Antifascist Calling
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens. |
Vivimos en una época en la que las operaciones con información privilegiada, conflictos de interés y puertas giratorias entre “reguladores” y “regulados” (lubricadas con océanos de dinero), acompañan el saqueo generalizado de la riqueza social por elites capitalistas de conducta anormal.El hecho de que semejante conducta de nuestros amos corporativos ya no llegue a producir un levantamiento de cejas, y mucho menos aún provoque acción de las autoridades encargadas de impedir que los granujas criminales destruyan las vidas de otra gente, es una señal inconfundible de que el tan elogiado sistema de “libre mercado”, tiene la mirada fija en un abismo de su propia creación, y ha entrado en una fase terminal.
Ahora parece que personas con información privilegiada en Standard and Poor's o el Departamento del Tesoro, lo que queráis, pueden haber filtrado información a clientes predilectos sobre la reciente rebaja de la calificación de EE.UU., y la confirmación proviene de una fuente sorprendente.
La semana pasada, la ciberguerrilla AntiSec (una alianza flexible de individuos afiliados con LulzSec y Anonymous) publicó un cache de 1 GB de correos electrónicos hurtados al contratista de seguridad Vanguard Defense Industries (VDI).
Anteriormente Anonymous y LulzSec envolvieron en sus teclados a los tramposos de la defensa Booz Allen Hamilton, ManTech International, NATO, el Departamento de Seguridad Interior, el FBI, InfraGard (una alianza de seguridad “pública-privada” entre los pesos pesados corporativos y el Buró), la CIA, el Departamento de Seguridad Pública de Arizona, el Centro de Información de Contraterrorismo de Arizona (un llamado “centro de fusión” animado por policías, agentes federales, contratistas privados y los militares estadounidenses), la agencia de Tránsito Rápido de Bay Area (BART, por sus siglas en inglés), la Agencia del Crimen Grave Organizado de Gran Bretaña, PBS, Fox News, y gobiernos represores como Egipto, Túnez y Zimbabue.
El objetivo de su última campaña fue VDI, una firma basada en Texas, especializada en el “desarrollo y despliegue” de Sistemas Aéreos sin Tripulación (UAS, drones asesinos). VDI “se basa en experiencia especializada de importantes ingenieros aeroespaciales, antiguos oficiales militares de operaciones especiales, pilotos instructores militares, así como Agentes Federales del Servicio Ejecutivo Sénior retirados”, y afirma que su “conocimiento de antecedentes y operaciones nos ha permitido una visión única para proveer una plataforma que ampliará las capacidades de seguridad y reacción de cualquier organización”, según una publicidad de su sitio web.
Aunque VDI pregona su capacidad de ofrecer “apoyo” a “militares, mantenimiento del orden local, estatal y federal así como al sector privado”, la firma también ofrece “toda una gama de servicios de consultoría independientes de nuestra tecnología aérea”.
Esta “visión única” sin embargo, no impidió que AntiSec secuestrara secretamente miles de correos electrónicos del vicepresidente sénior de VDI, Richard T. García, un ex director adjunto del FBI en Los Angeles, quien recientemente abandonó un puesto bien remunerado como Gerente Global de Seguridad en la destructora del medio ambiente Shell Oil Corporation (¿se puede hablar del Delta del Níger?) para cambiar de aires.
Una declaración de prensa de AntiSec anunció que la filtración “contiene notas de reuniones internas y contratos, representaciones esquemáticas, acuerdos de no divulgación, información personal sobre otros empleados de VDI y varias docenas de documentos de ‘contraterrorismo” clasificados como ‘confidenciales de mantenimiento del orden’ y ‘solo para uso oficial’”.
“Vanguard Defense Industries” escribe AntiSec, “fabrica drones ‘ShadowHawk’ sin tripulación que cuestan 640.000 dólares y están equipados con lanzagranadas y escopetas. Los ShadowHawk están actualmente en uso por las fuerzas de mantenimiento del orden, militares y corporaciones privadas que los despliegan en EE.UU., el Cuerno de África, Panamá, Columbia [sic], y operaciones de patrullas en la frontera EE.UU.-México. Esos correos contienen contratos, representaciones esquemáticas, acuerdos de no divulgación y más. Encontramos evidencia de una asesora de administración de patrimonio de Merrill Lynch que da aviso privado anticipado a García sobre una rebaja inminente de la calificación crediticia de EE.UU. por S&P.”
Revelaciones indecorosas
En un correo del 25 de abril de 2011 de García a Gloria Newport, Cindy Cook, Asesora de Administración de Patrimonio de Merrill Lynch, de propiedad de Bank of America “avisó de que Standard & Poor’s, podría rebajar la calificación crediticia del gobierno de EE.UU. lo que podría causar una corrida en bancos estadounidenses que afectaría a la Reserva Federal. Da al gobierno de EE.UU. 2 años para corregir la actual situación, ya que cree que las soluciones tanto de los republicanos como de los demócratas no son suficientes y que ambos partidos podrían convertir esto en una situación política para la elección presidencial de 2012 y nunca aparecerán con una respuesta para corregir la situación dentro de los dos años fijados por Standard & Poor’s. No vio ningún tema ciber que pueda cambiar la situación.”
El periodista de investigación Steve Rafan, escribió en The Tech Herald (la publicación que reveló la historia del hackeo de HBGary por Anonymous), nos informa de que “la U.S. Securities and Exchange Commission [SEC, N. del T.] estaba investigando si había algún tipo de explotación ilícita de información privilegiada realizada por empleados de S&P antes que la rebaja fuera oficial. La historia se basaba en comentarios hechos al periódico por fuentes cercanas a la investigación.”
