España ha dado un importante giro a la izquierda tras las elecciones municipales y autonómicas celebradas ayer domingo.
La crisis económica, los duros recortes y los escándalos de corrupción han pasado factura a los partidos “viejos” para dar entrada a formaciones emergentes que proceden de las protestas de los indignados (cuyo origen radica en las manifestaciones del denominado 15M, acaecido en 2011), reporta sputnik novosti.
Los movimientos ciudadanos han superado con creces las previsiones y salen fortalecidos de esta convocatoria.
Con casi el 100% de los votos escrutados, la participación ha rozado el 65% y el partido conservador, el más votado en los más de 8.000 Ayuntamientos, arrancó su peor resultado desde 1991, con un 27% de los votos, perdiendo 10 puntos en cuatro años.
Primavera del cambio
La campaña de la derecha centrada en los mejores datos económicos no ha cuajado entre la ciudadanía, ya que el paro, el más elevado de Europa después de Grecia, sigue siendo la mayor preocupación de los españoles.
La mejora macroeconómica no se ha notado todavía en los bolsillos de los consumidores.
Las formaciones antiausteridad vinculadas a Podemos, el partido de Pablo Iglesias, presumen hoy de su eslogan “Sí, se puede” y gobernarán en Barcelona, siempre por delante en todos los tsunamis que vive la política española, y con toda seguridad en Madrid.
Iglesias aseguró anoche que “la primavera del cambio es irreversible”.
“Cada vez que se abren las urnas salimos reforzados”, dijo Iglesias frente a las encuestas que vaticinaban un estancamiento del partido que nació hace escasamente un año.
Los dos grandes partidos, el PP y los socialistas del PSOE, logran a duras penas un poco más del 50% del cómputo general.
El bipartidismo resiste, pero su debilidad augura un nuevo escenario político que podría consolidarse en las elecciones generales previstas para otoño de este año.
El PP perdió 2,5 millones de votos retrocediendo a 1991, mientras que el PSOE perdió 780.000 respecto a 2011.
Revuelta de las capitales
El vuelvo electoral ha sido espectacular en las dos grandes capitales españolas, en donde dos mujeres, Ada Colau, en Barcelona, y Manuel Carmena, en Madrid, tienen en sus manos el poder de demostrar que es posible otra forma de hacer política.
A las dos les une su carisma, ser de izquierdas y venir del activismo de fuera del sistema.
La victoria de Colau, que se hizo famosa defendiendo a la gente que no podía pagar sus hipotecas, influirá sobre la hoja de ruta soberanista, ya que la victoria de su plataforma Barcelona en Común revela que los barceloneses están más preocupados por las políticas sociales que por las ambiciones nacionalistas.
“Es una victoria de David contra Goliat”, dijo anoche rodeada por los suyos.
Para Colau, el resultado electoral “es una revolución democrática en Barcelona, en el resto del Estado y esperemos que en todo el sur de Europa”.
Terremoto también en Madrid, donde la jueza Manuela Carmena podría alcanzar la alcaldía si cuaja tal como está previsto una alianza estable con el PSOE, acabando con más de 20 años de Gobiernos de la derecha.
El Partido Popular pierde sus feudos tradicionales en las autonomías, territorios muy importantes por el presupuesto que manejan.
La mayor derrota en Valencia, tanto en la Comunidad como en el Ayuntamiento, la región que se había convertido en el paladín de la corrupción y del derroche del dinero público con grandes obras que luego demostraron su inutilidad.
La izquierda gana en toda España, pero también las elecciones dejan un panorama muy fragmentado.
Las fuerzas progresistas deberán demostrar su capacidad de pacto y de sacar adelante las políticas que conduzcan al giro de 180 grados que reclaman los españoles.
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