lunes, 30 de mayo de 2011

Cuando el capitalismo abandone nuestra mente.




 La revolución no es el sol que sale puntual todos los días, sino la lluvia que sorprende por impertinente al peatón sin paraguas.

Cuando lo extraordinario se vuelve cotidiano, dijo el Che.
Cuando usted no vive según la regla, sino según la excepción.
Cuando hacer el bien al otro no se piensa, y se piensa si hacer el mal.
Cuando la trampa no es plato de todos los días, sino mal pensamiento que nosotros imprudentes mamíferos tenemos muy de vez en cuando.
Cuando la traición deje de ser opción para convertirse en imposible.

Seremos socialistas cuando el capitalismo no sea opción.
Cuando el lobo que vive en nosotros solo surja ante la injusticia, y no para apabullar al más débil.
Cuando la acumulación no sea meta y el derroche no sea el método.
Cuando lo placentero no sustituya a lo necesario.
Cuando la comodidad se vuelva incómoda.

Cuando no tengamos que luchar todos los días con nosotros mismos en la lucha contra el capital que nos ahoga de mil maneras.
Cuando ser pendejo sea mejor que ser vivo.
Cuando no nos comamos la luz roja, o nos coleemos en la fila.
Cuando no haga falta la multa para respetar la norma.
Cuando no destruyamos a los que nos estorban, y humillemos a los que nos retan.

Cuando no le paremos bola a los medios y su interminable invitación a comprar, y comprar y comprar.
Cuando dejemos de envidiar lo que el vecino tiene, o lo que el corrupto logró con lo que se llevó, o el negocio ilícito del amigo.
Cuando aprendamos que lo mejor de la vida es tan efímero como la risa o el orgasmo, y no se construye con ladrillos.

Hagamos entonces la revolución todos los días, no como rutina, sino como modo de vida.
En algún momento, casi sin percatarnos, el capitalismo y sus antivalores habrán abandonado nuestra mente y se convertirán en malos recuerdos, eso sí, recurrentes.
Ese día, aún muy lejano, habremos evolucionado.
Pero aún así, seguiremos luchando con lo que somos, con lo que nos han convertido siglos de explotación.
Por ello, esto no acaba en el 2012 o 2019. No acaba nunca en lo que dura una vida, o dos, no acaba con nuestros hijos o nietos.

Nadie le pregunta al rio cuando piensa dejar de fluir. Fluyamos entonces eternamente, mientras nos dure.



Por: Rafael Boscán Arrieta
-Periodista/Docente UBV Zulia-
boscan2007@gmail.com


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