martes, 18 de octubre de 2011

Lucha Armada en Plutón


los 16 mil millones desde EEUU al gobierno colombiano, los asesores gringos, israelitas, que pululan en Colombia, ven en la insurgencia colombiana una amenaza permanente a sus modelos de explotación.

LUCHA ARMADA EN PLUTON

Antonio Caballero, en la columna de opinión, de la Revista Semana (edición 1523, del 11 al 18 de junio de 2011), en su artículo titulado LA LUCHA ARMADA, sostiene que con la caída del muro de Berlín; el fin de la Guerra Fría; y el triunfo generalizado de la 'democracia'; “el fin de la historia”; el “nuevo orden mundial”, la “globalización” o con las “redes sociales” de internet; esta forma de lucha ha perdido vigencia. Caballero justifica la respuesta armada de los pueblos contra regímenes inequitativos y despóticos en cualquier lugar del mundo donde las “condiciones locales la exijan", dice.
Invoca el periodista sólidas razones para qué, contrario a la previsión de los pronósticos de los oráculos del “Fin de la Historia y el Ultimo hombre”, la lucha armada  prosiga con el IRA irlandés, los talibanes afganos, el Frente Polisario del Sáhara ocupado por Marruecos, el Ejército de Liberación de Papúa-Nueva Guinea etc. Al contrario a otros analistas que niegan tal derecho de los pueblos; Caballero es categórico en su reconocimiento. Pero… cuando el columnista desemboca en el conflicto social y armado colombiano cae en el pantano de las descalificaciones malintencionadas y burdas, repetidas una y mil veces por la propaganda del imperio y los serviles voceros del establecimiento, en contra de las FARC-EP y el ELN.
El país sabe que desde la expedición de la Constitución de 1991, los agoreros criollos se adelantaron a expedir certificado de defunción al Movimiento Guerrillero. 20 años después lo que salta a la vista es la profunda crisis del bipartidismo y de todos los movimientos políticos, que pretendieron dejar sin banderas a la insurgencia; son  los mismos que ahora confluyen en una supuesta Unidad Nacional de élites (santista), más preocupados en el reparto del presupuesto estatal, los cargos y las cuotas de poder; que por arremeter con seriedad y profundidad en la solución de los graves problemas que afectan al ciudadano del común. Hoy vuelve a unirse bajo el utópico sueño de:”ahora sí acabaremos con la guerrilla. Faltan 20 metros”.
En su columna Caballero asegura que: “las causas objetivas (que estimulan la lucha armada), se han agravado (desde la expedición de Constitución del 91), pero que las subjetivas han desaparecido. Porque sus agentes, los que no dejaron las armas en aquellos años, como lo hicieron el M-19 o el EPL sino que siguieron en el monte, como las Farc y el ELN, se han corrompido, según Caballero, que en esto repite la propaganda oficial al pie de la letra. Según Caballero los han corrompido la eternización del conflicto y su creciente suciedad […]; y los ha corrompido el dinero fácil del narcotráfico, generado-ese sí-por factores externos: la prohibición y la demanda”.
Se lamenta el periodista porque ni las FARC-EP, ni el ELN hubieran seguido los pasos de farsantes y conversos “guerrilleros”   (que traicionaron al pueblo en siniestras alianzas con el Uribo- Santismo) o, como pasó en Centroamérica, que las dos organizaciones hubieran claudicado bajo las esperanzas del cumplimiento de falsas promesas. Insinúa que los que siguieron en el monte cargaban en el morral “las causas subjetivas” puesto que las restringe, “esas causas” a las FARC-EP y el ELN.
Maliciosamente esconde que la subjetividad está dada por el grado de conciencia individual y colectiva en el seno de una determinada sociedad; que ésta aparece como producto de la necesidad de buscar los cambios que esa sociedad requiere.
Igualmente esconde el milenario dominio ideológico que las clases gobernantes han ejercido desde siempre sobre los sectores oprimidos para perpetuar su dominación. Margina el papel que juegan la ignorancia, la superstición, el miedo, la tradición y la religión, que se convierten en gruesas y pesadas cadenas, que no sujetas a ser romtas por los afanes de alguien; sino por una paciente labor de educación y organización de las masas, cuya conciencia, que es una de las “causas subjetivas” del cambio social, se manipula groseramente desde los modernos y monopólicos medios de comunicación de masas al servicio de las clases explotadoras.
Al excluir del análisis esas otras “causas subjetivas”, de la revolución que son los partidos políticos clasistas, sindicatos, ligas campesinas, organizaciones estudiantiles y juveniles, juntas comunales, asociaciones de padres, profesionales, personalidades; Caballero reduce el conflicto social y armado que vive el país; al simple enfrentamiento entre aparatos armados, “olvida” que la guerra abarca un espectro mayor. Esta se manifiesta en los campos político, económico, militar, social, cultural, geográfico, psicológico, ideológico; donde la lucha también es encarnizada y a “muerte”; una lucha muy desigual del lado de “las causas subjetivas” por la carencia de medios y de recursos; además de hacer frente a una legislación draconiana que prohíbe o restringe la protesta social.