“El día que S&P rebajó la calificación crediticia de EE.UU.” escribe Ragan, “Wall Street estaba inundado de rumores sobre la rebaja. Esos rumores comenzaron temprano ese día mientras el mercado estaba activo. Resultó que eran verídicos.”
Según Bloomberg News la SEC “examina a fondo el método utilizado por Standard & Poor's para rebajar la calificación crediticia de EE.UU. y si la firma protegía apropiadamente la decisión confidencial, dice una persona con conocimiento directo del asunto”.
El periodista Joshua Gallu escribió el 14 de agosto que personal de SEC estaba “examinando si ciertos participantes en el mercado supieron de la rebaja antes de su anuncio”.
Minimizando la especulación de que los empleados de S&P puedan haber violado reglas de la SEC al filtrar información confidencial a clientes privilegiados, The New York Times, como es su costumbre, afirmó que “es discutible si el anuncio de S&P del 5 de agosto sobre el cambio de la calificación fue tan confidencial, en vista de la especulación al respecto”.
“Suponer que la información sobre la rebaja era confidencial”, pontifica el Times, “también debe ser esencial, lo que significa que un inversionista razonable la consideraría importante. Parece un elemento fácil de establecer porque los alocados virajes del mercado durante la primera jornada financiera después de la rebaja muestran cómo lo veían los inversionistas.”
Pero el correo de Cook a García no llegó a su carpeta de recibidos “el primer día de negocios después de la rebaja” sino casi cuatro meses antes, mucho antes de los tejemanejes políticos de julio por el aumento del techo de la deuda federal, la razón ostensible por la que S&P rebajó el mérito crediticio de EE.UU.
Maxine Waters (demócrata de California), escribió a la presidenta de la SEC, la especialista en encubrimiento Mary Schapiro, exigiendo que la comisión “realice una investigación de si S&P reveló selectivamente a algunas instituciones financieras información relacionada con la reclasificación de la deuda del gobierno de EE.UU., y si algunas instituciones que tenían esa información confidencial la aprovecharon antes del anuncio oficial”.
Parece que el correo de Cook a García confirma que los poseedores de la información privilegiada en S&P hicieron precisamente eso suministrando información a Merrill Lynch y se puede suponer que también a otras firmas financieras.
Echando agua fría sobre las acusaciones de que la agencia calificadora actuó incorrectamente, el Times argumenta que “incluso si la SEC establece que la información fue abusivamente revelada, será difícil probar que hubo uso de información privilegiada”.
¿Por qué será?
Según el Times, “aunque S&P y otras agencias de calificación crediticia deben adoptar políticas para impedir revelaciones semejantes, es cuestionable si solo la filtración de información viola algunas regulaciones federales, incluso si contraviene una política de confidencialidad corporativa”.
Sin embargo, a fin de que los lectores no crean que la SEC lanzará una investigación exhaustiva de filtraciones por personas informadas de S&P, harían bien en leer el último artículo de Matt Taibbi en Rolling Stone. [En inglés]
Según testimonio ante el Congreso de un denunciante de la SEC, que provocó una investigación del Inspector General de ese organismo, la división de control de la comisión, por orden de dirigentes que pasaron a obtener posiciones bien remuneradas en las firmas que debían regular, destruyó una montaña de evidencia incriminatoria que detallaba trasgresiones de algunas de las principales firmas financieras del mundo.
¿Cuántos archivos, llamados “Asuntos bajo investigación” o MUI (por sus siglas en inglés) fueron destruidos? Según el denunciante Darcy Flynn, la división de control de la SEC “desapareció” unos 18.000 archivos, incluidos los del estafador condenado Bernie Madoff, el embaucador acusado, presunto banquero de la CIA y blanqueador de dinero de la droga R. Allen Stanford, así como acusaciones de que bancos de inversión de primer orden de Wall Street, como J.P. Morgan Chase, habían participado en negocios con información privilegiada.
Taibbi escribe que “según un trato que la SEC logró con la Administración de Archivos y Expedientes Nacionales, todos los expedientes del organismo –‘incluidos archivos de casos relacionados con investigaciones preliminares’– supuestamente deben mantenerse por los menos durante 25 años. Pero la SEC, utilizando prácticas de modificación de la historia que por una vez merecen realmente el manoseado y usualmente histérico término de ‘orwelliano’, ingenió un sistema complicado y posiblemente ilegal por el cual se instruye a los miembros del personal para que eliminen los documentos de cualquier investigación preliminar que no haya recibido aprobación del personal superior para que se convirtiera en un investigación formal.”
Es un lindo negocio si puedes conseguirlo, lo que, claro está, lograron indudablemente firmas como Goldman Sachs, J. P. Morgan Chase, Deutsche Bank, AIG y Lehman Brothers (antes de su colapso en 2008).
“Nunca sabremos”, afirma Taibbi, “cuál podría haber sido el impacto de esos casos destruidos; nunca sabremos si esos casos fueron cerrados por buenas o malas razonas. Nunca sabremos exactamente quién se salió con la suya en qué, porque los reguladores federales han lastrado un inmenso saco de ropa sucia de Wall Street y lo han lanzado a un lago para que nunca vuelva a aparecer”.
