Este 29 de marzo se conmemora un nuevo “Día del Joven Combatiente”, una fecha que ha marcado a varias generaciones y que representa la lucha dada por una juventud en contra de una Dictadura, pero aún más, una lucha dada contra el miedo y la desidia, muy presente durante la permanencia del régimen totalitario y […]
Este 29 de marzo se conmemora un nuevo “Día del Joven Combatiente”, una fecha que ha marcado a varias generaciones y que representa la lucha dada por una juventud en contra de una Dictadura, pero aún más, una lucha dada contra el miedo y la desidia, muy presente durante la permanencia del régimen totalitario y que simboliza la resistencia contra la tiranía. Sin embargo, la fecha, con ayuda de los medios de comunicación tradicionales, a lo que se ha sumado un proceso de despolitización y decadencia organizacional a cuestas, ha terminado desvirtuándose en esa caricatura recitada hasta la majadería denominada “Día del Joven Delincuente”, la que sin empacho ha sido utilizada para cambiar su sentido y para el oportunismo de una catarsis en donde cada quien -agentes del Estado incluidos- cumple su rol como en una obra, siempre y cuando al día siguiente no se altere el modelo que impera. Sin embargo, poco y nada se habla de su real origen, de la historia detrás de la emblemática fecha y de su sentido profundo y político.
Ya han pasado 32 años de la caída en combate de Mauricio Maigret y 31 años del asesinato de Paulina Aguirre y los hermanos Rafael y Eduardo Vergara. Todos ellos asesinados por agentes del Estado un 29 de marzo, jóvenes luchadores y militantes que decidieron combatir a la Dictadura Cívico-Militar e intentar, de paso, derribar un sistema de explotación y opresión, el capitalismo. Ellos levantaron una lucha frontal en busca de una nueva sociedad y cayeron en manos de la brutal represión buscando realizar dicha sociedad: igualitaria, sin explotación ni opresión.
Este día Día del Joven Combatiente queremos rescatar esas luchas, como asimismo las luchas que están por venir, de ese pueblo que resistió, que luchó, lucha y luchará por una sociedad distinta.
Mauricio Maigret Becerra
Mauricio Maigret Becerra
Maigret, militante del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), apoyó el levantamiento popular de Pudahuel durante el 29 de mazo de 1984. Su función era la de realizar contención en el ataque a la Subcomisaría Teniente Merino. Fue en esa situación cuando las fuerzas represivas llegaron y él tuvo que cumplir la misión de cubrir heroicamente a sus compañeros, siendo alcanzado por dos balas de armas automáticas que le quitaron la vida. Su heroísmo permitió que sus compañeros pudieran salir a salvo.
Los levantamientos populares, como en el que participó Mauricio, fueron esenciales para organizar al pueblo y canalizar su descontento a acciones concretas que pusieron al régimen dictatorial contra la pared. Fueron esas acciones, entre otras, las que permitieron hacer retroceder a la Dictadura y marcar, años después, su fin.
Rafael y Eduardo Vergara Toledo
Rafael y Eduardo Vergara Toledo
Rafael y Eduardo también fueron militantes del MIR, al igual que su hermano mayor Pablo, que perdería la vida 3 años después. Si bien la prensa intentó criminalizar y encubrir el asesinato de los dos hermanos, el tiempo y la justicia ha desmentido la versión oficial que se esgrimió en su época (que daba cuenta de que fueron aprehendidos por un delito) y ha demostrado el accionar criminal de los carabineros que los ejecutaron. Ambos hermanos tenían una participación activa tanto en la Villa Francia como en su vida estudiantil. El tiempo y las investigaciones han dado la claridad de que se trató de una ejecución, y de algo muy lejano a la simple reacción de la fuerza policial, como se señaló en un principio.
De ellos se destaca la participación en ámbitos esenciales para la articulación de la Resistencia contra la Dictadura, como fueron las comunidades de base cristianas (germen de articulación y organización en distintas poblaciones del país) y en la dirigencia estudiantil, también uno de los principales sectores de lucha en los años 80’s.
Paulina Aguirre Tobar
Paulina Aguirre Tobar
A su corta edad (20 años), Paulina, también militante del MIR, ya cumplía tareas de responsabilidad en la organización. Del mismo modo que con Eduardo y Rafael, se trató de un montaje que buscaba disfrazar la política de aniquilación de los militantes que luchaban contra la Dictadura. Ella fue asesinada en el Arrayán, en la casa en que ella vivía y en donde -según versiones- se guardaban municiones. Fue el mismo Álvaro Corbalán (Jefe de Brigada de la CNI) quien, liderando la Brigada Azul, se encargó de la operación de ejecución y exterminio.
