Percibir el conflicto armado a través comunicados oficiales, ha limitado la capacidad de reflexión de la sociedad colombiana sobre la presencia por casi medio siglo de un movimiento insurgente.
Lorenzo Pérez*
Fundadores de las Farc-EP
Colombia, mayo 27 de 2011. Mítica desde sus orígenes, la guerrilla más antigua del continente americano, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (Farc-EP) cumplen este 27 de mayo 47 años de existencia.
Mucho se dice y se desdice sobre su presencia en casi medio siglo de lucha armada, desde tesis sobre el apoyo directo o encubierto por parte de diferentes sectores de la población local y de gobiernos extranjeros, hasta la mediatización de las críticas a sus estrategias militares y fuentes de financiación. Pero esto no debe obstaculizar las reflexiones en torno a la presencia de este movimiento insurgente.
Los 47 años de presencia armada, que comenzó con menos de 50 campesinos y hoy cuenta con aproximadamente 10.000 integrantes, deben ser motivo de reflexión de los colombianos. ¿Por qué las Farc-EP han logrado sobrevivir a otros movimientos insurgentes? ¿Cómo logran mantenerse activas luego de políticas militaristas apoyadas por potencias extranjeras?
Pero aquí hay dos preguntas que muchos buscan responder ¿Las causas que dieron origen a esta lucha armada desaparecieron? ¿Hay legitimidad en quienes los combaten?
En 1964 Colombia estaba sumida en el oscurantismo burocrático denominado Frente Nacional, en el que los dos partidos políticos tradicionales, liberales y conservadores, pactaron la alternancia del poder durante 16 años, despojando de cualquier posibilidad a terceras fuerzas políticas.
Adicionalmente, se aplicaba la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN), con su estrategia de “eliminación del enemigo interno”. En este sentido, ese puñado de campesinos que le apostaron a reivindicar su derecho a trabajar la tierra y que anteriormente habían sido utilizados por la dirigencia liberal, se convertirían en los “delincuentes” que persiguieron a sangre y fuego, consolidándose el mito fundacional de las Farc-EP en el bombardeo a Marquetalia (1). “La magnitud de la operación era de por sí memorable, pero lo que la hizo inolvidable, lo que le dio una aureola mítica y suscitó la solidaridad de organizaciones y personalidades mundialmente famosas, como Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, fue precisamente la fragilidad de la fuerza opuesta. Según el relato fariano, se trataba tan sólo de un puñado de 48 combatientes, dirigidos por 'Manuel Marulanda Vélez'. Esta cifra se mantiene hasta nuestro días, pero quizás en un intento de adaptación y modernización del tradicional discurso patriarcal de los guerreros, a partir de 2002 fueron discriminados por género así: 46 hombres y dos mujeres” (2).
¿Hay cambios en estos 47 años?
Las tierras productivas siguen siendo el objetivo de apropiación de por parte de las élites tradicionales y emergentes (narco-paramilitares y su secuela en la clase dirigente).
La corrupción administrativa ahora es más descarnada y “eficaz”. Sólo para citar un ejemplo, los recursos públicos destinados para la salud son repartidos entre políticos y empresarios. No debe olvidarse que los paramilitares utilizaron muchas entidades del sector salud para financiarse.
El manejo del orden público interno sigue siendo fuertemente influenciado por doctrinas extranjeras. Hace 47 años, la DSN buscaba hacer frente a cualquier síntoma de presencia comunista en el continente americano. Luego, bajo la égida de la lucha contra el narcotráfico, se justificaron innumerables operaciones militares. Posteriormente el comodín fue la lucha contra el terrorismo. El siguiente adjetivo dependerá sin duda alguna de los intereses de la potencia que maneja a su antojo los destinos de la política interna colombiana.
El ambiente para un diálogo nacional es inexistente. En los anteriores intentos, el saldo siempre fue desfavorable para quienes buscaron la salida negociada al conflicto. Basta recordar el exterminio de los militantes de la Unión Patriótica, iniciativa política surgida de los acuerdos entre las Farc-EP y el gobierno del conservador Belisario Betancourt. Durante el gobierno del libertal César Gaviria, el mismo día que se elegía una Asamblea Constituyente, era bombardeada Casa Verde, lugar donde se concentraban los comandantes guerrilleros. Años después, los diálogos del Caguán durante la administración del conservador Andrés Pastrana, se frustraron por la negativa oficial a desmontar totalmente todas las estructuras paramilitares. Luego vendrían 8 años de arrogante inopia del gobierno de Álvaro Uribe Vélez y su negativa al reconocimiento del conflicto armado interno con su política de “seguridad democrática”. A penas se cumplirá un año del gobierno de Juan Manuel Santos. Es muy temprano para sacar conclusiones, aunque no difícil anticiparse, teniendo en cuenta que muchos de sus resultados militares durante su gestión como ministro de defensa en el gobierno de Uribe están permeados de violaciones a los derechos humanos.
Estoy seguro que invitar a esta reflexión será tomado en diferentes escenarios como una apología a las Farc-EP. No puede esperarse menos de una sociedad que ha sido víctima del maniqueísmo que excluye cualquier posibilidad de reflexión crítica sobre la realidad colombiana.
Pero insisto, hay muchas preguntas que la sociedad debe formularse y luchar por su pronta y veraz respuesta.
Notas
(1) “El diario de la resistencia de Marquetalia”. Enhttp://www.cedema.org/uploads/Diario_Marquetalia.pdf
(2) “Nacen las Farc. Mayo 27 de 1964” Por Ariel Sánchez Meertens/Gonzalo Sánchez G. En http://www.colombialink.com/01_INDEX/index_historia/07_otros_hechos_hi storicos/0290_nacen_farc.html
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