Desde este punto de vista, el hackeo de VDI por AntiSec es instructivo. Si no fuera por ningún otro motivo, demuestra que las personas con información privilegiada bien conectadas obtienen miles de millones de dólares con el colapso de la economía global y dividen el botín entre amigos y clientes privilegiados, incluidos los que habitan las regiones más profundas del Estado secreto.
Ciberguerra: Volver todo hacia casa y librar la guerra contra la economía global
Mientras las elites globales pugnan por apoderarse de tantas ventajas como sea posible por encima de sus rivales, mientras la economía cae al fondo del cráter, los métodos de inteligencia desplegados como parte de la interminable “Guerra contra el Terror” del imperialismo han migrado con más vigor aún a Wall Street.
Las revelaciones de Anonymous antes este año de que una multitud de contratistas de seguridad vinculados al Pentágono han unido sus fuerzas para realizar operaciones encubiertas contra denunciantes y periodistas han hecho sonar las alarmas.
La publicación en febrero de unos 75.000 correos electrónicos hurtados de servidores controlados por timadores de la seguridad HBGary Federal y HBGary, revelaron un sórdido plan del Bank of America y de la Cámara de Comercio de EE.UU. para atacar a partidarios de WikiLeaks y a críticos izquierdistas de las corporaciones.
Ese hackeo, aparte de sacar a la luz la ilícita jugada “Team Themis” del Bank of America, una coproducción de la importante firma legal Hunton & Williams, HBGary Federal, HBGary, Palantir Technologies (receptora de fondos secretos para sobornos de su rama de capital de riesgo In-Q-Tel) y Berico Technologies, también reveló que el Pentágono y gigantescos contratistas de la defensa como General Dynamics se habían unido con HBGary para desarrollar malware indetectable o "rootkits" para el emergente Complejo de Ciberguerra-Inteligencia de EE.UU., según una serie de documentos publicados por el sitio en la web Public Intelligence especializado en desmenuzar secretos.
Archivos adicionales revelaron que HBGary y ManTech International se habían asociado con el Estado Nacional de Seguridad para lo que describieron como “Operaciones de Reconocimiento Basadas en Internet” que utilizan métodos de “acceso no atribuible a Internet”, “identificación de un perímetro posible de defensa”, para “colmar brechas en la inteligencia” e “investigación de contrainteligencia”. En otras palabras, espionaje de amplia base contra una multitud de “adversarios” (es decir, disidentes políticos, activistas contra la guerra, luchadores contra las corporaciones y otros enemigos del Estado).
Más investigación por OpMetal Gear de Project PM reveló que el gigante de la defensa Northrop Grumman y otras firmas como HBGary Federal, TASC y ManTech International estaban involucradas en una guerra de precios para arponear el programa Romas/COIN del Pentágono (rebautizado Odyssey posteriormente).
Ese programa, escribe el investigador Barrett Brown, es una “campaña secreta e inmensamente sofisticada de vigilancia masiva y de minería de datos contra el mundo árabe, que permite que la comunidad de la inteligencia monitoree las costumbres, conversaciones y actividades de millones de individuos al mismo tiempo”. (Para más antecedentes vea: "Security Grifters Partner-Up on Sinister Cyber-Surveillance Project," Antifascist Calling, 3 de julio de 2011).
Podemos suponer que una vez que las fuentes y métodos de inteligencia que tienen como objetivos a enemigos externos se vuelvan hacia el interior y ataquen al pueblo estadounidense, los poseedores de información financiera privilegiada también descubrirán que semejantes instrumentos son un medio ejemplar para aplastar a sus competidores y adversarios, la clase trabadora global.
Hacia la bancarrota y la criminalización del Estado
“La guerra económica” escribe el economista e investigador Michel Chossudovsky en: The Global Economic Crisis: The Great Depression of the XXI Century (La crisis económica global: la gran depresión del Siglo XXI), “consiste en la desestabilización de países y el empobrecimiento de sus respectivas poblaciones”.
Chossudovsky argumenta que “la manipulación de las fuerzas del mercado mediante la imposición de una ‘medicina económica’ fuerte bajo el timón del FMI apoya los objetivos estratégicos y geopolíticos de EE.UU./OTAN.
“De la misma manera”, señala Chossudovsky, “los ataques especulativos lanzados por poderosos conglomerados bancarios en los mercados monetarios, de materias primas y de la bolsa, son actos de guerra financiera”, en la cual el “financiamiento de una economía de guerra sobredimensionada de EE.UU. provoca desequilibrios en el sistema monetario estadounidense, desestabiliza la estructura fiscal de EE.UU. y crea desequilibrios en la asignación de recursos humanos y materiales”.
Esa tragedia está ocurriendo actualmente. El continuo descalabro del mercado después de la rebaja de la calificación crediticia de EE.UU. y de la crisis de la Eurozona ha afectado a decenas de millones de trabajadores que ven cómo sus fondos de previsión son engullidos por especuladores. Además, Estados y municipalidades “que tenían deuda vinculada a la capacidad crediticia federal”, afirma The Tech Herald “sufrieron un golpe”.
Las ciudades y Estados más afectados que luchan bajo un enorme lastre de deuda debido a la caída de ingresos, están presos de las agencias de calificación crediticia. Como señala el economista Michael Hudson en Global Research las agencias de calificación crediticia como Standard and Poor’s, Moody’s y Fitch “juegan el papel político de ‘agentes’, como guardabarreras del crédito, a fin de presionar a Islandia, Grecia e incluso EE.UU. para que mantengan políticas orientadas a los acreedores que conducen inevitablemente a crisis financieras”.
