En realidad fueron los militares de las dictaduras de los años 70 y 80, con los narcotraficantes de derecha, quienes iniciaron el narcotráfico en Bolivia para financiar sus dictaduras.
Juan Carlos Zambrana Marchetti
El 10 de febrero de 2011, en el Cannon House Office Building, la sede de los representantes contigua al Capitolio, se dio otro paso en la redefinición de la política anti narcóticos de EE.UU. Sucede que para la opinión pública es ya obvio el fracaso de la “Guerra contra las drogas”, y la administración Obama ha manifestado que esa política debe ser renovada. Eso ha puesto en alerta a los republicanos, quienes por supuesto ven la renovación como otra oportunidad de imponer sus políticas.
El evento estaba organizado por “Inter-American Dialogue” (Diálogo Interamericano), organización oficialmente imparcial, pero cuyos miembros por Bolivia son los ex-presidentes neoliberales Carlos D. Mesa, Jorge Quiroga Ramírez, y Gonzalo Sánchez de Lozada. En el intento de hacerlo bipartidista, el evento estaba presentado por el representante republicano de la Florida, Connie Mack, ahora a cargo de la subcomisión para el hemisferio occidental, y por el demócrata de New York Eliot Engel, promotor del plan Mérida, más conocido como el Plan México.
El primer orador y además moderador del evento, fue Peter Hakim, presidente emérito del Diálogo Interamericano, y autor del estudio que se estaba presentando, titulado “Repensando la política antidrogas de EE.UU.” La exposición de Hakim mencionó la criminalidad en torno al narcotráfico, pero elogió el rotundo “éxito” del plan Colombia, y el plan Mérida de México, añadiendo la posibilidad de expandir a éste último otros países de la región.
El debate, sin embargo, lo propuso el público, el cual estaba compuesto por los cuerpos diplomáticos de los países latinoamericanos, periodistas, y miembros de importantes organizaciones interesadas en el tema. Yo estuve presente como miembro de BoliviaSol, una organización civil que apoya el proceso de cambio en Bolivia desde Washington DC.
Después de algunas preguntas blandas destinadas a que se lucieran los promotores del programa, la verdadera resistencia empezó a manifestarse cuando la periodista venezolana Sonia Schott de Radio Valera Venezuela preguntó la razón por la cual Estados Unidos había vetado la moción de Bolivia ante las Naciones Unidas, para levantar la penalización al masticado de la hoja de coca (acullicu). Me pareció interesante la pregunta, porque sabía que varias instituciones y personas habíamos enviado una carta al Departamento de Estado pidiendo que Estados Unidos retirara su objeción. WOLA y The Andean Information Network, los promotores de la iniciativa, habían explicado en la carta que las Naciones Unidas habían aplicado la prohibición, basándose en un estudio que no era científico, sino de entrevistas hechas en el año 1950 en Bolivia y Perú, a personas no indígenas, sobre el efecto de la masticación de la hoja de coca. El indígena, que en realidad era quien sabía del tema, estaba en el año 1950 todavía excluido de la toma de decisiones, viviendo por motivos raciales en estado de servidumbre. Se explicó también que desde entonces esas conclusiones habían sido totalmente desmentidas por numerosos estudios científicos demostrando que el masticado de la hoja en su estado natural es una práctica benigna con beneficios nutricionales y medicinales.
Yo sabía que el Departamento de Estado había ignorado nuestra carta, porque simplemente no existe una respuesta lógica a semejante aberración. Tenía, por lo tanto, curiosidad por conocer la repuesta que darían los encargados de repensar la política antidrogas.
Yo no me opongo, dijo Peter Hakim”: yo tampoco, secundó Peter Reuter de la Universidad de Maryland. Después, Hakim comentó que desconocía la razón de la prohibición, y que le parecía extraña porque no había interés alguno de Estados Unidos en el tema. Está en juego el té de coca, dijo alguien provocando algunas risas. ¿Quizá alguien del público quiera defender la posición de EE.UU?… ¿Alguien quiere defender la posición de mantener ilegal el té de coca?... ¿Qué opinas tú, Ronald?, le preguntó con familiaridad a Ronald MacLean, el ex alcalde de la ciudad de La Paz por el partido del Gral. Hugo Banzer Suárez. MacLean, quien estaba ahí representando al Banco Mundial, dijo, entre otras cosas, que en Bolivia había una legalización “de hecho”, pero que sería interesante analizar que pasaría si los otros países empezaran a legalizarla, no en forma explícita, sino “de hecho.”
