HAARP es el gran liquidador imperial.
Raúl Bracho
Los primeros dos bombardeos atómicos contra Japón fueron ataques nucleares efectuados el 6 y el 9 de Agosto de 1.945. La última página en la historia de la segunda guerra mundial. Hiroshima se sacudió el 6 de Agosto de aquel año cuando un temible hongo atómico se levantó sobre su cielo y su territorio fue incendiado por la onda expansiva de la primera bomba nuclear lanzada contra pueblo alguno en la historia de la humanidad. El 9 de ese mismo mes cayó otra bomba atómica sobre Nagasaki. Los últimos seis meses de aquel año, aproximadamente 70 ciudades niponas habían soportado el constante bombardeo de las fuerzas aliadas. Estas dos cargas nucleares rindieron a Japón el día 15 de Agosto. Más de 500.000 civiles perdieron la vida bajo la sombra infernal del último juguete bélico del naciente imperio del norte.
66 años después el pueblo de Japón nuevamente sufre la amenaza nuclear. La tercera economía del mundo probablemente ha sido atacada por el imperio. Esta vez no cayeron bombas desde bombarderos de la fuerza aérea norteamericana, no tenía los nombre fatídicos de “Pequeño niño” y “Niño Gordo” con que fueron bautizadas las bombas de fuego radioactivo con que se les atacó en el 45, esta vez los átomos que producirán la fusión nuclear ya estaban sembrados en toda la geografía japonesa: los reactores nucleares, que con fines pacíficos, venían funcionando en la red alimentadora de energía eléctrica.
Este ataque que hoy destruye a Japón no será transmitido. Viste el disfraz de tragedia natural. El mismo sospechoso de producir el sismo bajo los patrones de armas climáticas, es el primero que sale a ofrecer su ayuda humanitaria, la misma que quiere llevar al norte de África en nombre de la democracia y la libertad. Las primeras noticias han sido escuálidas: no hay daños en el sistema de los reactores. Luego sorprende al mundo el estallido de uno de ellos en Fukushima, al norte de Japón. Luego de varios días de falsedades mediáticas y de explosiones en serie en el sistema de reactores, aun no se habla claro pero ya el pánico da la vuelta al mundo. Japón, China y Corea son amenazados por una ola radioactiva que generará muerte, hambre, contaminación en las siembras y el agua de todas y todos los que habitamos el planeta.
El sismo supuestamente inducido por HAARP sobre el cinturón de fuego del pacífico, en un punto estratégico que encuentra a tres grandes fallas geológicas, y su secuela de repeticiones, han fracturado por lo menos a tres reactores nucleares con una exactitud milimetrica. Los seres humanos hemos visto como se evacua a más de medio millón de seres, y como, de forma pueril, se intenta evitar lo inevitable: los tanques de agua que protegerían de fugas radioactivas han cedido y se han fracturado. Con helicópteros y tanquetas lanza agua se intenta inútilmente “enfriar” los reactores. La cuenta regresiva se aproxima a que la humanidad sepa lo que ha sucedido. Una nube de muerte se cierne sobre el mundo.
Todo concuerda con la agenda de guerra imperial. Eliminar a la tercera potencia económica refresca la economía de las corporaciones gringas, geopolíticamente debilita a Asia y China, la segunda economía mundial y dueña casi absoluta de la deuda externa imperial. El imperio del mal se alimenta de muerte. La crisis actual de la humanidad apenas empieza a hacernos sentir las desgracias que encapotan el cielo de nuestro futuro cercano. La invasión a Libia en las próximas semanas dará paso a un capítulo dantesco en el final de nuestra civilización. Los precios de la energía se multiplicarán, los alimentos serán los segundos en esta locura. El hambre y las balas, más las nubes radioactivas, comenzarán a devastarnos.
Más de 20.000 soldados japoneses asumen las tareas de “limpiar” las zonas de los reactores para minimizar el daño de la radioactividad liberada. En Chernobil fueron casi 100.000 los soldados que asumieron estas tareas, casi todos muertos por los efectos de la radiación.
HAARP puede estar causando los sismos de Haiti, Chile, China y Japón. HAARP puede estar extremando las sequías y las inundaciones. Nadie la nombra en forma oficial, nadie denuncia esta conspiración imperial. Nos sentencian como profetas del Apocalipsis a quienes hablamos con los hechos en la mano. Cualquier mortal puede buscar HAARP en Google y ser capaz de dudar sobre el origen de todos estos hechos.
Hay un gran liquidador que ronda a nuestro mundo: el imperio capitalista que desea sobrevivir a su propia muerte. Que secuestró a científicos para poner a su servicio las tecnologías de punta, que empuña su industria de guerra contra todos los países, la clase oligarca, las altas burguesías que pretenden perpetuar su dominio más allá de la tierra.
La revolución mundial está en su hora presta a salvarnos del final, cada ser humano debe asumir con valor y valentía la lucha por cambiar estos designios diabólicos, por oponernos a la guerra y la dominación, a abrir con la fuerza de todos el camino a la paz.
¡Venceremos!
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