Hudson escribe que “estas crisis por su parte obligan a los gobiernos deudores a vender sus activos en condiciones de emergencia. Al mantener este servicio de perros guardianes para los banqueros del mundo, las agencias de calificación están escalando una estrategia política que han refinado desde hace tiempo, durante una generación, en la arena corrupta de la política local de EE.UU.”
Como observa el sitio World Socialist Web: “la crisis de los mercados bursátiles y los mercados financieros del mundo cae cada vez más en una espiral fuera de control. Los gobiernos son impulsados por eventos en los que no pueden influir.”
El crítico socialista Peter Schwarz señala que “el pánico de los mercados bursátiles muestra que los operadores de bolsa esperan una profunda recesión, que ya se anuncia por el estancamiento del crecimiento y el aumento de las tasas de desempleo”, y que “las corporaciones reaccionarán con nuevas olas de despidos y los gobiernos con más recortes presupuestarios”.
En un clima alimentado por el miedo, la guerra y todos esos "cocos" multiusos: “deuda”. “terror” y ahora “ciber-guerra”, el coste de rescatar una economía capitalista saqueada es soportado por la clase trabajadora. Esas presiones, por su parte, aumentan la espiral descendiente mientras el empleo, los salarios, la manufactura y los gastos de consumo entran en una caída en picado, la reacción de un bucle autodestructivo que exacerba aún más los niveles de desempleo, de embargos de casas y de miseria generalizada. Los tentáculos de esta “crisis de la deuda” fabricada llegan a todas partes –del pueblo más pequeño a la ciudad más grande-.
Hudson afirma que “se presiona a las localidades cuando el aumento de sus niveles de deuda conduce al rigor fiscal. Los bancos retiran sus líneas de crédito e instan a ciudades y Estados a pagar sus deudas vendiendo sus empresas públicas más viables.”
Y a la espera de su oportunidad espera una nueva clase de buitres corporativos y sus vampiros rentistas que bajan en picado para cosechar las recompensas obtenidas al engullir (saquear) activos públicos a precios de liquidación total.
Las agencias calificadoras, que se benefician de los dos extremos de cualquier transacción, según Hudson “ofrecen opiniones” que se han convertido en un “gran negocio” para las agencias. “Por lo tanto es comprensible el motivo por el cual su modelo empresarial se opone a políticas –y candidatos políticos– que apoyan la idea de basar el financiamiento público en la tributación en lugar de en los préstamos. Su interés propio distorsiona sus ‘opiniones’.”
Por lo tanto, “aceptar una conducta financiera tan económicamente destructiva es lo contrario de la responsabilidad fiscal. La reducción de impuestos federales y de pagos a la Seguridad Social para obtener una ‘opinión’ más positiva de S&P,” escribe Hudson, “daría a los bancos la capacidad de ‘cancelar’ e imponer la privatización y planes de austeridad contrarios a la fuerza laboral absteniéndose de prorrogar la deuda de EE.UU. y de recortar impuestos al estilo del Tea-Party en lugar de financiar los gastos mediante la tributación sobre una base de pago según el uso”.
Desde este punto de vista, se puede comprender ciertamente por qué una asesora de “administración de patrimonio” de Merrill Lynch podría ofrecer su “conocimiento informado” (información privilegiada gregaria) a un dudoso grupo de seguridad como VDI.
Las clases trabajadoras de toda Europa no han “desaparecido pacíficamente en la noche” del desempleo; el gran temor aquí entre corporatistas y militaristas por igual, es que una vez que la gente que trabaja se dé cuenta de que se acabó el juego ¡pueda imponer su propia “terapia de shock”!
Como afirma el columnista de Salon Glenn Greenwald (un objetivo de la campaña de trucos sucios de "Team Themis's"), pronunciarse sobre “el creciente Estado de vigilancia y el intento de criminalizar a WikiLeaks y las denuncias es vital” para la defensa de la democracia.
“El libre flujo de información y comunicaciones posibilitado por las nuevas tecnologías –como lo han demostrado los movimientos de protesta en Medio Oriente y una ola de serias filtraciones durante el último año– es un arma singularmente potente en el cuestionamiento del arraigado poder gubernamental y otras facciones poderosas”, escribe Greenwald.
“Y es precisamente el motivo por el cual los que están en el poder –los que están dedicados a la preservación del orden social– están cada vez más aferrados a apoderarse de su control y a eliminar su potencial para subvertir ese orden: están muy conscientes de su poder, que los aterroriza, y quieren asegurar que la capacidad de dictar cómo hay que utilizarlo y con qué fin, permanezca exclusivamente en sus manos”.
Por eso las acciones de grupos tan disimilares como AntiSec, Anonymous y WikiLeaks son fanales informativos en un paisaje mediático que de otra manera está homogeneizado, caracterizado por los rumores sobre celebridades, escándalos sexuales y “crímenes” de poblaciones pobres y marginadas –nunca por los super ricos o los belicistas que asesinan a millones de personas cuando lanzan guerras por recursos que roban la propiedad social de otros pueblos-.
Mientras firmas como VDI, Boeing, General Atomics y Lockheed Martin pregonan tecnologías de drones que transforman a seres humanos en vapor rojo, y lo hacen como si fuera su deber “patriótico” (y altamente lucrativo), mientras el Pentágono aborda con entusiasmo formas hipermodernas de asesinato masivo robotizado, la factura de la arrogancia estadounidense, vencida hace tiempo, llega más rápido de lo que piensa la mayoría de la gente.
