lunes, 5 de octubre de 2015

Melania Trump, mujer de Donald, demasiado sexy para los republicanos

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ELMUNDO.ES – Es lógico pensar que cuando Donald Trump (69) se fijó en sus largas piernas, no andaba calculando lo bien o lo mal que lo haría su futura tercera esposa como primera dama. Ahora, y aunque sea de soslayo, tendrá que empezar a hacerlo, no sólo por la posibilidad de llegar a la Casa Blanca, aún muy lejana, sino por el ruido de las encuestas -está situado en el primer lugar en la contienda republicana- y los rumores en su bancada, que dudan seriamente de la figura de Melania Trump (45).
Su perfil no es ni mucho menos el de la clásica mujer de un político republicano. Lo suyo, antes de dedicarse a disfrutar de la inmensa fortuna de su marido, fueron las pasarelas y las sesiones fotográficas, una modelo eslovena que se convirtió, a ojos de muchos, en una mujer objeto, la enésima conquista de los millones del magnate de la construcción.
En su momento a nadie le extrañó de un hombre de corte banal en sus gustos, organizador de concursos de belleza como Miss Universo y amante del exabrupto a través de su reality The Apprentice. Pero conforme avanzaba el tiempo y sus posibilidades de éxito en la carrera presidencial aumentaban, la presión fue creciendo sobre su mujer.
Los analistas del partido conservador se han empezado a preguntar por qué la señora de Trump se ha dejado ver tan poco en estos meses de primarias mientras su marido generaba titulares por doquier. La conclusión parece ser que la política no es lo suyo, que no le gusta ser el centro de atención y que, de hacerlo, podría meter la pata. En otras palabras, que podría ser motivo de vergüenza para el partido y una fórmula segura para perder votos.
Es un hecho, contrastado por algunas fuentes cercanas que agrandan la impresión de que la modelo, madre de un niño de 9, no está preparada para afrontar esta clase de escenarios y que su capacidad intelectual no es la que hace falta para una empresa semejante. Al fin y al cabo, lo suyo iba por otros derroteros.
Su infancia transcurrió en la antigua Yugoslavia. La modelo de ojos azules rasgados nació en Svenica en 1970, hija de un gerente de un concesionario de coches y motos y de una diseñadora de modas. Comenzó a explotar su potencialtras presentarse a un concurso de modelaje, llamando la atención del fotógrafo Stane Jerko. Sus imágenes ayudaron a la joven a conseguir un contrato en una agencia de modelos de Milán, sin llegar a convertirse en una estrella, pero con el suficiente atractivo como para ser portada de unas cuantas revistas, siendo parte además del célebre número anual deSports Illustrated dedicado a bikinis.
Después, ya como señora de Trump, fue la portada de la revista Vogue, convertida en celebrity con su monumental anillo de casada, coronado por un diamante de 13 quilates. Su intención entonces -y ahora- era ser una buena esposa y una buena madre. Sin más.

No estás lista todavía

La semana pasada lo dejó claro en un artículo con la revista People. “Mi marido está viajando todo el tiempo. Barron (su hijo) necesita a alguien que se ocupe de él, y por eso estoy con él todo el tiempo”, indicó, argumentado además que no estaba lista para entrar en política “todavía”.
Quizá por eso Trump ni la mencionó en el primer debate republicano el pasado mes de septiembre. Todo lo contrario que el resto de los contendientes, que se vanagloriaron de los muchos años que llevan casados con sus respectivas parejas, desde Marco Rubio hasta Ben Carson pasando por Carly Fiorina.
Y unos meses antes, en junio, cuando anunció formalmente que se presentaba a la carrera rumbo a la Casa Blanca, la que hizo comentarios al respecto fue su hija Ivanka Trump, de 33 años, y no su mujer, siempre en un segundo plano.
Puede que la situación tenga que ver con el respeto de su marido a la decisión de su mujer de no figurar, o una simple estrategia de campaña más profunda que esté tratando de cortejar el voto conservador y tradicionalista que sigue sin ver con buenos ojos el perfil de mujeriego del empresario.
Melania es la señal inequívoca de una vida marcada por las faldas y aderezada por su fama de hombre extremadamente viril. Primero fue Ivana Trump, otra ex modelo con la que tuvo tres hijos, luego Marla Maples, con la que tuvo una hija, Tiffany, y de la que se divorció en 1999, poco antes de conocer a la que ahora no parece encajar como primera dama, si es que llega a darse semejante carambola. Muchos ya están temblando.

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