Varias ciudades de Estados Unidos, incluyendo Nueva York, Boston, Houston, Washington, Seattle, Ferguson, Baltimore y Denver, fueron escenario de protestas.
Los manifestantes pidieron justicia y exigieron la reforma policial.
El presidente Barack Obama condenó la violencia, haciendo hincapié en que “muchos ejemplos de la interacción entre la policía y la gente, especialmente los americanos africanos, generalmente pobre” plantean “cuestiones preocupantes”.
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