Contra esas “causas subjetivas”, que es la población civil, el Estado colombiano desató una cruzada de exterminio utilizando el terrorismo de Estado, sus paramilitares, el ejército oficial con sus falsos positivos, las desapariciones, masacres y fosas comunes. Sólo, en el período del psicópata Uribe, esa cruzada cobró, según Naciones Unidas, 172.000 asesinatos y 34.000 personas desaparecidas. Ni con tan tenebrosa ofensiva pudo el Estado hacer desaparecer “las causas subjetivas”, las cuales viven en la protesta social, cada vez mayor.
A la parte de las “causas subjetivas” armadas (FARC-EP y ELN) tan poco la han podido desaparecer pese a los 500.000 hombres en armas del gobierno que luchan contra ellas, los cientos de aviones y helicópteros que ametrallan y bombardean; no la han podido ni podrán desaparecerla la alta tecnología aplicada a la guerra, ni el financiamiento, asesoramiento y ayuda externa; porque las FARC-EP y el ELN son pueblo en armas, cuyos combatientes tienen un altísimo nivel de conciencia y una elevada moral revolucionaria, preciado don intangible, que Ud. mismo sabe Sr. Caballero, imprime una superioridad enorme sobre cualquier enemigo. Esto se logra únicamente en grupos altamente cohesionados, apoyados en un amplio respaldo de masas. Aunque le duela y no se atreva a reconocerlo, apreciado periodista, éste es el caso de la insurgencia colombiana.
Su afirmación: “los ha corrompido el dinero fácil del narcotráfico”, es mendaz. El grueso de los dirigentes, mandos medios y combatientes  de las FARC-EP, no se deja deslumbrar por el dinero o llevar por la ambición de acumular bienes materiales. Los dineros recaudados están en función de los planes y tareas del movimiento. No existe la propiedad privada y nadie gana salario. Se dispone de lo necesario para vivir y sobrevivir en la montaña; el lujo y el derroche no cabe en la cabeza del verdadero guerrillero. Aunque le parezca extraño Sr. Caballero, las FARC-EP, se guían por altos valores humanísticos y el altruismo brota silvestre y se cultiva con pasión en la montaña.
Si el Estado y las castas gobernantes impusieron la guerra; la insurgencia la enfrenta con las armas mismas. Es el único medio disponible que “las condiciones locales”, manejadas por los gobiernos dejaron a la subjetividad, para alcanzar los fines supremos de la felicidad del pueblo.
Insinuar como lo hace Ud., que un guerrillero rebaja su estatura moral al nivel de un narcotraficante, solo se explica porque, para muchos, es la forma más fácil y ridícula con la cual pretenden descalificar a Movimientos guerrilleros que son patrimonio del pueblo colombiano y punto obligado de referencia para quienes, en otras latitudes, esas “condiciones locales” también los obligan a enfrentar el expolio y la tiranía por medio de la lucha Armada. Esa infame calumnia de “narco-guerrilla” fue inventada por el embajador de los Estados Unidos en Colombia; Lewis Tambs. Lleva más de 25 años recorriendo el mundo y algunos la repiten, a falta de argumentos, como cotorras mojadas.
Las FARC-EP son una organización humana compuesta por miles de hombres y mujeres así que no se puede descartar la aparición de rarísimos casos de comportamientos reñidos con la esencia revolucionaria. Se previenen con una persistente labor ideológica a nivel de mandos y combatientes. Si se presentan son castigados ejemplarmente.
La guerrilla no es el paraíso idílico de “desempleo armado” que Ud. afirma. Para su información; vagos, ni perezoso entran a filas. El trabajo físico e intelectual es exigente y extenuante. Los muchachos, cuando la situación de orden público lo permite, lo realizan casi siempre en colectivo, con gran diligencia, dedicación, amor y alegría. Si la tarea consiste en construir caminos, trochas, puentes, escuelas, carreteras, campamentos, hospitales; el guerrillero se esmera por hacerlos perfectos. En el tiempo libre, el guerrillero estudia, compone canciones y poesía, pintan, preparan obras de teatro, practican deportes, bailan y danzan con raigambre y gracia.
Ud. fue testigo de ello, Sr. Caballero, porque transitó uno de esos caminos construidos por la guerrilla, en el páramo de Sumapaz. Recuerdo haber leído un artículo de su autoría, por allá…en la década de los 80s, que tituló “el camino de las Farc”. Es una metáfora bien lograda en la cual exalta la obra de ingeniería, no propiamente construida por “desempleados armados”. Su ácido chiste es flojo y tendencioso.
Por último distinguido periodista la prolongación del conflicto sí tiene causas externas, pero no las que asegura. Es la constante injerencia del gobierno imperialista de los Estados Unidos en los asuntos internos del país; son los 16 mil millones de dólares donados por ese gobierno al Estado colombiano, son los asesores gringos, israelitas, ingleses que pululan en Colombia y es la Santa Alianza de los Estados y la derecha internacional, que ven en la insurgencia colombiana una amenaza permanente, a sus modelos de explotación. Sienten pánico que el ejemplo de la insurgencia colombiana se expanda. Saben que es símbolo de persistencia y de fe inquebrantable en la victoria.
Se le abona, Sr. Caballero, el inmenso “valor civil” demostrado en reconocer la vigencia de la lucha armada en Papúa-Nueva Guinea. Preocupa que los gobiernos colombiano y gringo, aliados en la lucha contra el terrorismo, la emprendan contra Ud. por justificar la lucha armada en la luna, Saturno y Plutón.

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