martes, 11 de marzo de 2014

¿Ensayo en Venezuela de la estrategia ucraniana?


¿Ensayo en Venezuela de la estrategia ucraniana?
La violencia contrarrevolucionaria en Venezuela ha conocido diferentes expresiones: golpe de Estado, sabotaje económico y petrolero, y violencia callejera. En los últimos días ha fracasado en el intento de trasplantar el modelo de Ucrania para derribar un gobierno legítimo.
11/03/2014
La campaña de acoso violento contra el gobierno venezolano por parte de la oposición más reaccionaria ha vuelto a crear un sentimiento de inquietud entre todas las sensibilidades de izquierda que apoyan la revolución bolivariana en el mundo.
El primer ejemplo que viene a la mente es el del golpe militar en Chile en 1973, después, también se evocan los recuerdos del golpe de Estado frustrado contra Chávez en 2002, y el intento de golpe cívico-prefectual fracasado en Bolivia en septiembre de 2008. Por último, alejadas geográficamente y en un proceso político muy diferente, aparecen las denominadas revoluciones de colores en el antiguo espacio soviético y la última insurrección secuestrada por la extrema derecha en Ucrania.
Evidentemente la revolución bolivariana está lejos de poder considerarse consolidada. El primer escenario dónde sigue amenazando una posible derrota es en el terreno electoral. A pesar de sus continuas victorias hubo una derrota, la del referéndum constitucional de diciembre de 2012, y dos victoria de mínimos, la de las elecciones parlamentarias de 2010 y las presidenciales de abril de 2013. Y lo que es más importante para el proceso, la oposición ha contado en los últimos años - a pesar de 15 años de hegemonía chavista y control del gobierno - con un apoyo electoral que oscila entre el 40%y el 50%. Esta situación es inquietante porque la oposición cuenta con una importante masa de maniobra. Si el gobierno bolivariano consigue ser debilitado con una situación interna caótica entonces podría ser derrotado electoralmente, aunque fuese por una pequeña diferencia. Y un cambio de gobierno supondría, sin dudas, el final del proceso revolucionario.
No he encontrado análisis que fuesen capaces de explicar la derrota electoral del referéndum de 2007. Justo en los años anteriores, desde las elecciones presidenciales del año 2000 hasta el referéndum del 2007, el chavismo gozo del mayor nivel de apoyo electoral, con diferencias respecto a la oposición entre el 19% y el 26%. Una ventaja que tendría que haber sido aprovechada en esos momentos para un avance en profundidad de la revolución. Pero no fue así, y sigue flotando en el aire una pregunta clave,  la derrota del 2007 ¿fue consecuencia de los errores de la dirigencia de la revolución o la expresión de ciertos sectores que apoyaban al chavismo pero que no estaban dispuestos a apoyar una profundización de la revolución?
Además, en 2007 no solo se produjo la única derrota electoral de la revolución, sino que a partir de ese momento las siguientes victorias electorales del chavismo lo fueron con diferencias inferiores respecto a la oposición.
Otro efecto complementario del cambio de situación es que esta correlación de fuerzas que dibujan los procesos electorales genera una división entre las fuerzas que apoyan la revolución bolivariana. El enfrentamiento se plantea en torno a la cuestión de cómo revertir esta situación y avanzar en un debilitamiento del apoyo social de la oposición. ¿Profundizar el proceso revolucionario o ralentizarle y hacer concesiones a la oposición? Los partidarios de la profundización alegan que de esta manera se galvanizarían las energías de los sectores populares chavistas, se reforzarían los apoyos y se podrían infringir derrotar decisivas a la contrarrevolución debilitando bases importantes de su poder económico, político y social. Los partidarios de hacer concesiones temen que una profundización con la actual correlación de fuerzas pueda llevar a un enfrentamiento civil y/o una derrota prematura, y se inclinan por un proceso más lento para poder acumular más fuerzas para nuevos avances. No hay duda de que ambas estrategias tienen sus riesgos, respecto a la primera son ciertos los temores indicados anteriormente; pero la estrategia de la ralentización también puede conllevar efectos contrarios a los buscados, con una pérdida de las energías revolucionarias y una derrota electoral, o a una difuminación de la propia revolución hacia objetivos puramente reformistas.
Sin embargo en estos momentos la correlación de fuerzas electorales no es lo más urgente. En estos momentos es en un segundo escenario donde está siendo acosada la revolución. Es el escenario de la violencia contrarrevolucionaria que, en el caso venezolano, ha conocido diferentes expresiones, golpe de Estado, sabotaje económico y petrolero, y violencia callejera.