Antifascist es un investigador y activista basado en el Área Bay de San Francisco. Aparte de publicar en Covert Action Quarterly, Love & Rage y Antifa Forum, es editor de Police State America: U.S. Military "Civil Disturbance" Planning, distribuido por AK Press.
Fuente: http://antifascist-calling. blogspot.com/
Ahora parece que personas con información privilegiada en Standard and Poor's o el Departamento del Tesoro, lo que queráis, pueden haber filtrado información a clientes predilectos sobre la reciente rebaja de la calificación de EE.UU., y la confirmación proviene de una fuente sorprendente.
La semana pasada, la ciberguerrilla AntiSec (una alianza flexible de individuos afiliados con LulzSec y Anonymous) publicó un cache de 1 GB de correos electrónicos hurtados al contratista de seguridad Vanguard Defense Industries (VDI).
Anteriormente Anonymous y LulzSec envolvieron en sus teclados a los tramposos de la defensa Booz Allen Hamilton, ManTech International, NATO, el Departamento de Seguridad Interior, el FBI, InfraGard (una alianza de seguridad “pública-privada” entre los pesos pesados corporativos y el Buró), la CIA, el Departamento de Seguridad Pública de Arizona, el Centro de Información de Contraterrorismo de Arizona (un llamado “centro de fusión” animado por policías, agentes federales, contratistas privados y los militares estadounidenses), la agencia de Tránsito Rápido de Bay Area (BART, por sus siglas en inglés), la Agencia del Crimen Grave Organizado de Gran Bretaña, PBS, Fox News, y gobiernos represores como Egipto, Túnez y Zimbabue.
El objetivo de su última campaña fue VDI, una firma basada en Texas, especializada en el “desarrollo y despliegue” de Sistemas Aéreos sin Tripulación (UAS, drones asesinos). VDI “se basa en experiencia especializada de importantes ingenieros aeroespaciales, antiguos oficiales militares de operaciones especiales, pilotos instructores militares, así como Agentes Federales del Servicio Ejecutivo Sénior retirados”, y afirma que su “conocimiento de antecedentes y operaciones nos ha permitido una visión única para proveer una plataforma que ampliará las capacidades de seguridad y reacción de cualquier organización”, según una publicidad de su sitio web.
Aunque VDI pregona su capacidad de ofrecer “apoyo” a “militares, mantenimiento del orden local, estatal y federal así como al sector privado”, la firma también ofrece “toda una gama de servicios de consultoría independientes de nuestra tecnología aérea”.
Esta “visión única” sin embargo, no impidió que AntiSec secuestrara secretamente miles de correos electrónicos del vicepresidente sénior de VDI, Richard T. García, un ex director adjunto del FBI en Los Angeles, quien recientemente abandonó un puesto bien remunerado como Gerente Global de Seguridad en la destructora del medio ambiente Shell Oil Corporation (¿se puede hablar del Delta del Níger?) para cambiar de aires.
Una declaración de prensa de AntiSec anunció que la filtración “contiene notas de reuniones internas y contratos, representaciones esquemáticas, acuerdos de no divulgación, información personal sobre otros empleados de VDI y varias docenas de documentos de ‘contraterrorismo”
“Vanguard Defense Industries” escribe AntiSec, “fabrica drones ‘ShadowHawk’ sin tripulación que cuestan 640.000 dólares y están equipados con lanzagranadas y escopetas. Los ShadowHawk están actualmente en uso por las fuerzas de mantenimiento del orden, militares y corporaciones privadas que los despliegan en EE.UU., el Cuerno de África, Panamá, Columbia [sic], y operaciones de patrullas en la frontera EE.UU.-México. Esos correos contienen contratos, representaciones esquemáticas, acuerdos de no divulgación y más. Encontramos evidencia de una asesora de administración de patrimonio de Merrill Lynch que da aviso privado anticipado a García sobre una rebaja inminente de la calificación crediticia de EE.UU. por S&P.”
Revelaciones indecorosas
En un correo del 25 de abril de 2011 de García a Gloria Newport, Cindy Cook, Asesora de Administración de Patrimonio de Merrill Lynch, de propiedad de Bank of America “avisó de que Standard & Poor’s, podría rebajar la calificación crediticia del gobierno de EE.UU. lo que podría causar una corrida en bancos estadounidenses que afectaría a la Reserva Federal. Da al gobierno de EE.UU. 2 años para corregir la actual situación, ya que cree que las soluciones tanto de los republicanos como de los demócratas no son suficientes y que ambos partidos podrían convertir esto en una situación política para la elección presidencial de 2012 y nunca aparecerán con una respuesta para corregir la situación dentro de los dos años fijados por Standard & Poor’s. No vio ningún tema ciber que pueda cambiar la situación.”
El periodista de investigación Steve Rafan, escribió en The Tech Herald (la publicación que reveló la historia del hackeo de HBGary por Anonymous), nos informa de que “la U.S. Securities and Exchange Commission [SEC, N. del T.] estaba investigando si había algún tipo de explotación ilícita de información privilegiada realizada por empleados de S&P antes que la rebaja fuera oficial. La historia se basaba en comentarios hechos al periódico por fuentes cercanas a la investigación.”
“El día que S&P rebajó la calificación crediticia de EE.UU.” escribe Ragan, “Wall Street estaba inundado de rumores sobre la rebaja. Esos rumores comenzaron temprano ese día mientras el mercado estaba activo. Resultó que eran verídicos.”
