Para nada soy entendido en cuestiones legales, apenas poseo una cultura mínima sobre derecho constitucional y leyes, pero no puedo contener mi indignación cuando veo como resuenan los aullidos de voces en supuesta cruzada por la salvación de la Patria. Cuando miro a tantas personalidades públicas “defendiendo la soberanía de nuestra nación”, cuanta vergüenza acongoja mi alma, cuando maquiavélicamente un grupito de mentes enfermas de resentimientos y xenofobia, quieren mostrar su apasionado patriotismo apoyado en su odio patológico no solo a nuestros hermanos haitianos, sino a la paz y la confraternidad de los dos pueblos que compartimos esta paradisiaca ínsula de nuestro caribe tropical.
De esos tribunales donde fue evacuado ese infame fallo contra nuestros hermanos dominicanos de ascendencia haitiana, la sociedad moral esgrime preocupantes cuestionamientos a la supuesta independencia de sus actuaciones, su matrícula fue el fruto del abuso descarado de la ambición omnímoda de un solo hombre y los poderosos y oscuros intereses que representa en aras de blindarse de la justicia dominicana por sus abominables actuaciones en la conducción poder ejecutivo de la nación.
Estos señores que se creen todos poderosos se han colocado por sobre la constitución y las leyes dominicanas, actúan como mafias, y como apandillados de la democracia que tanta sangre ha costado a nuestro pueblo, perturban el bien más caro con el que contamos: la paz de nuestra nación. Se lo había advertido al Presidente Danilo Medina, que se cuidara de ese tanque de pensamiento de la Funglode Tavistock versión dominicana, cerebros prominentes especializados en crear crisis, trabajan sin tregua para desviar la atención del personaje en cuestión, para asegurar su impunidad y preparar su vuelta al poder. ¡Jamás volverá!
Yo le pido perdón al pueblo haitiano, y lo hago en nombre de Dios, de la Patria y de todo este pueblo bueno que lo ha acogido siempre como hermanos, nosotros los dominicanos verdaderos no somos anti haitianos, no en vano ondea en nuestra enseña tricolor las Sagradas Escrituras como un símbolo patrio, son esas enseñanzas las que iluminaron a los fundadores de la dominicanidad a la proclamación de una nación misionera y conscientes del drama cósmico que encarnamos junto a ustedes hermanos haitianos.
Aquí lo que se necesita es una transformación radical que nos purgue de tanta maldad usurpando el puesto de dirección principal de nuestra nación. ¡Necesitamos una Revolución Ya! ¡Y la tendremos!
visto en http://www.elnuevodiario.com.do
0 comentarios:
Publicar un comentario