Con una corta frase: “son accidentes que pasa”, el primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, encendió la furia de los familiares de los mineros muertos en el accidente de Soma, considerada la peor tragedia ocurrida en la historia del país.
La tensión fue en aumento y los familiares de los obreros fallecidos se abalanzaron sobre el primer ministro cuando visitó la ciudad. Erdogan tuvo que refugiarse en un supermercado, mientras que su entorno quitó la matrícula oficial a su coche para evitar que se convirtiera en blanco de la muchedumbre.
La indignación de los mineros y sus familiares se ha contagiado a decenas de ciudades en el resto del país, donde se han registrado brutales choques policiales.
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