Según Bloomberg News la SEC “examina a fondo el método utilizado por Standard & Poor's para rebajar la calificación crediticia de EE.UU. y si la firma protegía apropiadamente la decisión confidencial, dice una persona con conocimiento directo del asunto”.
El periodista Joshua Gallu escribió el 14 de agosto que personal de SEC estaba “examinando si ciertos participantes en el mercado supieron de la rebaja antes de su anuncio”.
Minimizando la especulación de que los empleados de S&P puedan haber violado reglas de la SEC al filtrar información confidencial a clientes privilegiados, The New York Times, como es su costumbre, afirmó que “es discutible si el anuncio de S&P del 5 de agosto sobre el cambio de la calificación fue tan confidencial, en vista de la especulación al respecto”.
“Suponer que la información sobre la rebaja era confidencial”, pontifica el Times, “también debe ser esencial, lo que significa que un inversionista razonable la consideraría importante. Parece un elemento fácil de establecer porque los alocados virajes del mercado durante la primera jornada financiera después de la rebaja muestran cómo lo veían los inversionistas.”
Pero el correo de Cook a García no llegó a su carpeta de recibidos “el primer día de negocios después de la rebaja” sino casi cuatro meses antes, mucho antes de los tejemanejes políticos de julio por el aumento del techo de la deuda federal, la razón ostensible por la que S&P rebajó el mérito crediticio de EE.UU.
Maxine Waters (demócrata de California), escribió a la presidenta de la SEC, la especialista en encubrimiento Mary Schapiro, exigiendo que la comisión “realice una investigación de si S&P reveló selectivamente a algunas instituciones financieras información relacionada con la reclasificación de la deuda del gobierno de EE.UU., y si algunas instituciones que tenían esa información confidencial la aprovecharon antes del anuncio oficial”.
Parece que el correo de Cook a García confirma que los poseedores de la información privilegiada en S&P hicieron precisamente eso suministrando información a Merrill Lynch y se puede suponer que también a otras firmas financieras.
Echando agua fría sobre las acusaciones de que la agencia calificadora actuó incorrectamente, el Times argumenta que “incluso si la SEC establece que la información fue abusivamente revelada, será difícil probar que hubo uso de información privilegiada”.
¿Por qué será?
Según el Times, “aunque S&P y otras agencias de calificación crediticia deben adoptar políticas para impedir revelaciones semejantes, es cuestionable si solo la filtración de información viola algunas regulaciones federales, incluso si contraviene una política de confidencialidad corporativa”.
Sin embargo, a fin de que los lectores no crean que la SEC lanzará una investigación exhaustiva de filtraciones por personas informadas de S&P, harían bien en leer el último artículo de Matt Taibbi en Rolling Stone. [En inglés]
Según testimonio ante el Congreso de un denunciante de la SEC, que provocó una investigación del Inspector General de ese organismo, la división de control de la comisión, por orden de dirigentes que pasaron a obtener posiciones bien remuneradas en las firmas que debían regular, destruyó una montaña de evidencia incriminatoria que detallaba trasgresiones de algunas de las principales firmas financieras del mundo.
¿Cuántos archivos, llamados “Asuntos bajo investigación” o MUI (por sus siglas en inglés) fueron destruidos? Según el denunciante Darcy Flynn, la división de control de la SEC “desapareció” unos 18.000 archivos, incluidos los del estafador condenado Bernie Madoff, el embaucador acusado, presunto banquero de la CIA y blanqueador de dinero de la droga R. Allen Stanford, así como acusaciones de que bancos de inversión de primer orden de Wall Street, como J.P. Morgan Chase, habían participado en negocios con información privilegiada.
Taibbi escribe que “según un trato que la SEC logró con la Administración de Archivos y Expedientes Nacionales, todos los expedientes del organismo –‘incluidos archivos de casos relacionados con investigaciones preliminares’– supuestamente deben mantenerse por los menos durante 25 años. Pero la SEC, utilizando prácticas de modificación de la historia que por una vez merecen realmente el manoseado y usualmente histérico término de ‘orwelliano’, ingenió un sistema complicado y posiblemente ilegal por el cual se instruye a los miembros del personal para que eliminen los documentos de cualquier investigación preliminar que no haya recibido aprobación del personal superior para que se convirtiera en un investigación formal.”
Es un lindo negocio si puedes conseguirlo, lo que, claro está, lograron indudablemente firmas como Goldman Sachs, J. P. Morgan Chase, Deutsche Bank, AIG y Lehman Brothers (antes de su colapso en 2008).
“Nunca sabremos”, afirma Taibbi, “cuál podría haber sido el impacto de esos casos destruidos; nunca sabremos si esos casos fueron cerrados por buenas o malas razonas. Nunca sabremos exactamente quién se salió con la suya en qué, porque los reguladores federales han lastrado un inmenso saco de ropa sucia de Wall Street y lo han lanzado a un lago para que nunca vuelva a aparecer”.
Desde este punto de vista, el hackeo de VDI por AntiSec es instructivo. Si no fuera por ningún otro motivo, demuestra que las personas con información privilegiada bien conectadas obtienen miles de millones de dólares con el colapso de la economía global y dividen el botín entre amigos y clientes privilegiados, incluidos los que habitan las regiones más profundas del Estado secreto.
