Unicef alerta de la catástrofe humanitaria que están sufriendo algunos países ante la prolongada sequía que azota gran parte del continente.
Kaos. Solidaridad y Derechos Humanos
Medio millón de niños, en riesgo de muerte inminente en África
Unicef alerta de la catástrofe humanitaria que están sufriendo algunos países ante la prolongada sequía que azota gran parte del continente.
GARA
NAIROBI-. La crisis humanitaria causada por la escasez de lluvias, que ha retrasado o destruido las cosechas y encarecido el precio del grano entre un 30% y un 80% en el caso de Kenia, afecta a más de diez millones de personas en Somalia, Etiopía, Kenia y Djibuti, de los cuales más de tres millones son niños, que necesitan atención alimentaria urgente para no morir de hambre y sed. Dos millones de niños están malnutridos y medio millón de ellos, advirtió ayer en Nairobi el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), corre el «riesgo inminente de morir» y necesita ayuda inmediata.
«Ésta es una crisis muy grave», alertó el director ejecutivo de UNICEF, Anthony Lake, que compareció en la capital keniata junto al ministro británico de Desarrollo Internacional, Andrew Mitchell, cuyo país anunció el sábado el envío alrededor de 60 millones de euro) de ayuda urgente para asistir a los afectados en el Cuerno de África.
Casi once millones de personas, según UNICEF, afrontan una situación muy delicada en África del Este, que sufre la peor sequía en seis décadas, informó Efe.
En Somalia, el país más golpeado y cuya situación se ve agravada por veinte años de guerra civil, uno de cada tres habitantes necesita ayuda alimentaria de emergencia, de acuerdo con la Unión Africana (UA). Según Acción contra el Hambre, el país se encuentra en estado de «catástrofe humanitaria» y 250.000 niños sufren desnutrición grave.
Miles de familias somalíes están huyendo del hambre y la miseria y buscando cobijo en el campo de refugiados de Dadaab (este de Kenia), diseñado para 90.000 personas y considerado el mayor del mundo, pero que actualmente acoge a más de 300.000 refugiados.
«Lo que estamos viendo es casi una tormenta perfecta: el conflicto de Somalia, los crecientes precios del carburante y los alimentos, la sequía y la falta de lluvias. Ahora pasarán otros cuatro o cinco meses hasta la próxima cosecha. Tenemos una enorme tarea por delante», subrayó Lake.
«Esta no es un crisis de refugiados. Esta es una crisis regional. Tenemos que hacer todo lo que podamos para aminorarla y salvar a la gente», remarcó Lake, quien ha visitado durante cuatro días algunas de la áreas más perjudicadas en Kenia.
En la árida región de Turcana (norte de Kenia), Lake vio el «verdadero sufrimiento» y el «rostro silencioso de la crisis», al comprobar que los niños, si tienen suerte, sobreviven a duras penas con una comida al día.
Al margen del flujo diario de personas de Somalia que busca refugio en países vecinos como Kenia y Etiopía, la crisis impacta también a «millones de agricultores y pastores en esos dos países que dependen de las lluvias para sobrevivir», según UNICEF.
«No se trata sólo de salvar vidas amenazadas, sino de salvar un modo de vida amenazado», aseveró Lake, quien admitió que la comunidad internacional «ha reaccionado un poco tarde».
«Necesitamos -agregó el responsable de Unicef- más recursos para trabajar con estos millones de niños que están en riesgo» de muerte.
Por su parte, Andrew Mitchell, que el sábado viajó a Dadaab, se declaró «profundamente conmovido por la magnitud del desastre» tras ser testigo de la «silenciosa» llegada de «cientos de madres y niños procedentes de Somalia», e instó a la llamada comunidad internacional a que reconozca la gravedad de lo que está ocurriendo y «haga todo lo que pueda para impedir que empeore lo que es ya una situación terrible».
