viernes, 10 de junio de 2011

Comenzó la #dominicanrevolution - Democratizar la democracia.





República Dominicana ha transitado un camino tortuoso en la construcción de una sociedad democrática que se traduzca en satisfacción de los anhelos y aspiraciones de bienestar material y espiritual de las grandes mayorías.

Mientras la sociedad demanda más educación de calidad, más salud, más y mejores servicios, rendición de cuentas, transparencia y cese de la corrupción y los abusos de poder, los partidos tradicionales están ocupados en sus particularidades y empeñados en controlar las instituciones del Estado para su propio beneficio, mostrando su falta de voluntad y su incapacidad para dar respuestas a las demandas de la ciudadanía.

La democracia como cuerpo de valores universales, además de ser un referente para el desarrollo sostenido de cualquier sociedad, posibilita  la activación de una ciudadanía crítica, que piensa, que no se deja manipular por la retórica y la demagogia de la partidocracia y que poco a poco se ha ido convirtiendo en actor importante de la escena pública.

Desde el 2009 la ciudadanía activa viene dando un ejemplo de movilización a favor de los derechos colectivos, en defensa del medio ambiente y de los recursos naturales: la lucha contra la cementera en Los Haitises mostró que cuando nos unimos en causas comunes tenemos éxito en nuestras demandas.

La ciudadanía activa también se expresó en innúmeras manifestaciones contra el retroceso constitucional, a favor de los derechos sexuales de las personas, contra la criminalización del aborto en cualquier circunstancia y demandando mejores servicios públicos como luz, agua, vivienda, carreteras, puentes, entre otras reivindicaciones.

La ciudadanía activa  sigue manifestándose de manera contundente por el 4 por ciento del PIB para la educación.

Cuando observamos el sistema de partidos llegamos a la conclusión de que está organizado para asegurar el control político de una red mafiosa al servicio de la acumulación de capitales y fortunas, y en muchas ocasiones para dar cobertura  al lavado de dinero proveniente del narcotráfico y del crimen organizado.



Enfocar nuestras energías

Creemos que nuestras energías y movilizaciones tienen que enfocarse para transformar ese sistema,  democratizándolo y abriéndolo a la competencia en igualdad de condiciones entre todos los actores políticos.

Tenemos que demandar la reducción sustancial y la distribución equitativa del aporte del Estado a los partidos políticos -6 mil millones en las últimas tres elecciones- y detener que siga repartiéndose entre las cúpulas de los partidos tradicionales.

Tenemos que exigir la regulación de los comicios en cuanto al tiempo de campaña, el uso de los medios de comunicación y de los espacios públicos, así como la sanción efectiva de funcionarios que usan recursos públicos en proselitismo y mayor flexibilidad de los criterios para inscribir movimientos independientes en la Junta Central Electoral.

Llevamos mucho tiempo esperando soluciones de partidos políticos que no tienen la voluntad ni la capacidad para ponerse a la altura de los grandes desafíos nacionales en un contexto internacional dominado por la globalización de los flujos financieros, de la información y del conocimiento. Demasiado tiempo esperando soluciones de una clase política atrasada y conservadora, cuyo universo cultural se corresponde más con el pasado autoritario que con los avances democráticos del mundo contemporáneo.

La democracia dominicana atraviesa por una grave crisis de legitimidad en medio del agotamiento de los relatos que la han sostenido durante las últimas décadas. La ciudadanía activa está llamada a jugar un rol estelar en dirección a la necesaria transformación del sistema político, estableciendo una agenda básica que incida en las posiciones y en las prácticas de los políticos que aspiran a representarnos.

Una parte  de la sociedad se muestra apática ante la realidad del sistema político, pero nuestros problemas sociales no tienen solución fuera de la política. Tenemos que participar en los procesos electorales, al mismo tiempo que procuramos mejores condiciones para que esa participación sea efectiva si queremos aportar a la construcción de una mejor sociedad.

El bipartidismo imperante es difícil de romper si la ciudadanía se mantiene al margen de la política. El clientelismo, el control mediático, la demagogia y la compra de conciencia son los principales métodos con los cuales los partidos tradicionales mantienen el control del sistema electoral, amparados en un pragmatismo sin principios ni valores éticos donde lo importante es mantener o conquistar el poder por el poder mismo sin importar los medios.

De la crisis del sistema de representación y por tanto de la democracia se derivan procesos sociales de confrontación que al no encontrar adecuada canalización provocan explosiones sociales que pueden conducir  a regímenes dictatoriales o a prolongar una sociedad inequitativa como la que ahora tenemos.

Más allá de los síntomas

El barrilito, el cofrecito, los indultos, los contratos leoninos como el de los generadores eléctricos y el de la minera Barrick Gold, el robo de recursos públicos, la desviación de presupuestos de instituciones estatales para campañas electorales y otras actividades, el rosario de casos de corrupción y el reinado de la impunidad son síntomas de un sistema político divorciado de los ideales democráticos, mercantilizado y en franco proceso de decadencia y degeneración.

¿Acaso no es de los partidos políticos tradicionales, enfermos de corrupción, machismo y clientelismo, de donde salen los altos funcionarios que controlan el Estado? Es una de las tantas preguntas que debemos responder al momento de plantearnos soluciones de fondo a los grandes problemas nacionales.

Transformar el sistema de partidos y las reglas de juego de los procesos electorales pasa por una reforma política profunda con la participación de todos los sectores de la vida nacional para enfrentar la crisis de representatividad y de legitimidad de nuestra democracia.

Celebrar procesos electorales transparentes y con igualdad de condiciones entre los actores participantes, como se plantea en la Constitución, es clave para encaminarnos hacia una democracia real en la República Dominicana.



Invitamos a la ciudadanía activa y a todos los sectores democráticos a articularnos en una gran red para exigir más democracia y con ello la transformación del sistema político.

Toma la Calle el 15 de octubre 2011

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