Aunque un viejo dicho afirma que nada puede ocultarse bajo el sol, la habitual manipulación desinformativa de los grandes medios de comunicación occidentales ignoran a sabiendas los éxitos alcanzados en la tregua en Siria.
Aún en medio de una brutal guerra impuesta, el Gobierno sirio instrumentó incluso antes del acuerdo de cese del fuego del 27 de febrero último un programa de reconciliación nacional, cuyos logros se intensificaron a partir de esa fecha.
Desde entonces, el Centro de Coordinación del acuerdo, establecido en la base rusa de Hemymin, provincia siria de Latakia, no deja de reportar datos y precisiones sobre el tema, en estrecha colaboración con las autoridades de Damasco.
En ningún caso, los controladores de la información en Estados Unidos, Europa Occidental, Arabia Saudí, Qatar o Turquía, aluden a los elementos que de sobra son divulgados con objetividad en cadenas como Sputnik, Russia Today, la Agencia Siria de Noticias SANA o en las redes sociales.
Resulta contradictorio que desde fuentes como Al Jazeera, Al Jarabiya, periódicos como El Mundo o cadenas como ABC, entre otras, insistan en la “fragilidad” de la tregua en Siria y apenas argumenten el serio esfuerzo de quienes trabajan por lograr la pacificación en esta asediada nación del Levante.
Hasta los primeros días de agosto, 69 grupos armados y 341 localidades en Siria se acogieron al cese del fuego y se comprometieron a respetar los principios del acuerdo del 27 de febrero, cuyas bases de sustentación están recogidas en la Resolución 2254 de las Naciones Unidas.
Es justo recordar que dicho acuerdo fue por consenso entre Estados Unidos, Rusia y el beneplácito sirio, pero el doble rasero del primero de los mencionados trata de impedir- y a veces lo logra- que el bosque impida ver al árbol.
Sitios web como Syrian News Center, Topete, las Agencias Al Manar o Al Mayadeen denuncian continuamente esa manipulación mediática y partir del reconocimiento de que las negociaciones efectivas para aplicar la tregua son difíciles y complejas por los factores involucrados.
En cambio, en medios de Internet como YouTube o The Mirror, por solo citar algunos, reciben amplia difusión reportes de grupos terroristas como el Estado Islámico (Daesh, en árabe) y el ahora autonombrado Frente para la Conquista del Levante, ex Al Nusra.
No publican los datos e informes sobre el resultado de negociaciones en pro de la pacificación, pero dan amplia cobertura a la revista Dabiq, del Daesh, o a la preparación de suicidas con frases como “actuaremos en las noches con un cuchillo de venganza, como fantasmas.”
Cada escena de terror o propaganda como la comparecencia publica del cabecilla de Al Nusra, Abú Mohamad al Golani, es una escena editada y transmitida con una técnica de difusión bien preparada y una escenografía de “estudios de televisión de última tecnología.”
A pesar de que autoridades en Estados Unidos o el Reino Unido mencionan constantes bloqueos y suspensión en sitios de Internet favorables a los grupos terroristas o en Twitter o Facebook, esas “transmisiones” prosiguen con una elevada dosis de compulsión a la que diversos expertos llaman “guerra sicológica”.
Se trata pues, de amplificar a niveles de aberración desinformativa esos hechos y acciones extremistas con la utilización de fuentes como el Observatorio Sirio de Derechos Humanos radicado en Coventry, Reino Unido, y canales como Orient News, desde Qatar, Arab News Network, Londres, o Dorar al Sham, entre otros.
Curiosamente, las vías de transmisión emplean a gusto con financiamientos millonarios, son los sistemas satelitales europeos como Hispasat, Eutelsat y Badr, para los cuales no existen los datos sobre el proceso de reconciliación en Siria.
Hace tres años, en 2013, Dominique Delawarde, general francés ya retirado, publicó un extenso artículo bajo el título “Injerencia deliberada, pretexto dudoso”, que desenmascara las pruebas contra Siria de uso de armas químicas y la manipulación informativa sobre lo que sucede en esta nación.
Delawarde no es un improvisado, fue por varios años un alto oficial de inteligencia, con amplias estancias en una docena de países del Medio Oriente y nunca demostró ser “amigo de Siria” o un izquierdista convencido.
Para ese experto, “la comunidad internacional, término que nuestros políticos usan indebidamente y que nuestros periodistas repiten sin descanso, no parece contar más que con tres países; Estados Unidos, Reino Unido y Francia, los cuales representan menos del ocho por ciento de la población mundial”.
Por lo tanto, la tregua en Siria no existe y sus resultados objetivos, en el terreno y con un esfuerzo serio en pro de la paz, carecen de importancia e interés para las grandes fuentes de poder del mundo occidental.
El afán destructivo, propiciador del caos, está por encima, muy por encima, de cualquier principio racional humanista.
Pedro García Hernández
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