Caracas, 10 Sep. AVN.- La guerra económica que se mantiene en curso contra el pueblo de Venezuela, ejecutada por sectores de la derecha nacional desde 2013 con apoyo del gobierno de Estados Unidos -que incluye acaparamiento, especulación, contrabando de extracción, ataque a la moneda y bloqueo financiero- no es nueva en la lucha de los pueblos de América Latina por su emancipación social.
El mismo asedio y clima de desestabilización fueron el preámbulo del golpe de Estado perpetrado el 11 de septiembre de 1973 contra el presidente socialista de Chile, Salvador Allende.
Los 24.000 documentos desclasificados en 2003 por el Departamento de Estado de Estados Unidos revelaron que el entonces presidente norteamericano Richard Nixon instruyó promover un golpe de Estado, que impidiese a Allende ser investido el 4 de noviembre o que lo derrocara luego de iniciar su gobierno.
Para lograr este cometido se acordó crear una crisis económica en la nación suramericana que afectara directamente a la población, y justificara un alzamiento militar.
“No dejaremos que llegue una sola tuerca o tornillo a Chile si Allende se hace del poder. Haremos todo cuanto esté en nuestros manos para condenar al país y a sus habitantes a las privaciones y la pobreza más absolutas”, afirmó el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), por sus siglas en inglés), Richard Helms, en uno de los mensaje revelados.
El plan desestabilizador incluyó la aplicación en conjunto de tres tipos de guerra: la política, otra económica y una psicológica apoyada por los medios privados de comunicación.
En los documentos de la Casa Blanca se descubrió que Nixon ofreció ayuda monetaria al dictador brasileño Emilio Garrastazu Médici para manipular a las fuerzas armadas chilenas con el propósito de derrocar a Allende.
También ordenó hacer “chillar” a la economía chilena, por lo que el Banco Mundial y otras instituciones financieras internacionales dominadas por Estados Unidos cancelaron préstamos para hacer colapsar al gobierno del presidente socialista.
“El Banco Mundial, que había proporcionado 31 millones de dólares al gobierno de Frei entre 1969 y 1970, no aprobó crédito ninguno entre 1971 y 1973, del gobierno de Allende. El Banco de Exportaciones e Importaciones, que concedió a Chile préstamos y créditos comerciales por unos 280 millones entre 1967 y 1970, no otorgó un solo centavo por ese concepto en 1971”, recordó el periodista venezolano Elezar Díaz Rangel ,en su columna Los Domingos de Díaz Rangel, publicada en el diario Últimas Noticias en junio de 2015.
Estas acciones ocasionaron que, al no contar con dólares para la importación, se profundizara el desabastecimiento y surgiera el fenómeno de las “cacerolas vacías”.
“El desabastecimiento se produjo por un gran proceso especulativo que se desarrolló dentro del país (…) Si uno estudia las cifras de la economía chilena de ese período, la producción nunca disminuyó, por lo que no se explicaba el desabastecimiento. Lo que se produjo fue un gran acaparamiento de productos, cosa que quedó inmediatamente al descubierto, ya que inmediatamente después del golpe,el tipo de bienes que no existían, existían”, relató el economista chileno y ex vicepresidente del Banco Central (1970-1973), Hugo Fazio, en entrevista concedida a Telesur.
Grandes diarios como El Mercurio, Tribuna y La Tercera recibieron financiamiento de Washington para atizar el malestar de la población con piezas tituladas como “Chile sin pan”, “Dos días de colas para comprar carne” o “Mientras bailan con Fidel, no tenemos qué comer”. La finalidad fue generar caos en la población chilena. Y así fue.
Llegó el cambio
Luego del golpe de Estado y de la imposición de la dictadura militar de Agusto Pinochet, Chile experimentó la precarización laboral, sobre todo en el sector minero, la extranjerización de la economía y la mercantilización de la salud y la educación.
Durante este período se amplió la brecha entre los más ricos y los más pobres del país; y la conducción económica de la nación suramericana quedó en manos de tecnócratas graduados de la Universidad de Chicago, conocidos como “Chicago Boys”, y liderados por Milton Friedman, economista defensor acérrimo del neoliberalismo.
Las medidas principales de la denominada “teoría del shock” consistieron en reducir el gasto público en 20%, despedir al 30% de los empleados públicos, aumentar el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y anular el sistema de ahorro y préstamos de vivienda.
El aumento de la desocupación fue la primera consecuencia del plan económico. Catalogado por Friedman como “el milagro chileno”, la inflación se disparó al 300%.
Entre otras acciones neoliberales figuraron la privatización del sistema de pensiones, con el cual se obligaba a cada trabajador cotizar en administradoras de fondo de pensiones.
Sin embargo, el punto más crítico fue la aplicación de la ley Orgánica Constitucional de Concesiones Mineras, que revirtió la nacionalización de la industria del cobre, aprobada por Allende, y a través de la cual los yacimientos de minerales pasaron a ser “concesiones plenas”, con lo cual fue entregada la explotación a compañías privadas que además recibían rebajas tributarias.
Guerra contra Venezuela
Si el golpe de Estado perpetrado contra Allende hace 43 años tuvo como objetivo frenar la influencia de un gobierno socialista en la región, en el caso venezolano las razones cobran más peso debido al papel de la Revolución Bolivariana en el proceso de de integración política, social, económica y cultural en Latinoamérica.
Además, Venezuela no solo es un peligro por fomentar la unión en el continente sino que posee las mayores reservas de petróleo del mundo, codiciadas por los intereses del conglomerado militar e industrial de Estados Unidos para sostener su modelo capitalista.
“Se está dando una situación muy similar a la que enfrentamos nosotros los chilenos en 1973. Una clase empresarial, que empieza claramente a instigar, a conspirar, grupos que se organizan y que representan lo más extremo de la derecha y, desde luego detrás de todo esto, la acción de un país como Estados Unidos, que se ha empeñado siempre en desestabilizar a las democracias de América Latina”, advirtió en entrevista en Telesur, el premio de periodismo chileno 2005, Juan Pablo Cárdenas.
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