Dos años de 15M. “Para valorar los logros”, matiza Pablo, “hay que recordar que apenas una semana antes del 15-M la conversación más repetida era ‘aquí nadie hace nada’. Ahora hablamos de todo lo contrario, cuántas cosas pasan y dónde vamos a poder llegar con esto”.
ALBERTO SENATE/PERIODISMO HUMANO
FOTO: DANI GARMENDIA
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Dormíamos, despertamos
“Hay un momento que de vez en cuando vuelvo a ver en video y lloro. Y lloro por muchas cosas”. Es la tarde del 19 de Mayo de 2011. La plaza está abarrotada, hay un incontenible ambiente de euforia. Está por desplegarse la primera pancarta de las cientos que llenarían la Puerta del Sol las siguientes semanas. Aparece el dirigente nazi Himmler con orejas de Mickey Mouse y una frase que se convertiría en lema, “No nos representan”.
“En ese instante muchos empezamos a gritar, ha empezado la revolución”. Ese es el recuerdo que rescata Pablo Soto, ‘hacktivista’ y participante en el 15M desde sus inicios en Madrid. Luego la revolución no llegaría como se pensó aquellos días, como él mismo reconoce. “El régimen no se desmoronó con la acampada, pero comenzó un camino en el que todavía estamos”.
La imagen que rescata Marta G. Franco, periodista del Colectivo Diagonal y miembro de la comisión de comunicación de Sol, sucedió apenas unas horas antes, la madrugada del 15 al 16 de mayo. Después de las primeras cargas policiales se encontró con una pequeña asamblea. “Había un grupo de gente hablando de si quedarse a acampar, y pensé estos chavales no van a llegar a ningún lado. Y al día siguiente volví y pasó todo lo que pasó…”.
El recuerdo de Álvaro, filósofo y participante en varios grupos del 15-M, sucedió cada día durante más de un mes en cientos de plazas en España. Él recuerda su primer asombro al acercarse a la Puerta del Sol y encontrarse con gente en círculos como nunca antes había visto.
Para Chema Ruiz, uno de los portavoces de la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH) en Madrid, el 15-M empezó semanas antes de esa fecha. Con la preparación de la manifestación de ese día, “viendo como personas hasta entonces totalmente despolitizadas abrían los ojos a la pelea”.
Vamos lejos
“Para valorar los logros”, matiza Pablo, “hay que recordar que apenas una semana antes del 15-M la conversación más repetida era ‘aquí nadie hace nada’. Ahora hablamos de todo lo contrario, cuántas cosas pasan y dónde vamos a poder llegar con esto”.
Este hacktivista, como él mismo se define, compara las formas propias del 15-M con un contenido que se difunde en la Red. “Si un proceso tiene buen resultado, gusta y sirve, se replica”. El 15-M habría sido, para él, ese “generador de dinámicas nuevas”, impensables sin el paso previo de “encontrarte con el otro en la plaza y darte cuenta que podemos construirlo todo”.
En el mismo sentido, Álvaro destaca que con el 15-M surge un “espacio de politización” para el conjunto de la sociedad. Con la particularidad de que ofrece la posibilidad de participar a cualquiera, sin pedirle ningún tipo de identificación previa. “Antes no se podía ir a una manifestación por la sanidad pública sin saber si eras de izquierdas o derechas, si apoyabas o no a los sindicatos. Ahora cualquiera puede participar en la marea blanca por lo que ella dice de sí misma”.
Marta coincide en señalar que antes de mayo de 2011, en España las grandes movilizaciones sociales las convocaban los partidos políticos o los sindicatos. Mientras que ahora, además de manifestaciones masivas, se están creando “redes alternativas para vivir de otra forma”.
En vez de en una organización como tal, el 15-M se convierte así en un estado de ánimo social, del que nacen protestas y propuestas tan dispares como las movilizaciones en defensa de la minería, la auditoría de la deuda, 15MpaRato, los cercos al Congreso, la unión de mareas ciudadanas, o el inminente Toque a Bankia. Pero si una plataforma ciudadana ha crecido de la mano del 15-M y se ha convertido en referencia de movilización es sin duda la de los afectados por las hipotecas.
Chema, miembro de la PAH-Madrid desde sus comienzos, recuerda como la irrupción del 15-M supuso “un empujón tremendo” para una asociación que venía trabajando desde 2010. Es a partir de las primeras paralizaciones de desahucios, en coordinación con asambleas de barrio y grupos de vivienda, que se consigue “poner este tema en el centro del debate”.
A pesar de considerar que el Partido Popular “pisoteó miserablemente” la Iniciativa Legislativa Popular sobre la Ley Hipotecaria, Chema recuerda que, fruto de la presión, se han dado “avances significativos en el plano legislativo”. Pero más allá de los pequeños cambios en las normas, y los desahucios que se han logrado retrasar o cancelar. Generar un clamor social en un tema que antes de las movilizaciones pasaba inadvertido se ha convertido seguramente en el ejemplo más sólido del potencial de este tipo de protestas.