Ciberguerra: Volver todo hacia casa y librar la guerra contra la economía global
Mientras las elites globales pugnan por apoderarse de tantas ventajas como sea posible por encima de sus rivales, mientras la economía cae al fondo del cráter, los métodos de inteligencia desplegados como parte de la interminable “Guerra contra el Terror” del imperialismo han migrado con más vigor aún a Wall Street.
Las revelaciones de Anonymous antes este año de que una multitud de contratistas de seguridad vinculados al Pentágono han unido sus fuerzas para realizar operaciones encubiertas contra denunciantes y periodistas han hecho sonar las alarmas.
La publicación en febrero de unos 75.000 correos electrónicos hurtados de servidores controlados por timadores de la seguridad HBGary Federal y HBGary, revelaron un sórdido plan del Bank of America y de la Cámara de Comercio de EE.UU. para atacar a partidarios de WikiLeaks y a críticos izquierdistas de las corporaciones.
Ese hackeo, aparte de sacar a la luz la ilícita jugada “Team Themis” del Bank of America, una coproducción de la importante firma legal Hunton & Williams, HBGary Federal, HBGary, Palantir Technologies (receptora de fondos secretos para sobornos de su rama de capital de riesgo In-Q-Tel) y Berico Technologies, también reveló que el Pentágono y gigantescos contratistas de la defensa como General Dynamics se habían unido con HBGary para desarrollar malware indetectable o "rootkits" para el emergente Complejo de Ciberguerra-Inteligencia de EE.UU., según una serie de documentos publicados por el sitio en la web Public Intelligence especializado en desmenuzar secretos.
Archivos adicionales revelaron que HBGary y ManTech International se habían asociado con el Estado Nacional de Seguridad para lo que describieron como “Operaciones de Reconocimiento Basadas en Internet” que utilizan métodos de “acceso no atribuible a Internet”, “identificación de un perímetro posible de defensa”, para “colmar brechas en la inteligencia” e “investigación de contrainteligencia”. En otras palabras, espionaje de amplia base contra una multitud de “adversarios” (es decir, disidentes políticos, activistas contra la guerra, luchadores contra las corporaciones y otros enemigos del Estado).
Más investigación por OpMetal Gear de Project PM reveló que el gigante de la defensa Northrop Grumman y otras firmas como HBGary Federal, TASC y ManTech International estaban involucradas en una guerra de precios para arponear el programa Romas/COIN del Pentágono (rebautizado Odyssey posteriormente).
Ese programa, escribe el investigador Barrett Brown, es una “campaña secreta e inmensamente sofisticada de vigilancia masiva y de minería de datos contra el mundo árabe, que permite que la comunidad de la inteligencia monitoree las costumbres, conversaciones y actividades de millones de individuos al mismo tiempo”. (Para más antecedentes vea: "Security Grifters Partner-Up on Sinister Cyber-Surveillance Project," Antifascist Calling, 3 de julio de 2011).
Podemos suponer que una vez que las fuentes y métodos de inteligencia que tienen como objetivos a enemigos externos se vuelvan hacia el interior y ataquen al pueblo estadounidense, los poseedores de información financiera privilegiada también descubrirán que semejantes instrumentos son un medio ejemplar para aplastar a sus competidores y adversarios, la clase trabadora global.
Hacia la bancarrota y la criminalización del Estado
“La guerra económica” escribe el economista e investigador Michel Chossudovsky en: The Global Economic Crisis: The Great Depression of the XXI Century (La crisis económica global: la gran depresión del Siglo XXI), “consiste en la desestabilización de países y el empobrecimiento de sus respectivas poblaciones”.
Chossudovsky argumenta que “la manipulación de las fuerzas del mercado mediante la imposición de una ‘medicina económica’ fuerte bajo el timón del FMI apoya los objetivos estratégicos y geopolíticos de EE.UU./OTAN.
“De la misma manera”, señala Chossudovsky, “los ataques especulativos lanzados por poderosos conglomerados bancarios en los mercados monetarios, de materias primas y de la bolsa, son actos de guerra financiera”, en la cual el “financiamiento de una economía de guerra sobredimensionada de EE.UU. provoca desequilibrios en el sistema monetario estadounidense, desestabiliza la estructura fiscal de EE.UU. y crea desequilibrios en la asignación de recursos humanos y materiales”.
Esa tragedia está ocurriendo actualmente. El continuo descalabro del mercado después de la rebaja de la calificación crediticia de EE.UU. y de la crisis de la Eurozona ha afectado a decenas de millones de trabajadores que ven cómo sus fondos de previsión son engullidos por especuladores. Además, Estados y municipalidades “que tenían deuda vinculada a la capacidad crediticia federal”, afirma The Tech Herald “sufrieron un golpe”.
Las ciudades y Estados más afectados que luchan bajo un enorme lastre de deuda debido a la caída de ingresos, están presos de las agencias de calificación crediticia. Como señala el economista Michael Hudson en Global Research las agencias de calificación crediticia como Standard and Poor’s, Moody’s y Fitch “juegan el papel político de ‘agentes’, como guardabarreras del crédito, a fin de presionar a Islandia, Grecia e incluso EE.UU. para que mantengan políticas orientadas a los acreedores que conducen inevitablemente a crisis financieras”.
Hudson escribe que “estas crisis por su parte obligan a los gobiernos deudores a vender sus activos en condiciones de emergencia. Al mantener este servicio de perros guardianes para los banqueros del mundo, las agencias de calificación están escalando una estrategia política que han refinado desde hace tiempo, durante una generación, en la arena corrupta de la política local de EE.UU.”
