Defensores de los derechos de los animales muestran su indignación al saber que una serie de investigaciones médicas en Nueva Zelanda, han usado a cerdos vivos disparándoles en la cabeza con una pistola, para estudiar los patrones producidos por las salpicaduras de sangre, y los fragmentos de hueso y de cerebro proyectados en los tiroteos y suicidios, con el objetivo de utilizar la información en la investigación forense de crímenes.
Los cerdos fueron atados a una mesa quirúrgica y les dispararon con una pistola Glock semiautomática, algo que los defensores de los animales han considerado innecesariamente cruel, afirmando que podrían haberse utilizado modelos informáticos.
Si los animalistas de Nueva Zelanda descubren el Toro de la Vega, les puede pillar un ataque…
Čovjek je bolestan, i užas civilizacije je što on smatra da je zdrav.
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