Una marea roja tiñió este sábado las calles de la capital española para manifestar su rechazo a los despidos masivos de Coca Cola Iberian Partner.
La manifestación, convocada por los sindicatos Comisiones Obreras (CCOO) y la Unión General de Trabajadores (UGT), se realizó desde la glorieta de Bilbao hasta la calle de la Montera.
La empresa anunció su intención de despedir a 1.253 trabajadores: 750 serían despedidos directamente, mientras que 500 tendrán que trasladarse a otra ciudad si tienen la suerte de ser recolocados en otras plantas. Cuatro fábricas serán cerradas: la de Fuenlabrada, en Madrid; la de Colloto, en Asturias; la de Alicante y la de Palma de Mallorca.
“¿Qué sentido tienen estos cierres y estos despidos?”, se pregunta Antonio Peña, de 50 años de los cuales ha dedicado 25 a trabajar en la planta madrileña, que el día 28 cerrará la verja. Con una gorra de promoción del refresco, el chaleco rojo y empapado por una lluvia no ha cesado en todo el recorrido, este trabajador lo tiene claro “sentido, ninguno. Somos la segunda fábrica más productiva del país, la segunda más rentable, con unos beneficios netos de 88 millones de euros el año pasado. Abastecemos a la zona centro del país, cuyo consumo es el mayor”, explica al diario Público.
Peña, como sus compañeros, lleva en huelga indefinida contra el cierre de la planta desde el pasado 31 de enero. “El despido me va a dejar en la calle, con dos hijos y un mujer también en paro. Con 50 años ¿dónde voy a trabajar? Es la ruina, dice.
Desde Asturias ha venido Emilio Padicio, un prejubilado de la planta de Collo, que empieza su huelga indefinida contra el cierre este lunes. “He venido en apoyo de los que eran mis compañeros”, explica mientras sostiene una pancarta contra los despidos. En frente, sus paisanos lanzan petardos dentro de un barril. “He trabajado 37 años en esa fábrica, nunca hemos tenido una huelga, hemos solucionados los problemas negociando. Pero esta vez está claro que lo que quieren es más dinero, más beneficios. Si no, no se entiende que quieran cerrar una fábrica rentable y productiva. No hay derecho a que, teniendo beneficios, se dejen a trabajadores en la calle y a familias en apuros”, critica.
Despedir a trabajadores mientras se ganan 900 millones al año no fabrica felicidad, precisamente. El enfado de los empleados va más allá de ver en riesgo sus puestos. Se sienten estafados y sus lemas dejan ver una muestra de la ira contra los que están acometiendo estos despidos.
“Coca Cola, terroristas”, “que se metan por el culo la reforma laboral” o una simple entonación melódica con los nombres de los directivos [Sol Daurella, presidenta de la embotelladora Cobega y máxima accionista de Iberian Partners; Marco de Quinto, presidente de Coca-Cola Company Iberia]seguida de “hijo de puta” son algunas pinceladas de los que los trabajadores de la marca han coreado.
Jairo Vargas / Público / LibreRed
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