lunes, 5 de enero de 2015

¡Obedece, produce, consume! Y… sobretodo no pienses

¡Obedece, produco, consume! Y… sobretodo no pienses
Por Guillermo Martín en Ssociólogos
La crisis del capital parece que mengua aunque en realidad no puede aumentar más, parece que empieza a construir lo derruido pero lo cierto es que ha acabado con todo. En términos fácticos, los recortes en educación han llegado a la trastienda, han irritado a los estudiantes y es inadmisible. Aunque para más inri no construyen lo derruido sino que crean lo inconstruible, es decir, la L.O.M.C.E. Señores ésta es la realidad española tras la última huelga estudiantil sobre lanueva educación elitista impuesta a golpe de mayoría absoluta.
Pero además de estar en pie de guerra, paralelamente, se cierne otro gran debate que incluso resta importancia a la política educativa. ¿Los sistemas educativos actuales, ya no solo en España sino en el resto del mundo, son coherentes con la modernidad del s. XXI? Todo apunta que no. Para analizar por qué no, responderemos otras preguntas más básicas aun. ¿Qué es la educación?, ¿Cuál es el fin?, ¿Con qué objetivos? “Es un sistema social cuya función es transformar personas cooperando con otros sistemas, principalmente a través de las carreras profesionales.” (Pérez- Agote, 2010) “Nuestro sistema educativos fue concebido para satisfacer las necesidades de la industrialización: talento para ser mano de obra disciplinada con preparación técnica y jerarquizada en distintos grados y funcionarios para satisfacer al Estado Moderno” (Robinson, K. 2010) explica el fin y para finalmente decir que “nos educan para ser productores y consumidores no para ser hombres libres.” (Sampedro, J.L. 2011)
Aquí es donde radica el fracaso en los sistemas educativos actuales. Las nueve reformas educativas en España son “el producto de una imperfecta relación entre educación y cambio social,” (Pérez- Agote, 2010) es decir, arrastramos la altisonancia entre una educación obsoleta fruto de la Revolución Industrial y la modernidad y valores propios del s. XXI. Y no solo eso, seguimos uniformando los modelos a nivel Europeo como Boloña. Seguimos midiéndolos con los informes PISA de la OCDE que “lleva a los países a imponer un pensamiento único que educa a los niños para conformarse con ser parte mediocre de las masas sin empleo.” (Hecht, Y. 2014) Y objetivamente es así, nos hacen creer que la formación es la clave del futuro pero la realidad esconde paro, frustración y desmotivación por no poder ver recompensado tu esfuerzo en forma de trabajo estable y digno en condiciones laborables, ya que pocos son los que perciben el fracaso en los sistemas productivos españoles incapaces de absorber toda la gente cualificada, que el mismo Estado produce, debido a la incompetencia de sus recursos.
Los procesos de transformación educativa son visibles en muchos rasgos, y todo son concordantes con los valores intrínsecos de cada sociedad. Personalmente, puedo constatar someramente algunos de éstos, ya que he estudiado con 3 reformas educativas y con gran espacio de tiempo en una de ellas. Mi primera etapa de Primaria el tipo de enseñanza que se impartía y recibíamos era basada en “la fila, la repetición, la paciencia o el aburrimiento (…) en masa adoptando, el conformismo como forma de vida” con el fin de mejorar “la fragmentación del tiempo, la instauración de la disciplina como método pedagógico y la clasificación de los alumnos en niveles” (Pérez- Agote, 2010) pero todo ello con clases pasivas y con un claro autoritarismo del docente. Pero esto no es casual, sino es un reflejo de la sociedad de los años noventa, bastante patriarcal, industrializadora y con fuerte influencia cristiana. En este caso la escuela “se centra en lo que yo era malo para convertirme en otro mediocre y no en lo que yo era bueno para mejorarlo.” (Hecht, Y. 2014) Finalmente en mi última etapa, el bachillerato, se puede percibir un cambio drástico, y de esto, ya han pasado más diez años. Ya no solamente a nivel educativo sino sociológicamente también. La era de Internet, de las comunicaciones y en general de la tecnología forman parte de nuestras vidas, y todos estos cambios que nos han dado tanto pero a la vez nos han quitado lo más básico, la intimidad, han provocado unos roles en la sociedad que hacen que la educación se tenga que replantear.
Las modas atrevidas, los ideales vulgares creados por la publicidad; la pasividad crítica, la manipulación mediática impuesta por los medios de comunicación; la sustitución del esfuerzo por la inmediatez, de lo lento a lo fugaz causado principalmente por la 3ª Revolución Tecnológica, Internet; la solidez de los valores por la liquidad de las promesas expuesta por la teoría de Bauman. Todo esto y mucho más entran en contradicción con los sistemas educativos actuales que persiguen los valores tradicionales, generando una contradicción en el eje escuela-familia y la sociedad del consumo que provoca un desequilibrio en los procesos de aprendizaje de los estudiantes causándoles en cierta medida un mal menor que ocasiona desorientación en sus valores.
¡Obedece, produco, consume!
Las soluciones improductivas, despilfarradoras, obsoletas y sobretodo de carácter neoliberal son inadmisibles, ya que solo provocan que “la calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores.” (cta.: ‘Armes silencieuses pour guerres tranquilles.’) Y sin seguir solucionando el problema de base.
Por eso, expertos con una visión más holística y no tan individualizadora preconizan una revolución educativa, ya que no se obsesionan con los resultados, exámenes ni cualquier evaluación que mida los resultados académicos de los alumnos sino en los impulsos, motivaciones e intereses de los estudiantes, ya que defienden que son los elementos clave para el futuro y garantizan así una educación para la incertidumbre del s. XXI.
Los expertos en este tipo de educación coinciden en una misma pregunta: ¿Por qué inculcan a todos los alumnos el mismo modelo educativo? Y sobre todo ¿Por qué todos se centran en una única inteligencia? Howard Gardner, con su teoría de las inteligencias múltiples defiende una educación dinámica y personalizada y nunca, expone él mismo “jamás etiquetando a los niños. Siempre ayudando a reforzar sus inteligencias más escondidas y a estimular las más descollantes.”(Gardner, H. 2004) Sin embargo, los sistemas educativos actuales frustran, la motivación por aprender, la iniciativa propia inmiscuyendo así a todos ellos a creerse fracasados por no cumplir con las expectativas del sistema. Porque “todo niño es un artista. (…) todo niño cree ciegamente en su propio talento. La razón es que no tiene ningún miedo a equivocarse. Hasta que el sistema les va enseñando poco a poco que el error existe y que deben avergonzarse de él.”(Robinson, K. 2004)
En definitiva, éstos son los problemas y éstas son las pautas para solucionarlos. Dejemos de crear a un “homo economicus” para crear a personas enamoradas con su actividad, con ilusión por aprender y sobre todo con los valores y pautas que necesita la modernidad venidera. Éstas son unos consejos que Gardner dio, en su momento, a la ministra de educación de 2004 y que podía aplicarse al actual ministro Wert. “Primero: que todos los niños empiecen a aprender con la misma edad (…). Segundo: entusiasmen a los niños con la idea de aprender. Tercero: que puedan continuar aprendiendo fuera de la escuela.”(Gardner, H. 2004)
Quizá a modo de reflexión Pitágoras ya lo advertía en su época y puede aplicarse perfectamente ahora y no sonaría altisonantemente cuando decía: “educa a los niños y no será necesario castigar a los hombres.” Para exponer que quizá los errores del pasado son las consecuencias del futuro.

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