En una primera impresión quizás se pueda concluir que tanto en el golpe de Estado de 2002 como la campaña de sabotaje económico y petrolero de 2003 la contrarrevolución empleo medios más potentes que actualmente. Hubo agitación callejera e incluso se produjeron muertes como en la actual campaña desestabilizadora, pero además participaron activamente actores que ahora, por el momento, parecen mantenerse al margen, como la dirección del empresariado que no está impulsando la paralización del país como entonces, o sectores del ejército; además, otros actores de aquel entonces están neutralizados como la gerencia de PDVSA que fue totalmente renovada, o la dirigencia sindical de la antigua CTV, y la oposición política se muestra dividida respecto al apoyo de la campaña de violencia contra el gobierno.
Sin embargo esta impresión no le resta importancia al desafío violento lanzado en la calle por los sectores más reaccionarios de la oposición. Especialmente porque dicho desafío se produce con el escenario de fondo de una grave crisis económica en Venezuela - crisis agravada por los intentos de sabotaje económico llevado a cabo por la burguesía a finales del año pasado - y los ajustes económicos llevados a cabo por el gobierno de Maduro. Éste reacciono finalmente contra el sabotaje y la especulación y eso le supuso la victoria electoral en las elecciones municipales de diciembre de 2013, pero los problemas económicos siguen presentes, con desabastecimiento, inflación muy alta, dependencia de las importaciones etc., y ello desgasta el apoyo del gobierno entre las clases populares.
Parece que la derecha venezolana se ha fijado más bien en los sucesos del espacio post-soviético para intentar trasplantar esa estrategia contra la revolución bolivariana. El primer intento de imitación se produjo con los resultados de las últimas elecciones presidenciales en las que Nicolás Maduro se alzó con la victoria por un margen estrecho del 1,6%. Entonces la oposición siguió el guión de las revoluciones de colores seguido en Ucrania, Georgia y Kirguistán. Rechazó el resultado bajo la acusación de fraude y llamó a la movilización callejera para desconocer el resultado y exigir nuevas elecciones o directamente un gobierno de la oposición. Pero ya entonces Venezuela demostró que no podía compararse con aquellas tres repúblicas ex-soviéticas. Su sistema electoral es fiable y reconocido internacionalmente por lo que la estrategia de la oposición no encontró suficiente respaldo exterior, pero, además, Venezuela no es una república desestructurada como las tres mencionadas lo eran, y el gobierno de Maduro contaba con el apoyo activo de importantes fuerzas sociales y de la lealtad del ejército al orden constitucional. Por tanto aquel intento de imitación terminó en un fracaso.
Ahora de nuevo se ha intentado imitar la situación en Ucrania en los últimos meses de 2013 y los primeros de 2014 y la oposición violenta en Venezuela ha soñado con levantar una ola de protestas que aunque no muy masivas se transformasen en violentas y, de esta manera, y con una nueva campaña internacional de los medios burgueses conseguir  la renuncia del gobierno de Nicolás Maduro y una nuevas elecciones o, en su defecto, sentarle en una mesa negociadora para arrancarle concesiones a la oposición. Pero, nuevamente, es necesario tener en cuenta las enormes diferencias que median entre la situación de Ucrania y Venezuela para descartar la posibilidad de alcanzar el mismo desenlace que en el país ex–soviético.
Aunque se supere este nuevo intento de la contrarrevolución sin que el gobierno de Maduro haga concesiones a la oposición está claro que el acoso interno y externo a la revolución proseguirá en el futuro. Para alejar el peligro de una derrota electoral o un acoso desgastante la revolución necesita ampliar la brecha de apoyo con respecto a la oposición recuperando los niveles existentes en el período 2000-2007.
No existen experiencias históricas de las que el proceso venezolano pueda extraer suficientes enseñanzas para los problemas a los que se va enfrentando. La anterior experiencia histórica de ensayo de transición democrática al socialismo, la chilena, solo sobrevivió tres años en otras condiciones, y a pesar de las lecciones que se puedan extraer de ella, son insuficientes para el recorrido más largo de la revolución bolivariana. Ésta enfrenta problemas novedosos cuyas soluciones tienen que ser testeadas, con los riesgos de cometer errores, por la experiencia.

Jesús Sánchez Rodríguez                                                                      11/03/2014

Se pueden consultar otros artículos y libros del autor en el blog :  http://miradacrtica.blogspot.com/, o en la dirección:  http://www.scribd.com/sanchezroje

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