miércoles, 1 de julio de 2015

Mientras las élite gay se quiere casar, los mariconxs pobres luchamos por estudiar

¡Claro que hay que celebrar! No imagino como se sienten aquellxs dueñxs de la iglesia que muerden sus lenguas cuando piensan en declarar comprometida a una pareja del mismo "sexo"; no imagino la bofetada que han recibido lxs conservadorxs que enaltecen a la familia tradicional; no imagino a lxs "pro-vida" marchando a favor del aborto en parejas de lesbianas; no imagino como se habría emocionado Brandon Teena, como se retuerce Nebraska, como lo debe asumir Arizona.
Pero, y es un gran pero, el matrimonio (por demás la unión mas heterosexual) no es el fin último. De hecho, quienes se sientan recogidxs y finalmente reconocidxs han de saber que hablar de igualdad no es entrar a una capilla con anillos en mano. Aquí estamos celebrando una falsa idea de lo que es la igualdad y pesa sobre lxs cuerpxs que a diario se luchan y se organizan para ser realmente situadxs.
Para quienes estén felices por la aprobación, espero que ese mismo sentimiento perdure en lo cotidiano; que no sigamos siendo un insulto, que no sigamos siendo burla, que se nos de trabajo digno, que no nos distingan por "raza", que nos podamos amar libre y autónomamente, que no se nos obligue ahora a institucionalizarnos.
El orgullo es el sustrato de quienes hemos decidido politizar nuestra sexualidad; de hacer de cada beso, una revolución.
¡Adelante mariconxs pobres, negrxs, caribeñxs, gordxs, queers; la lucha continúa!

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