El economista dice que a diferencia del anterior Gobierno, el gabinete de Tsipras no se ha humilado abandonando las promesas de campaña en nombre de una supuesta y recurrida “responsabilidad”, como han hecho muchos partidos socialistas europeos, y ello porque sus miembros no quieren quedarse en la buena voluntad del grupo de Davos y sólo responden ante el pueblo griego.
En su columna de opinión en el New York Times del lunes, Paul Krugman, Nobel de Economía de 2008, establece que las relaciones diplomáticas entre las nuevas autoridades de Atenas y los prestamistas no han mejorado, en parte debido a que los últimos todavía confían que, en el último momento, el gobierno de Syriza abandonará sus promesas de campaña en nombre de la responsabilidad” como “sucedido en varias ocasiones en los últimos cinco años a muchos otros partidos europeos, supuestamente de izquierdas.” Pero ahora, la dinámica es muy diferente, argumenta el economista.
Típicamente, Krugman explica, citando al periodista y filósofo Mateo Yglesias, pensando que sería el primer gol que un Primer Ministro llevaría a cabo en su política con el fin de ser reelegido.
Pero en el tiempo de la globalización y de la UE para los líderes de los países pequeños, se ha vuelto más importante dejar el gobierno después de haber ganado la estima del grupo de Davos, porque entonces siempre estarán esperando en compensación un puesto en la Comisión Europea o el Fondo Monetario Internacional aunque el electorado de su países los desprecien.
Más áun, el desprecio de su electorado puede incluso ser un punto a favor a los ojos de esta “comunidad internacional”. El autor no cita ejemplos, pero es imposible no pensar en Barroso, Almunia, Rato, Solana….
Un gobierno efectivo de la izquierda
Pero para Paul Krugman, el gobierno griego actual es un verdadero gobierno de izquierda, no de centro-izquierda, no de ideas fragiles, porque sus miembros nunca van a ganar el favor del grupo de Davos.
Alexis Tsipras nunca será parte de la dirección de un banco, o comisario europeo. “Como a Varoufakis ni siquiera les gusta usar corbatas -que, conscientemente o no, es una forma de declarar visualmente que no jugará por la costumbre-.
Los nuevos líderes griegos tendrán éxito o fracaso, en lo personal, en base a lo que sucede en Grecia; pero no tendrán premios de consolación.
Y eso hace una gran diferencia, concluye el economista, quien se pregunta: ¿Bruselas y Berlín entienden esto?
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