maoísta) clandestino afgano ha anunciado que muy pronto comenzará a combatir a los “ocupantes imperialistas” pero también a los “reaccionarios teocráticos islámicos”, como  ISIS. Dentro de muy poco las tropas de ocupación de la OTAN tendrán que combatir no sólo contra los talibanes y los jihadistas sino también contra los guerreros comunistas.
taliban
El partido comunista (maoísta) clandestino afgano ha anunciado que muy pronto comenzará a combatir a los “ocupantes imperialistas” pero también a los “reaccionarios teocráticos islámicos”, como  ISIS. Dentro de muy poco las tropas de ocupación de la OTAN tendrán que combatir no sólo contra los talibanes y los jihadistas sino también contra los guerreros comunistas. Esto es al menos lo que se deduce de un reciente comunicado del partido comunista (maoísta) afgano, una formación clandestina creada en 2004.
“El partido está por dar comienzo a la guerra popular en Afganistán, cuyo carácter específico en la actual coyuntura es el de una guerra popular revolucionaria contra los ocupantes imperialistas y su régimen fantoche.
Así concluye un comunicado del PC (m) publicado el 15 de julio pasado en “Shola Jawwid” (Llama eterna), órgano del partido para conmemorar al compañero Azad, histórico portavoz de los guerrilleros maoístas indios “Naxaliti”, muerto en acción el pasado primero de julio.
El partido comunista (maoísta) afgano -cuya dirigencia ha permanecido hasta ahora en la clandestinidad- es el fruto de un lento proceso de reunificación y de revitalización de los restos de los grandes movimientos maoístas afganos de los años 60 y 70, exterminados luego por los comunistas filo-soviéticos y por los integristas filo-estadounidenses. Un proceso que comenzó luego de la invasión aliada de 2001, con el objeto de instalar una guerra de liberación nacional “autónoma” con relación a los grupos armados islámicos y en nombre de una “tercera vía” alternativa ajena tanto a la ocupación extranjera como a la teocracia islámica.
“Si las masas afganas continúan pensando que las únicas alternativas son la rendición ante el ocupante extranjero o el apoyo a los talibanes y a al-Qaida, la miseria de nuestro pueblo no tendrá fin” se lee en un documento de 2002. “Nuestro partido ha decidido movilizarse autónomamente para resistir a la invasión imperialista como etapa necesaria hacia una revolución neodemocrática en Afganistán. Debemos sin embargo considerar como enemigos nuestros no sólo a los imperialistas estadounidenses y sus aliados, sino también a los reaccionarios teocrático-islámicos, a los talibanes y a los jihadistas que son los que controlan actualmente al país”.
El PC (m) como moderno heredero de los Sholay (llamas): los militantes maoístas de la Organización de jóvenes progresistas (Sazman-e Jawanan-e Mutarraqi) creada en 1965 por Akram Yari, maestro hazara originario de Jaghori (Ghazni)
Los Sholai –del nombre de su popular revista estudantil, Shola Jawid– nacieron como un movimiento juvenil de protesta contra la monarquía de Zahir Shah, los fundamentalistas islámicos de Gulbuddin Hekmatyar y el comunismo filo-soviético del Partido democrático del pueblo afgano (PDPA) convirtiéndose muy pronto en el mayor movimiento de masas del país.
Sobrevivientes de la sanguinaria persecución, de la represión de la policía monárquica y de los grupos islámicos integristas, los maoístas Sholay fueron puestos fuera de la ley luego del golpe comunista de 1978: fueron arrestados por miles, torturados y asesinados. Entre ellos Ahram Yari, quién sin embargo logró dejar una importante herencia política a través de su discípulo Faiz Ahmad, fundador de la Organización para la Liberación de Afganistán (OLA), grupo armado maoísta que durante toda la década del 80 combatió a los ocupantes soviéticos (entrando formalmente en el frente de los muyaidines combatientes por la libertad) pero que muy pronto entró en conflicto con los integristas islámicos de Hekmatyar.
Fueron exactamente los muyaidines de Hekmayar los que, en 1986, asesinaron a Faiz Ahmad, provocando de hecho el desmembramiento de OLA. De sus cenizas nacieron, a fines de los 80, varios movimientos maoístas revolucionarios y en 1991 el Partido Comunista de Afganisán (PCA) que recuperó la tradición “tercerista” de los Sholay de Akram Yari contra el “fascismo” y el “oscurantismo” de los integristas y contra el imperialismo de cualquier origen. En coherencia con esta posición, luego de la invasión estadounidense de 2001, el PCA se convirtió en promotor del renacimiento de una resistencia armada maoísta tanto contra las tropas de la OTAN como contra los talibanes y los señores de la guerra, dando lugar al proceso político que llevó, en 2004, a la creación del PCA (m).
El renacimiento del maoísmo en Afganistán se inserta en el generalizado fenómeno del despertar de los movimientos armados comunistas en muchos países pobres del continente asiático. Desde la India rural hasta Nepal, hasta las Filipinas, el maoísmo se ha mostrado capaz de interpretar las luchas campesinas e indígenas contra las “razzias” de las multinacionales y las injusticias del liberalismo global. En Afganistán en cambio se proponen como instrumento de liberación nacional y como alternativa a la teocracia feudal: un desafío no tan irreal teniendo en cuenta lo retrasado de la sociedad afgana y el resultado del fracasado experimento de democracia occidental.

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