Paulina ingresó a militar al MIR a los 15 años, mostrando su temprana convicción por acabar con el régimen represivo y por la transformación revolucionaria de la sociedad. Su experiencia familiar, como asimismo la sociedad que observaba y veía, le daba la claridad de que tenía que luchar frontalmente contra el sistema imperante.
Origen del “Día del joven combatiente”
Origen del “Día del joven combatiente”
El origen del “día del joven combatiente” nace de una decisión política del MIR para rescatar la caída en combate de sus jóvenes militantes (Eduardo, Rafael, Paulina y Mauricio) y la de todos los jóvenes de diferentes organizaciones revolucionarias que a pesar de su corta edad decidieron enfrentar a la dictadura y entregarse por completo a la defensa de su Pueblo. Pronto la fecha encontró los saludos de solidaridad y fraternidad de otras organizaciones políticas como el FPMR y el MJL, quienes, al igual que el MIR, en su lucha contra la Dictadura y su legado, perdieron a varios/as jóvenes pertenecientes a sus filas. De este modo el “Día del joven combatiente”, pasó a convertirse en un ritual de lucha y de unidad revolucionaria en donde se ponían en práctica la resistencia: “Evitar que la represión entrara a la población y al sector, y demostrar autonomía y el ejercicio del poder popular”.
Durante la víspera, la diferentes organizaciones establecían coordinaciones territoriales y ponían en marcha una serie de talleres de formación política y física, con el fin de preparar, de la mejor forma a los cuadros políticos. A esto se agregaba un llamado (a través de propaganda) a jóvenes sin militancia y al conjunto de pobladoras, pobladores y estudiantes. Algunas organizaciones -de manera interna- incluso ordenaban una estricta dieta, carente de alcohol y drogas -muy presentes en las poblaciones- mismas que encontraron gran ayuda en las autoridades para su fuerte entrada en los territorios, por lo que se establecía un principio político de concentización y de evitar “distractores” en el combate. Al terminar la Dictadura y llegados los gobiernos de la Concertación, la decisión de mantener el día y reivindicar la lucha se mantuvo, si bien algunas organizaciones entraron en un proceso de descomposición interna propio del cambio de período, la fecha pasó a ocupar un sentido trascendente de unidad y de denuncia. Esta era: “La Concertación y la democracia pactada solo es la continuidad de la Dictadura”, por lo cual, la fecha, tenía vigencia y sentido.
Con el paso de los años, las organizaciones revolucionarias se fueron resintiendo de los golpes represivos, ahora por parte de la OFICINA (aparato de Inteligencia de la Concertación) en plena “democracia”, y del cambio de escenario político a nivel mundial. En ese contexto la descomposición ideológica y política se fue haciendo evidente. Sin embargo, ciertas prácticas, incluyendo la fecha del “29”, se mantuvieron para sostener, a modo de agitación y presencia (para algunos simbólica), la decisión de lucha y de no aceptar una democracia pactada y que no solo administraba el legado de la Dictadura, sino que lo legitimaba sin vergüenza. Así, nuevas generaciones fueron conmemorando la fecha, algunas ya no bajo la dirección de las organizaciones revolucionarias. Poco a poco fue perdiendo un sentido político claro, que en la acción misma lograba unidad en los territorios, por lo cual el apoyo de los/as pobladores/as era importante, pues ayudaba a la politización, pero a pesar de aquello, su politicidad -si se observa- sigue ahí presente.
Ninguno de los 4 jóvenes originalmente conmemorados, a los que tristemente con los años se han sumado otros, no lucharon ni dieron su vida porque sí, más bien, entregaron todo por un proyecto, por una sociedad que buscaron hasta el último aliento. Y no fue únicamente la lucha frontal contra el sistema dictatorial el cual lograron, en parte, terminar, sino también por la construcción de una sociedad sin clases y donde no se permita la explotación ni opresión de ninguno por sobre otro.
Es por ello que si bien la fecha se ha ido desvirtuando, es deber de cada cual que reivindique la lucha de los/as jóvenes combatientes rescatar la historia y darle un sentido profundo, en donde el principio de lucha anticapitalista -fuera de la institucionalidad- esté presente y trascienda al de una noche de catarsis en donde prime el individualismo para llegar al día siguiente a lo mismo de antes. De este modo, no hay que olvidar que la cara de la explotación es la represión y el rostro de las y los revolucionarios es la bravura y el amor profundo al pueblo, de carácter consecuente y cotidiano, parte intrínseca de una lucha revolucionaria y anticapitalista.
Fuente: http://www.radiovillafrancia.cl/el-origen-e-historia-del-29-de-marzo-dia-del-joven-combatiente#sthash.zXStdCjE.dpbs
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