jueves, 25 de agosto de 2011

Agresión a Libia: Seis meses de bombardeos y mentiras mediáticas

La Otan arrasa Trípoli con bombas para abrir camino a los grupos opositores armados, mientras los grandes medios ocultan la información.

Mientras Libia vive sus horas más críticas desde que comenzó el conflicto interno, en el que grupos armados procolonialistas y la Organización del Tratado para el Atlántico Norte (Otan) ingresaron a Trípoli dejando casi dos mil muertos a su paso, se puede hacer un breve recuento de una agresión contra el país africano que, hasta hace poco, mantenía los mayores niveles de desarrollo humano y fortaleza económica.
Cuando a mediados de febrero comenzaron las manifestaciones contra el gobierno libio, la situación en Medio Oriente y el norte de África atravesaba una fuerte inestabilidad.
Egipto, Túnez y Bahrein eran algunas de las naciones que se enfrentaban a masivas protestas en contra de regímenes autoritarios.
En el caso de Libia, lo que fueron legítimos reclamos se transformaron en una serie de razones para idear, en muy poco tiempo, una intervención militar.
La negativa inicial del gobierno libio a escuchar las demandas por cambios políticos y sociales, también generó un terreno fértil para la acción de Estados Unidos y los países de Europa, aunque mantuvieran desde hacía varios años una alianza con Trípoli.
El 10 de marzo, la Unión Europea (UE) envió una comisión a Trípoli, que pudo constatar que en la capital no se habían producido enfrentamientos y que los “bombardeos” de la aviación libia denunciados por los medios internacionales no eran verdaderos.
Siete días después, y sin que ningún otro organismo internacional pisara suelo libio, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó las resolución 1973 que imponía sobre el país africano una “zona de exclusión aérea”, con el objetivo principal de proteger a los civiles de los supuestos ataques de las fuerzas del gobierno de Gaddafi.
A seis meses de esa medida, los bombardeos de la Otan han dejado al menos a 3.000 pobladores asesinados, así como la destrucción de la infraestructura pública y militar de la nación.
Aunque Rusia y China tuvieron la posibilidad de vetar esta resolución, se abstuvieron, para después pedir una salida pacífica al conflicto y rechazar la injerencia extranjera en Libia.
Una serie de hechos pueden mostrar el derrotero que llevó:
-Estados Unidos tuvo políticas sumamente diferentes con respecto a Libia, y ahora a Siria, que con los conflictos en Egipto, Bahrein y Túnez. Hasta un día antes de la renuncia del presidente egipcio Hosni Mubarak, el mandatario Barack Obama repetía que ese gobierno era “amigo” de la Casa Blanca. En el caso de Bahrein, ni Washington, ni las potencias europeas, se opusieron a que Arabia Saudita enviara tropas militares para reprimir a los manifestantes.
-Muammar Al Gaddafi denunció que las potencias imperiales comenzarían una agresión sobre su país basados en “reportes de prensa”, declaración que tuvo una repercusión nula en medios de comunicación y en Naciones Unidas.
-Las denuncias realizadas por el gobierno libio sobre las violaciones de derechos humanos por parte de los grupos armados nunca fueron investigadas por los organismos internacionales.
-En la resolución del Consejo de Seguridad se prohibía al Ejército libio a utilizar sus aviones de combate, medida que fue respetada por el Ejecutivo de ese país.
-Pese que Gaddafi aceptó la propuesta de la Unión Africana (UA) para poner fin al conflicto a través del diálogo, los grupos armados financiados por Estados Unidos, Francia, Alemania y Gran Bretaña, siempre la rechazaron, de igual forma lo hizo la Otan.
-La Otan anunció que detendría los bombardeos durante el mes sagrado del Ramadán, algo que en ningún momento se respetó.
-Las sanciones y la confiscación de los bienes del Estado libio impuestas por Estados Unidos y las potencias europeas fueron presentadas como forma de castigo contra el gobierno de Gaddafi. Al poco tiempo, se comenzó a desviar ese dinero para el apoyo de los grupos armados pro colonialistas.
-Estados Unidos y Francia reconocieron públicamente que enviaron agentes militares hacia Benghazi para entrenar a las dichas fuerzas de agresión, pese a que la resolución 1973 del Consejo de Seguridad prohibía el ingreso de personal extranjero por tierra.
-Qatar aceptó vender el petróleo en poder de los grupos sublevados, aglutinados en el Consejo Nacional de Transición (CNT), organismo que fue reconocido por varios gobiernos como legítimo. Este tipo de injerencia fue ignorada por la alianza de países que defienden la invasión en Libia.
-El reconocido periodista Tierry Meyssan, de la Red Voltaire, que se encuentra en Libia, denunció en varias ocasiones que en el conflicto estaban participando células de Al Qaeda en apoyo a los grupos armados. Esta misma denuncia fue realizada hace meses por el líder Muammar Gaddafi. Los grandes medios internacionales y Estados Unidos apenas hicieron referencia a la denuncia.
Por estas horas Trípoli es el escenario de fuertes enfrentamientos militares, mientras las bombas de la Otan siguen cayendo sobre la ciudad y las fuerzas buscan a Muammar Al Gaddafi.
Detrás de esta situación crítica, Estados Unidos y sus aliados europeos festejan por otro triunfo de la “libertad” que, en sus casos, se traduce en el futuro control de las reservas libias de petróleo y agua dulce
http://www.resumenlatinoamericano.org/index.php?option=com_content&task=view&id=2924&itemid=0&lang=es

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