Se ahogó tratando de llegar a Europa, pero su cuerpo, sin cabeza, nunca fue identificado. Su lápida no llevará ningún nombre.
Al igual que otros enterrados junto a ella en un olivar en la isla griega de Lesbos, la placa de mármol sobre su tumba la identificará como “Desconocida”. Su epitafio llevará un número de identificación, la fecha a la que llegó a tierra, y su presunta edad: un año.
Se han excavado 64 tumbas en esta parcela dedicada a los refugiados e inmigrantes ahogados mientras cruzaban el mar Egeo tratando de llegar a Europa. Sólo 27 de ellas llevan nombre.
Las otras dicen simplemente: “Hombre desconocido, 35 años, Nº 221, 19/11/2015”; “Niño Desconocido, 7 años, Nº 40, 19/11/2015”; “Niño Desconocido, 12 años, N° 171, 19/11/2015”.
Más de medio millón de personas que huyen de Siria, Afganistán, Irak y otros países afectados por la guerra y la pobreza en Oriente Próximo y África han llegado a Lesbos desde el año pasado con la esperanza de continuar hacia el norte de Europa.
En 2015, el año más mortal para los inmigrantes y refugiados que cruzan el Mediterráneo, se confirmaron más de 3.700 personas ahogadas o desaparecidas, según la Organización Internacional para las Migraciones. Se cree que el número real es más alto.
Cientos de personas se han ahogado en Grecia desde que las llegadas aumentaron el pasado verano. Tantos, de hecho, que la zona de un cementerio Lesbos destinada a refugiados e inmigrantes ha quedado sin mucho espacio.
Los vecinos concluyen que familias enteras se ahogaron en el mismo naufragio, sin dejar supervivientes para identificar a las víctimas. Recuerdan cuerpos encontrados gravemente descompuestos después de días en el mar, o desmembrados tras estrellarse contra las rocas de larga línea costera de la isla.
“No está bien, ver a un niño de identidad desconocida, un niño desconocido, un niño de ‘más o menos esta edad'”, dijo Alekos Karagiorgis, que ha transportado cientos de cadáveres desde las playas de toda la isla a la morgue desde el verano. “No importa si es tu trabajo. Te rompe el corazón”.
Remotas playas de la isla aún muestran huellas de esas llegadas: endebles chalecos salvavidas aparecen esparcidos entre las rocas, un zapato, una chaqueta, leche de fórmula y pañales, reporta reuters.
Aunque menos de 10 millas náuticas separan la isla griega de Lesbos de Turquía, cientos de personas se han ahogado tratando de hacerlo a través de hacinados barcos de caucho o madera.
En octubre, tras un naufragio nocturno en el que fueron rescatadas más de 200 personas pero decenas murieron, el cementerio de San Pantaleón se quedó sin espacio para enterrar a los muertos y la morgue de la isla tuvo que traer un contenedor para guardar los cuerpos.
Eso llevó a las autoridades locales a reservar una parcela en un pueblo para enterramientos.
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