Los medios de comunicación europeos están silenciando la revolución cívica que se vive en Senegal. Los pueblos africanos avanzan hacia su segunda descolonización.
Querubin
Aumenta la tensión en Senegal
El presidente senegalés, Abdoulaye Wade, ha decidido desplegar al Ejército nacional por las calles de Dakar para intentar poner fin a los disturbios que han sacudido al país en los últimos días y que comenzaron por un intento de reforma legal impulsado por el propio Wade para facilitarse la reelección en 2012 tras dos mandatos como presidente y colocar a su hijo como vicepresidente. Esta reforma fue retirada tras la ira popular, pero los disturbios prosiguen en las calles debido a los frecuentes cortes de luz.
“Ahora, vamos en serio”. Estas fueron las palabras del portavoz del presidente Wade, Serigne Mbacké Ndiaye, que preconizaban el uso del Ejército para aplacar la ira popular, unas revueltas que estallaron el jueves 23 de junio y que lograron paralizar la reforma legal para rebajar del 50 al 25 por ciento el porcentaje de votos necesario para ganar las elecciones presidenciales en primera vuelta, reforma que beneficiaba claramente a Wade frente a una oposición dividida.
Sin embargo, los disturbios no han acabado, pues el lunes volvieron a repetirse quema de edificios y barricadas en las calles por parte de una población harta de los frecuentes cortes de luz que se viven en todo el país.
Frente a esta situación, el Gobierno presidido por Wade, quien ha tenido que suspender su viaje a Guinea Ecuatorial para participar en la cumbre de la UA, ha decidido sacar los tanques a la calle, desplegando a soldados en los puntos estratégicos de la capital senegalesa que han venido en ayuda de una policía desbordada por la actual ola de descontento.
Por otra parte, según el ex-primer ministro, y líder de la opositora Alianza para la República (APR), Macky Sall, anunció hoy que 400 mercenarios procedentes de Costa de Marfil y Nigeria acaban de llegar a Senegal para aplastar la revuelta.
Las revueltas, que se parecen cada vez más a las vividas en Túnez, Egipto, Yemen o Siria y que, sin embargo, apenas han tenido eco en la prensa europea, y de las que no se tienen imágenes, surgieron por la pretensión de Wade de crear un puesto de vicepresidente del país a la medida de su hijo, Karim. Wade, al igual que Ben Alí, era uno de los peones del imperialismo francés en África. Después de la primera descolonización, Francia colocó, mediante intrigas y sobornos, a políticos afines a su política de explotación minera en todas sus antiguas colonias africanas. Senegal, al igual que Túnez, es de hecho una enorme maquiladora donde las empresas francesas como Decathlon se benefician de una mano de obra indigente y casi gratuita.
África se dirige inexorablemente hacia su segunda emancipación, la emancipación económica.
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