A las manifestaciones estudiantiles se han sumado otros sectores de la sociedad
Durante los últimos tres meses hemos presenciado lo que ya muchos califican como el "mayor movimiento de huelga estudiantil en la historia de Canadá". En la provincia francófona de Québec, hay más de 170 mil estudiantes en paro, y la mitad de ellos se declaran en "huelga indefinida hasta la victoria".
¿Qué demandan los universitarios? La principal queja es contra el anunciado aumento del costo de la matrícula. Pero eso no es todo. El movimiento ha llamado la atención sobre otras cuestiones de la actual crisis educativa.
Por ejemplo, consideran que solo la gratuidad escolar puede solucionar la situación que afecta a la inmensa mayoría de los estudiantes. Se cuestionan, además, las subvenciones multimillonarias a los grandes empresarios, mientras se recorta el presupuesto en salud y educación.
Si bien en un primer momento se aglutinaron alrededor de la lucha contra el alza de las colegiaturas, la lucha estudiantil ha generado una amplia simpatía entre los trabajadores y el pueblo de Québec, y ahora también protestan contra las políticas neoliberales.
¿Cuál ha sido la respuesta de las autoridades? Desde el gobierno se inició un giro represivo contra los estudiantes, coronado con la aprobación de la ley especial 78, que limita la capacidad de protesta, pues pone multas a quienes convoquen a movilizaciones, generaliza los arrestos, prohíbe participar en las marchas con el rostro cubierto y obliga a informar a la policía, con ocho horas de anticipación, la realización y la ruta de cualquier manifestación en la que participen 50 personas o más. Los líderes del movimiento estudiantil anunciaron que recurrirán a los tribunales para impugnar dicha ley.
LAS CAUSAS DE LAS COSAS
Para quienes han vivido en Canadá durante las últimas cuatro o cinco décadas, como es el caso del analista político Alberto Rabilotta, es "visible y palpable la rápida demolición (de la igualdad social) a partir de mediados de los noventa y con una fuerte aceleración desde mediados de la década pasada, cuando el conservador Stephen Harper llegó al gobierno".
Canadá había alcanzado, dentro de las economías capitalistas avanzadas, niveles de igualdad más comparables a los países nórdicos de Europa que a los de Estados Unidos. Según Rabilotta, la actual desigualdad se debe, entre otros factores, a la "liberalización comercial que comenzó con el Tratado de Libre Comercio (TLC) con EE.UU. a finales de los ochenta".
A mediados de los sesenta casi todo el financiamiento de las universidades canadienses era proporcionado por los gobiernos, federal y provinciales, y las tasas de matrícula eran muy bajas o inexistentes. Pero con el auge del neoliberalismo, se redujeron los gastos sociales. En los últimos 15 años, las tasas de matrícula en Canadá se han elevado hasta convertirse en el gasto más grande para la mayoría de los estudiantes universitarios.
El investigador canadiense Andrew Gavin Marshall, residente en Montreal, explica que en abril del 2007, TD Bank (uno de los "cinco grandes" bancos que dominan la economía de Canadá) dio a conocer un "plan para la prosperidad" de la provincia de Québec, que recomendaba, entre otras cosas, elevar el costo de la matrícula. A los bancos, claro está, esto les conviene, pues así ofrecen préstamos a los estudiantes y sacan ganancias de los intereses.
La juventud canadiense es una generación en bancarrota. La deuda promedio de un graduado de la universidad en el 2009 fue de 26 mil 680 dólares, y está en aumento. Debe señalarse que esas cifras no tienen en cuenta las hipotecas o las deudas de tarjetas de crédito.
Así, cuando comienzan a trabajar, no contribuyen al crecimiento económico del país, sino que solo pueden centrarse en el pago de intereses y el reembolso de las deudas.
Este no es un problema exclusivo de Canadá, pues como se ha visto en los últimos meses, son frecuentes las protestas de miles de estudiantes en España, EE.UU. o Chile. Las sociedades lanzan a los universitarios a mercados sin trabajo, y los obligan a pagar deudas gigantescas.
"La educación profesional que los estudiantes reciben, en combinación con la pesada y autoritaria carga de la deuda y la insatisfacción por la inmensa falta de oportunidades para ellos, generarán un gran grupo de gente movilizada, educada, activa y muy enojada", concluye Marshall.
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