En la ciudad de Rio de Janeiro, sede del evento, cerca de 65.000 familias fueron apartadas de sus casas. Buena parte de ellas, vivía hace décadas en sus barrios y fueron obligadas a irse sin recibir una justa indemnización.
Brasil se prepara para recibir las olimpiadas. Sería un momento de celebrarse una fiesta; si no fuese por el momento político que está atravesando el país y el precio que debe pagarse para la realización del mayor evento deportivo del mundo. Rio de Janeiro se ha convertido en un Apartheid social y racial, donde las principales víctimas de violencia son negros.Por Alex Pegna Hercog desde Brasil, para ANRed
Brasil vive un golpe de Estado que se concretará después de las Olimpiadas. En mayo de este año, el Senado aprobó el impeachment de la presidente Dilma Rousseff. Su eliminación fue el resultado de una maniobra política realizada por líderes políticos que estaban siendo investigados por diversos crímenes de corrupción. Asimismo, sin sufrir ningún tipo de acusación criminal, la presidente Dilma fue apartada por la mayoría de los senadores, que votaron, en forma definitiva su alejamiento ( impeachment ), después de los juegos olímpicos. Durante este periodo, Brasil es conducido por Temer, vicepresidente y uno de los articuladores del golpe.
Las manifestaciones en la calle en defensa de la democracia perdieron el aliento de los meses anteriores; pero ahora se activará nuevamente, motivados por la visibilidad internacional que tendrá el país por la proximidad del día de la votación que confirmará el golpe parlamentario. Pero mientras la mayoría de los brasileños se moviliza para resistir el golpe; una parte todavía tiene que pagar el precio por la realización de las Olimpiadas.
En la ciudad de Rio de Janeiro, sede del evento, cerca de 65.000 familias fueron apartadas de sus casas. Buena parte de ellas, vivía hace décadas en sus barrios y fueron obligadas a irse sin recibir una justa indemnización. A pesar de usar las Olimpiadas, como justificativo para las remociones, el resultado, es un aumento de la especulación inmobiliaria que aumentó el precio de los alquileres en las zonas cercanas a las obras olímpicas; alejando del centro de la ciudad a los más pobres.
Las Olimpíadas también servirán de justificativo para aumentar la presencia del ejército y de la policía en las Favelas de Río de Janeiro. Como resultado, solamente en el año 2015, la policía mató por lo menos, 645 personas. Uno de los casos más recientes, fue el asesinato de un joven de 16 años quien recibió un disparo en la cabeza que sostenía una bolsa de palomitas de maíz y la policía “pensó” que era un arma de fuego.
Para Gizele Martins, comunicadora comunitaria y residente de las favela da Maré, hubo un aumento incursión de la policía en los últimos días. “Es muy repugnante para experimentar y, de repente escuchar disparos y por eso, tener que tirarse al suelo. Nuevamente, algunas escuelas da Maré no tenían clases; una vez más no podemos entrar o salir de nuestras casas”, cuenta Gizele. Ella, también afirma que en los últimos años, durante los preparativos de las Olimpíadas, tuvo que convivir con los tanques de guerra en el frente de su casa diariamente.
Esta ocupación policial ha aumentado el poder de las milicias (Grupos Paramilitares) en las favelas. Ellos exploran la señal de internet y de TV por cable, juegos ilegales, chantajean a los comerciantes, más allá de traficar drogas. La Fuerza Nacional, convocada para actuar en las favelas durante los juegos, tiene que obedecer las reglas de las milicias: tienen prohibido el uso de internet por cable y andar armados cuando no estén de servicio.
En una Nación racista como Brasil; las principales víctimas de la violencia son los negros. Cada 23 minutos; un jóven negro es asesinado en el país. En Río de Janeiro; un negro tiene 2,3 veces mas chances de morir que una persona blanca.
En tanto, el gobierno de Río de Janeiro se ha esforzado por construir una realidad paralela para el turista. La misma policia que viene asesinando y amenazando personas en las favelas; es la misma que dará seguridad a los extranjeros. En el centro de la ciudad, policias pagados por empresas – en una asociación que implica al gobierno y a la Federación de Comercio- atrapan personas “sospechosas”; en su mayoria negros. Existen relatos de jóvenes siendo abordados por “andar en bicicleta mas rápido de lo normal” o parejas sentadas en la playa“sospechadas de estar fumando marihuana”.
La pobreza también ha sido escondida. Además de las relocalización de los más pobres de la región central; la prefectura construyó muros a lo largo de las vías; para que los turistas no puedan ver las favelas.
De acuerdo con el abogado Lucas Ramos, “la ciudad esta tomada por los militares, en el aeropuerto los soldados están empuñando sus armas” él también nombra los cortes en las lineas de ómnibus; afectando a la población que vive en las áreas periféricas. Para Lucas; “la apertura de los juegos el 5 de agosto, promete una gran manifestación en las calles”.
Las Olimpiadas, por lo tanto, dividiran aún mas a Río de Janeiro, siguiendo la lógica de un Apartheid Social y Racial. La principal “fiesta deportiva” del planeta costó caro. Mas allá de las altas inversiones financieras -incluyendo el desvío de la apropiación pública- la población más pobre tiene que pagar el aumento de los alquileres con la reubicación de sus casas; o el derecho negado de vivir donde quieren; mas allá de pagar con sus propias vidas. Y como si todo esto no bastara, el país todavía esta con un golpe de Estado que se concretará semanas después de la finalización de las Olimpiadas.
0 comentarios:
Publicar un comentario