ONG y agencias de la ONU han reiterado en los últimos días los llamamientos a la movilización para ayudar a los millones de afectados y ayer Naciones Unidas realizó su primer envío de toneladas de ayuda alimentaria y médica a la región de Baidoa, en el centro de Somalia, controlado por los rebeldes islámicos sheebab y azotada por la hambruna causada por la sequía. Es la primera vez en dos años que se lleva a cabo una operación similar después de que los rebeldes hayan autorizado el acceso «sólo para ayudar a los que sufren». El Programa Mundial de Alimentos, la agencia de la ONU para la lucha contra el hambre está estudiando el regreso a los territorios de Somalia controlados por los sheebab, que hace dos años obligaron a suspender la ayuda humanitaria.
«Ésta es una crisis muy grave», alertó el director ejecutivo de UNICEF, Anthony Lake, que compareció en la capital keniata junto al ministro británico de Desarrollo Internacional, Andrew Mitchell, cuyo país anunció el sábado el envío alrededor de 60 millones de euro) de ayuda urgente para asistir a los afectados en el Cuerno de África.
Casi once millones de personas, según UNICEF, afrontan una situación muy delicada en África del Este, que sufre la peor sequía en seis décadas, informó Efe.
En Somalia, el país más golpeado y cuya situación se ve agravada por veinte años de guerra civil, uno de cada tres habitantes necesita ayuda alimentaria de emergencia, de acuerdo con la Unión Africana (UA). Según Acción contra el Hambre, el país se encuentra en estado de «catástrofe humanitaria» y 250.000 niños sufren desnutrición grave.
Miles de familias somalíes están huyendo del hambre y la miseria y buscando cobijo en el campo de refugiados de Dadaab (este de Kenia), diseñado para 90.000 personas y considerado el mayor del mundo, pero que actualmente acoge a más de 300.000 refugiados.
«Lo que estamos viendo es casi una tormenta perfecta: el conflicto de Somalia, los crecientes precios del carburante y los alimentos, la sequía y la falta de lluvias. Ahora pasarán otros cuatro o cinco meses hasta la próxima cosecha. Tenemos una enorme tarea por delante», subrayó Lake.
«Esta no es un crisis de refugiados. Esta es una crisis regional. Tenemos que hacer todo lo que podamos para aminorarla y salvar a la gente», remarcó Lake, quien ha visitado durante cuatro días algunas de la áreas más perjudicadas en Kenia.
En la árida región de Turcana (norte de Kenia), Lake vio el «verdadero sufrimiento» y el «rostro silencioso de la crisis», al comprobar que los niños, si tienen suerte, sobreviven a duras penas con una comida al día.
Al margen del flujo diario de personas de Somalia que busca refugio en países vecinos como Kenia y Etiopía, la crisis impacta también a «millones de agricultores y pastores en esos dos países que dependen de las lluvias para sobrevivir», según UNICEF.
«No se trata sólo de salvar vidas amenazadas, sino de salvar un modo de vida amenazado», aseveró Lake, quien admitió que la comunidad internacional «ha reaccionado un poco tarde».
«Necesitamos -agregó el responsable de Unicef- más recursos para trabajar con estos millones de niños que están en riesgo» de muerte.
Por su parte, Andrew Mitchell, que el sábado viajó a Dadaab, se declaró «profundamente conmovido por la magnitud del desastre» tras ser testigo de la «silenciosa» llegada de «cientos de madres y niños procedentes de Somalia», e instó a la llamada comunidad internacional a que reconozca la gravedad de lo que está ocurriendo y «haga todo lo que pueda para impedir que empeore lo que es ya una situación terrible».
ONG y agencias de la ONU han reiterado en los últimos días los llamamientos a la movilización para ayudar a los millones de afectados y ayer Naciones Unidas realizó su primer envío de toneladas de ayuda alimentaria y médica a la región de Baidoa, en el centro de Somalia, controlado por los rebeldes islámicos sheebab y azotada por la hambruna causada por la sequía. Es la primera vez en dos años que se lleva a cabo una operación similar después de que los rebeldes hayan autorizado el acceso «sólo para ayudar a los que sufren». El Programa Mundial de Alimentos, la agencia de la ONU para la lucha contra el hambre está estudiando el regreso a los territorios de Somalia controlados por los sheebab, que hace dos años obligaron a suspender la ayuda humanitaria.
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