sábado, 30 de abril de 2016

Brasil: El Golpe Fascista en Marcha

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Escrito por Félix Román Negrín Rodríguez para Periodismo Alternativo
Brasil, el llamado gigante de sudamérica está atravesando momentos sumamente delicado. Nunca antes en Brasil se había visto tal cúmulo de acontecimientos que puede dar lugar a la inestabilidad, la ingobernabilidad, y lo peor aún a un entramado Golpe de Estado.
El Senado Federal de Brasil eligió durante una sesión especial a los 21 integrantes de la comisión que analizará la viabilidad del juicio político contra Dilma Rousseff. De estos sólo cinco apoyan a la actual presidenta.
El proceso de destitución en contra de la actual presidenta se ha estado llevando a cabo desde el mes de diciembre de 2015. Se la acusa de fraude a la ley del presupuesto, faltas administrativas, actos de corrupción en la empresa PETROBRAS, además es acusada de utilizar dinero de los bancos brasileños para cubrir brechas presupuestarias que dañaron la credibilidad de Brasil.
Todo sabemos que la derecha fascista brasileña está detrás de todo este entramado político, no ganaron las elecciones limpiamente con rigor y objetividad, y pretenden con esta parafernalia derrocar a la presidenta.
Por otra parte el ex-mandatario y amigo personal de Dilma, Lula Da Silva ha hacho declaraciones en las que indicó que su país resistirá al Golpe de Estado para sacar a la presidenta del poder. Días antes Lula encabezó una marcha en defensa por la democracia y el orden constitucional y contra el golpe fascista.
Golpe a la paraguaya como se le ha querido llamar, que está ya en desarrollo unos meses después de la toma de posesión de Dilma como presidenta del país, la nueva derecha fascista brasileña
saludaba por ríos de tinta, destacando sus atributos democráticos, se abrió paso a lo que verdaderamente es una derecha rancia, cutre, que se vale de las instituciones provocando el absurdo de que 367 diputados influyan y tengan más poder que 56 millones de brasileños en los destinos del país.
El golpe institucional que se planea en Brasil, es un golpe deliberado contra los embates del BRICS, y las naciones emergentes que en los últimos años han creado mecanismos alternativos contra el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, el Banco Atlántico de Inversiones e Infraestructuras, contra los cuales Estados Unidos intenta frenar el empuje de estas instituciones diseñando el Tratado Internacional de Libre Comercio (Acuerdo Transpacífico).
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La extrema derecha brasileña tiene un reto evidente, con la mirada puesta en el espejo paraguayo. La extrema derecha paraguaya utilizó al enigmático personaje fascista Federico Franco para tomar el poder político, y apartar del cargo al presidente Fernando Lugo. Federico Franco quedó ligado al andamiaje golpista, en el cual Paraguay fue apartado rápidamente del Mercosur.
Es una artimaña, un nuevo golpe que se está empezando a parir en Brasil como lo hicieron en Honduras, como intentaron hacerlo en Argentina, Ecuador, y en todos los gobiernos progresistas de izquierdas.
La Cámara Baja Brasileña ya aprobó el proceso de juicio político contra la presidenta Dila Rousseff profundizando aún más la crisis que vive Brasil, y el avance de la derecha bonapartista fascista sobre el país. Las responsabilidades del Partido de los Trabajadores (PT), las perspectivas generales y la salida que propone la izquierda están en paliativos.
Finalmente y como era de esperar la oposición de la extrema derecha fascista brasileña, ha dado el primer paso en la Cámara de Diputados llevando adelante el Golpe de Estado institucional reaccionario contra la presidenta. Tras más de nueve horas de sesión, la Cámara Baja superaba los 342 votos (equivalente a los 2/3 de la Cámara de Diputados) necesarios para aprobar la apertura del proceso. La votación se cerró con 367 votos a favor del juicio político, 137 votos en contra, y 7 abstenciones.
Atrás habían quedado los intentos del gobierno y la cúpula del Partido de los Trabajadores (PT), con Lula Da Silva a la cabeza por evitar a toda costa el éxito de la oposición golpista. Fracasaron, tanto las presentaciones judiciales para frenar el proceso ante el Superior Tribunal Federal como negociaciones frenéticas de los últimos días tratando de ganar los votos individuales de algunos de los diputados, por fuera de la votación de la dirección de sus bancadas. Las movilizaciones convocadas por el PT, y por los sindicatos que por miles y miles se extendieron en varias ciudades del país, nunca fueron la principal arma para enfrentar a la derecha fascista, hasta hace poco aliados del gobierno.
El PT apostó por negociar en las altas esferas de Brasilia entre los pasillos del Parlamento y los hoteles de lujo, plagados de parlamentarios corruptos antes que a las movilizaciones obreras y populares para enfrentar a la derecha fascista, lo que en perspectiva podría abrir el camino a la lucha contra el ajuste que está aplicando la presidenta.
Tristemente el Parlamento se convirtió en una fiesta de la oposición fascista y de los sectores conservadores dirigida por el partido tucano PSDB y el PMDB otrora aliado de la presidenta y del PT. Ambos partidos son investigados por numerosos casos de corrupción. Liderando el acto de destitución de la derecha estuvo el Presidente de la Cámara Eduardo Cunha, ex aliado de Dilma y uno de los principales corruptos, investigado por el Supremo Tribunal Federal por sospecha de haber recibido 40 millones de dólares.
Desde el gobierno y la cúpula del PT apuestan nuevamente a una práctica que no le rindió fruto, la estrategia de Lula basada en la compra de votos y los pactos con sectores de los más rancio y conservador de la política brasileña para parar el golpe.
La pelea, la lucha contra la reacción no será en las calles, sino en los pasillos de la Cámara Alta, una de las instituciones más rancias del país, o en todo caso; subordinaran las movilizaciones a esta política.
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La izquierda está frente al golpe de estado institucional, mientras que el PT y la burocracia sindical subordinada al gobierno prefirieron una salida por la vía judicial, o los pactos entre bambalinas, parte de la izquierda terminó siendo funcional a los argumentos de la extrema derecha.
En medio de esta crisis política que azota la sociedad brasileña, las manifestaciones pacíficas convocadas por las centrales sindicales ligadas al gobierno fueron incapaces de oponer cualquier resistencia a la ofensiva fascista que fortalecieron. La CUT se negó a impulsar un plan de lucha con huelgas, paros, y métodos de lucha de clases decididos en asambleas de base, único camino que puede frenar la ofensiva golpista de los sediciosos.
Todos los brasileños, trabajadores, tienen la necesidad de poner en pie una gran lucha contra el golpismo parlamentario institucional, y los ajustes, defender la necesidad de luchar por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, que ataque la corrupción de raíz y haga que la burguesía capitalista pague por la crisis y enfrente los problemas estructurales del país.

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