Como observa el sitio World Socialist Web: “la crisis de los mercados bursátiles y los mercados financieros del mundo cae cada vez más en una espiral fuera de control. Los gobiernos son impulsados por eventos en los que no pueden influir.”
El crítico socialista Peter Schwarz señala que “el pánico de los mercados bursátiles muestra que los operadores de bolsa esperan una profunda recesión, que ya se anuncia por el estancamiento del crecimiento y el aumento de las tasas de desempleo”, y que “las corporaciones reaccionarán con nuevas olas de despidos y los gobiernos con más recortes presupuestarios”.
En un clima alimentado por el miedo, la guerra y todos esos "cocos" multiusos: “deuda”. “terror” y ahora “ciber-guerra”, el coste de rescatar una economía capitalista saqueada es soportado por la clase trabajadora. Esas presiones, por su parte, aumentan la espiral descendiente mientras el empleo, los salarios, la manufactura y los gastos de consumo entran en una caída en picado, la reacción de un bucle autodestructivo que exacerba aún más los niveles de desempleo, de embargos de casas y de miseria generalizada. Los tentáculos de esta “crisis de la deuda” fabricada llegan a todas partes –del pueblo más pequeño a la ciudad más grande-.
Hudson afirma que “se presiona a las localidades cuando el aumento de sus niveles de deuda conduce al rigor fiscal. Los bancos retiran sus líneas de crédito e instan a ciudades y Estados a pagar sus deudas vendiendo sus empresas públicas más viables.”
Y a la espera de su oportunidad espera una nueva clase de buitres corporativos y sus vampiros rentistas que bajan en picado para cosechar las recompensas obtenidas al engullir (saquear) activos públicos a precios de liquidación total.
Las agencias calificadoras, que se benefician de los dos extremos de cualquier transacción, según Hudson “ofrecen opiniones” que se han convertido en un “gran negocio” para las agencias. “Por lo tanto es comprensible el motivo por el cual su modelo empresarial se opone a políticas –y candidatos políticos– que apoyan la idea de basar el financiamiento público en la tributación en lugar de en los préstamos. Su interés propio distorsiona sus ‘opiniones’.”
Por lo tanto, “aceptar una conducta financiera tan económicamente destructiva es lo contrario de la responsabilidad fiscal. La reducción de impuestos federales y de pagos a la Seguridad Social para obtener una ‘opinión’ más positiva de S&P,” escribe Hudson, “daría a los bancos la capacidad de ‘cancelar’ e imponer la privatización y planes de austeridad contrarios a la fuerza laboral absteniéndose de prorrogar la deuda de EE.UU. y de recortar impuestos al estilo del Tea-Party en lugar de financiar los gastos mediante la tributación sobre una base de pago según el uso”.
Desde este punto de vista, se puede comprender ciertamente por qué una asesora de “administración de patrimonio” de Merrill Lynch podría ofrecer su “conocimiento informado” (información privilegiada gregaria) a un dudoso grupo de seguridad como VDI.
Las clases trabajadoras de toda Europa no han “desaparecido pacíficamente en la noche” del desempleo; el gran temor aquí entre corporatistas y militaristas por igual, es que una vez que la gente que trabaja se dé cuenta de que se acabó el juego ¡pueda imponer su propia “terapia de shock”!
Como afirma el columnista de Salon Glenn Greenwald (un objetivo de la campaña de trucos sucios de "Team Themis's"), pronunciarse sobre “el creciente Estado de vigilancia y el intento de criminalizar a WikiLeaks y las denuncias es vital” para la defensa de la democracia.
“El libre flujo de información y comunicaciones posibilitado por las nuevas tecnologías –como lo han demostrado los movimientos de protesta en Medio Oriente y una ola de serias filtraciones durante el último año– es un arma singularmente potente en el cuestionamiento del arraigado poder gubernamental y otras facciones poderosas”, escribe Greenwald.
“Y es precisamente el motivo por el cual los que están en el poder –los que están dedicados a la preservación del orden social– están cada vez más aferrados a apoderarse de su control y a eliminar su potencial para subvertir ese orden: están muy conscientes de su poder, que los aterroriza, y quieren asegurar que la capacidad de dictar cómo hay que utilizarlo y con qué fin, permanezca exclusivamente en sus manos”.
Por eso las acciones de grupos tan disimilares como AntiSec, Anonymous y WikiLeaks son fanales informativos en un paisaje mediático que de otra manera está homogeneizado, caracterizado por los rumores sobre celebridades, escándalos sexuales y “crímenes” de poblaciones pobres y marginadas –nunca por los super ricos o los belicistas que asesinan a millones de personas cuando lanzan guerras por recursos que roban la propiedad social de otros pueblos-.
Mientras firmas como VDI, Boeing, General Atomics y Lockheed Martin pregonan tecnologías de drones que transforman a seres humanos en vapor rojo, y lo hacen como si fuera su deber “patriótico” (y altamente lucrativo), mientras el Pentágono aborda con entusiasmo formas hipermodernas de asesinato masivo robotizado, la factura de la arrogancia estadounidense, vencida hace tiempo, llega más rápido de lo que piensa la mayoría de la gente.
Antifascist es un investigador y activista basado en el Área Bay de San Francisco. Aparte de publicar en Covert Action Quarterly, Love & Rage y Antifa Forum, es editor de Police State America: U.S. Military "Civil Disturbance" Planning, distribuido por AK Press.
Fuente: http://antifascist-calling.
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