Intervine en ese momento, diciendo que la razón para la penalización de la hoja de coca en Bolivia, era política…. que los indígenas la habían venido masticando por 3000 años y nunca había sido ilegal... que la penalización fue usada como excusa para reprimir a los indígenas que producían la hoja de coca, cuando en realidad fueron los militares (de las dictaduras de los años 70 y 80) con los narcotraficantes de derecha que fueron protegidos, quienes iniciaron el narcotráfico para financiar sus dictaduras…. que eso fue desde ahí hasta ahora cuando tenemos un presidente que se hizo famoso internacionalmente por defender los derechos del indígena, bajo la premisa de que la hoja de coca no es cocaína. La resistencia se intensificó aún más cuando alguien preguntó sobre la legalización de la marihuana en Estados unidos, y Peter Hakim dijo en broma que se había generado un movimiento en el edificio.
Luego el embajador del Perú, Luis M. Valdivieso, dijo que Perú y Bolivia han hecho enormes esfuerzos en erradicación e interdicción, pero que Estados Unidos no puede seguir midiendo el éxito en toneladas decomisadas y hectáreas erradicadas. Que la única forma sería atacar la economía del narcotráfico, y crear programas de desarrollo para atender las necesidades de la gente en las zonas rurales para que no caigan presas de la economía del narcotráfico, el cual ha llegado a controlarles todas las opciones. Añadió que la reforma de la Ley tendría que ser mucho más integral de lo que se estaba planteando.
El debate se dio por concluido, por la llegada de los dos miembros de la cámara de Representantes. Desafortunadamente, Eliot Engel, asumió la posición del más conservador de los demócratas. Primero reconoció el trabajo del Diálogo por canalizar el cambio, y felicitó a Peter Hakim por su estudio que estaba presentando. Describió el “éxito” del plan Colombia en cifras exorbitantes en erradicación e interdicción, mencionando también el costo de 600 millones de dólares anuales de ayuda norteamericana. Dijo que se ha reducido el cultivo en Colombia, pero que había proliferado la producción de droga en Bolivia. Que EEUU necesitaba asegurarse de que Bolivia no asumiera el rol del líder regional en producción de droga.
Connie Mack, declaró la gran pasión que siente por Latinoamérica, y pasó a decir entre otras cosas, que en el tema del narcotráfico, estamos enfrentando a una nueva bestia. Que esto ya no es sólo el intercambio de drogas y dinero, sino además la financiación de organizaciones terroristas internacionales. Que se necesita una acción de contrainsurgencia. Ese fue el momento oportuno para que el coronel Kristian Skinner, de la Fuerza Aérea, le preguntara si habría un rol para las fuerzas armadas estadounidenses en actividades de contrainsurgencia, interdicción y erradicación.
Mack respondió que todas las posibilidades estaban sobre la mesa, que habría que buscar más asociaciones con los militares de esos países, y ser fuertes cuando se trata de Hugo Chávez, porque éste quiere expulsar a los agentes de la DEA y convertirse en un conducto para el trafico de droga.
La voz de la cordura fue la de Jarred Polis, el representante demócrata por el estado de Colorado, quien se opuso a la militarización, informando que apoyaba la posición del presidente Obama en sentido de enfocar el caso como un problema de salud. Hakim, le preguntó entonces qué opinaba del plan Mérida en México (el cual él había descrito como un éxito) y la iniciativa de incorporar a América central y el Caribe. Polis, dijo que la militarización del problema era un detrimento para Estados Unidos y sus aliados en el hemisferio occidental. Que más bien habría que darle un golpe al flujo de dólares que financian estas organizaciones, porque había una relación de codependencia entre las fuerzas de seguridad antidrogas y las organizaciones criminales.
La reunión terminó en un aparente empate, como si nada se hubiese resuelto, pero era obvio que las conclusiones estaban ya cocinadas. Con la abrumadora mayoría republicana en la cámara de representantes, sin duda alguna, allí ganará la militarización. Nos queda la esperanza de que los demócratas puedan bloquearla en el Senado, y, de ser aprobado el proyecto de Ley, pues que en última instancia el presidente decida vetarlo. Eso depende, por supuesto, de que pueda resistir la presión del Pentágono. Esta reunión me confirmó, por sobre todo, la importancia del partido demócrata, cuando se trata de frenar los embates imperialistas de los republicanos.
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