Miles de muertes relacionadas con el exceso de trabajo (a través de derrames cerebrales, ataques cardíacos y suicidios), se reportan todos los años en Japón, además de gran cantidad de problemas de salud graves, provocando pleitos y reclamaciones para abordar esta epidemia social.
El mes pasado, el gabinete del primer ministro, Shinzo Abe, aprobó un proyecto de ley para eximir a los ejecutivos de ganar más de 10.750 de yenes por año (88,000 dólares).
El objetivo de la ley sería recompensar a los trabajadores productivos con una remuneración basada en el mérito en lugar de basarla en las horas extra de trabajo.
Aunque según los críticos, el objetivo real del gobierno es beneficiar a las empresas para que no tengan que pagar las horas extra, lo que repercutiría en que los trabajadores se vieran obligados a trabajar las mismas horas extras para mantener su empleo, pero sin recibir remuneración por ellas a causa de la ley, un hecho que seguiría acrecentando el problema de las muertes por exceso de trabajo.
Y eso no deja de ser un paso hacia la esclavitud legalizada, uno de los sueños de las élites, fácilmente aplicables a sociedades tan sumisas y respetuosas con la autoridad como la japonesa…
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