@elrevu
Son incontables las imágenes, los vídeos, las historias de lo sucedido el primero de diciembre en la Ciudad de México. Todo ello solo confirma una cosa: la imposición esta consumada, el PRI está de regreso.
Tras los hechos, la ola de criminalización se dejó venir. Como su única facultad, los medios no dudaron en señalar y etiquetar a quienes usaron su derecho de autodefensa contra la represión policial. Como en épocas de antaño, transformaron al joven, al estudiante, al anarquista, en un peligroso delincuente.
A estas alturas, parece necesario aclarar que AMLO no representa la única forma de resistencia (si realmente lo es), tampoco sus formas de “lucha” son las únicas. Durante años la gente de abajo ha resistido, por sus medios, por sus métodos, sin ayuda gubernamental y sin la parafernalia partidista. Ha defendido su territorio contra las asesinas empresas transnacionales, ha luchado por su derecho a ser escuchados ante los medios, ha combatido la homogenización que supone la globalización conservando su identidad y su dignidad.
Hoy los medios quieren criminalizar a quienes solo se defendieron. A quienes solo sacaron esa rabia contenida durante años, esa que se junta después de ser víctima de los abusos gubernamentales, sin que pase nada, sin que exista justicia.
Por supuesto que hubo infiltrados, pero también autodefensa. Se repelió la agresión por los medios que existieron: piedras y palos contra tanquetas, lacrimógenas y balas de goma.
Para legitimar la agresión, solo se necesita que una porción de la población, dócil, desinformada, respalde el uso represivo de la fuerza pública. La supuesta “clase media” hablo indignada por la afectación a los “monumentos históricos”, a las “empresas que dan empleo” al mexicano. Unas piedras se volvieron más valiosas que la vida humana.
Hoy nos intentan criminalizar llamándonos anarquistas. No entienden el término anarquía, lo estigmatizan para igualarlo con simple violencia. Y los mediocres se lo creen. Afortunados seriamos con un horizonte anarquista, sin opresión, sin clases.
Ayer, se demostró el descontento contra un régimen que desde su primer día mostro su rostro represivo. Hoy les decimos, que les quede muy claro. Aquí no empieza un mandato, comienza a gestarse la nueva resistencia.
Alucinando: Matar 80 mil personas, pasa. Crear millones de pobres, pasa. Vender un país, pasa. Romper un Starbucks, eso es violencia. Ahora pregunto: ¿Cuantos millones para la restauración de sus "monumentos históricos"? ¿Cuantos ceros para quien se encuentra en coma?
@elrevu
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