… pero vamos despacio
Si las principales preocupaciones en las asambleas del 15-M se resumían en mayor participación y transparencia del sistema político, freno a la corrupción y defensa de los servicios públicos, parece claro que el movimiento no ha conseguido hacer realidad sus objetivos. Nada de eso ha pasado en estos dos años, ni se adivina que pueda suceder. ¿Cómo explicar este aparente fracaso de un movimiento que según las encuestas cuenta con el apoyo, o al menos la simpatía, de la mayoría de la población?
Para Marta el “obstáculo es ese 1% que pone sus intereses por delante”. Según ella, uno de los mecanismos que han utilizado ha sido “encasillar” al 15-M en varias etiquetas a través de la prensa. Con esto se habría conseguido evitar una participación más masiva.
Mientras, Pablo cuestiona no haber montado grupos de protección de las protestas con el fin de defenderse frente los desalojos policiales, tal y como se hizo en Egipto. “¿Cuánto rechazas la violencia, lo suficiente para hacerle frente?”, se pregunta al tiempo que reitera su convencimiento en la no agresión como forma de protesta.
“No se puede decir qué ha fallado, porque eso depende de las pretensiones de cada uno”, matiza Álvaro. Pero al mismo tiempo reconoce “tensiones dentro del propio movimiento” entre diferentes formas de entender la política. Para él, un sector mantiene el modo de pensamiento tradicional de guiarse por la urgencia. Esto “solo produce ansiedad”, porque se espera que el movimiento resuelva de inmediato “todos los problemas”.
“Si hemos tenido un error es no haber conseguido crear un mínimo de coordinación, y eso nos ha impedido seguir avanzando en la defición del proyecto”, apunta Chema. Una estructura que lleve a cabo las decisiones de las asambleas, una línea estatal definida, y colaborar, o al menos reunirse, con todo tipo de organizaciones. Estas serían, según él, algunas de las claves en el éxito de la PAH que han faltado en el 15-M. “Pero todavía no es tarde y se están creando espacios de coordinación”, añade.
Sí se puede ¿pero el qué?
Para Marta, el logro que van consiguiendo las movilizaciones surgidas tras el 15-M es la irrupción de “un nuevo sentido común”, y cómo van calando en la opinión pública mayoritaria “formas de pensar en la política más allá del bipartidismo” que superen la cultura de la Transición.
“Un punto crítico a la vista es afrontar el poder de arriba”, advierte Álvaro. Propone una nueva forma de pensar entre los extremos “sólo importa el Parlamento” y “el parlamento no importa”. Este colaborador del blog “Al final de la asamblea” apuesta por “entrar en el Congreso, aunque sea parahackearlo”, sin que esto suponga que se deleguen decisiones en esos diputados, ni dejar de lado los espacios generados por la propia movilización.
Por su parte, Chema es consciente de que a buena parte de la masa social del 15-M la idea de presentarse a unas elecciones “le pone los pelos de punta”. Sin embargo, entiende que el actual objetivo pasa necesariamente por el poder institucional. Su fórmula se resumiría en “tomar el BOE al tiempo que se crea contrapoder popular”. Para conseguirlo, confía en “espacios de convergencia” donde participen personas y organizaciones con posiciones comunes.
Y para esbozar su propuesta de futuro, Pablo retoma los primeros días del 15-M. La tarde previa a las elecciones autonómicas en la que la Junta Electoral había prohibido cualquier manifestación, y sin embargo cientos de plazas en España permanecieron abarrotadas.
“Este sistema es un conjunto de mecanismos que funcionan en base a una obediencia”. Túnez es su ejemplo. Ningún Gobierno deja el poder porque “le convencen unos jóvenes” desde una plaza, sino porque le dejan de obedecer los ciudadanos, y especialmente los funcionarios.
Según él, en estos dos años la desobediencia demostrada por miles de personas aquella tarde se ha ido extendiendo a colectivos tradicionalmente más conservadores como jueces o médicos. “Hay que seguir luchando para que siga contagiándose a las capas más cercanas al régimen”. Y al decirlo sus ojos se vuelven a iluminar como cuando recuerda el despliegue de la pancarta de Himmler.
Escrache al sistema: entre la celebración y la protesta
Con el recuerdo del inicio del movimiento de fondo, desde las asambleas del 15M han planteado un “mayo global” de protestas. El día 12 se ha convocado una manifestación a nivel nacional con el lema “De la indignación a la rebelión, escrache al sistema”. Esa tarde, a las 19.30 está previsto que lleguen cuatro marchas de distintos puntos de Madrid a la Puerta del Sol, que volverá a presenciar el grito mudo de miles de manifestantes media hora más tarde. Mientras que en Barcelona, la cita para ‘retomar’ Plaza Catalunya está señalada para las 18 horas, con el lema “Paremos el genocidio financiero. Juntos podemos”.
Publicada el 20 de mayo de 2013.
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